Sobre «Periférica interior» (2021), de Laia López Manrique

 

Por Claire Laguian

Crédito de la foto Stendhal Books

 

 

De una sororidad imposibilitada…

Sobre Periférica interior (2021),

de Laia López Manrique

 

 

 Leer la poesía de Laia López Manrique* supone un rapto verbal permanente. Ya ocurría con Deriva de 2012, La mujer cíclica de 2014, Desbordamientos de 2015, Transfusas de 2018, y ahora con Periférica interior. Quizá represente este último poemario el puñetazo más intenso, más suave y más radical de su escritura. En efecto, la poeta indaga en la construcción aparentemente imposible dentro del abismo abierto por las grietas de la identidad y del lenguaje. El vértigo poético de Laia López Manrique radica en la suspensión y en los choques verbales que nos llevan a una aventura de lectura de aliento entrecortado, o, al contrario, sin pausas, que lo erradica. ¿Será el primer término “periférica” un sustantivo, el de los aparatos informáticos auxiliares?, ¿o un adjetivo yuxtapuesto a “interior”? En todo caso, el título del poemario recrea una tensión irreconciliable entre la centralidad y el margen, entre el anhelo por conectarse con lo exterior y, al mismo tiempo. por reanudar el nexo con nuestras entrañas.

 Si los poemas de Laia López Manrique se inscriben dentro de la tradición con múltiples referencias intertextuales a la literatura internacional y a la teoría literaria y filosófica, la encarnación más sensual y corporeizada también impregna sus textos. Interrogan la (im)posibilidad del decir con diversas logofagias (según la terminología de Túa Blesa), por ejemplo, mediante blancos significantes y hasta encabalgamientos dentro de las palabras. ¿Cómo suturar el vacío dentro del tejido verbal? Se trata en realidad de buscar cómo explorar nuestro nacimiento en tanto ilusoria construcción en la falla de la doble separación: con el cuerpo de la madre, y con el cuerpo de la hermana de la voz poética. Tal vez ahondando en las periferias menospreciadas por la norma y por la supuesta decencia censora: introspección dentro de las vísceras, las glándulas, los cartílagos, como en El cuerpo lesbiano wittiguiano. Volver al mismo tiempo a la radicalidad, es decir a la raíz. El deseo y la necesidad de inventar un lenguaje que permita expresarlo, lejos de su invisibilización milenaria, se instala en los poemas mediante potentes asociaciones de ideas, y un ritmo de imágenes vertiginoso y jadeante.

 

La poeta Laia López Manrique

 

 Se trata sobre todo de luchar contra y desde una sororidad imposible o, mejor dicho, contra y desde una sororidad imposibilitada y dificultada por las vivencias personales y por el engranaje social: una sororidad que hace de muchas mujeres nuestras quiméricas “hermanas”. La hermana gemela que se nos muere dentro de la gestación (¿por culpa de qué?), la hermana como madre que no nos ama, la hermana dentro de nosotras mismas que nos odia, la hermana como amiga o como amante que nos traiciona… La voz bucea en busca de un “¿amor?” que resulta ser inexistente como señalan los puntos de interrogación. ¿Cómo librarse de la soledad existencial, del vacío dejado por la ausencia o la mutilación? Las tres partes que organizan el poemario de Laia López Manrique tratan de resolver el reto de volver a formar la unidad perdida gracias a una escritura proteiforme.

 La primera sección titulada “La parte ida” se estira en la verticalidad de los versos lacunarios que ponen en escena la dificultad de componer con la alteridad y la identidad, ya que siempre conlleva la reminiscencia de la parte gemela que se nos va, y de cuya desaparición nos sentimos responsable. ¿A quiénes representan esos pronombres puestos en tela de juicio por las comillas en “yo” y “tú”? Por otra parte, la identidad parece descuartizada como en el “y/o” de Monique Wittig, una identidad escindida entre dos personas verbales, la primera persona del singular de la voz poética, y la de una tercera persona ausente: “yo” comenzó a imitar el uso de algunas palabras”. Las interrogaciones por la muerte de la hermana/amante perdida se quedan sin respuesta dentro del silencio que interroga el concepto de monstruosidad: “¿hermana? ¿innecesaria? ¿extraída? ¿inmunda?”.

 

 

 La segunda parte, “Architexturas”, presenta poemas en prosa más largos y densos que 

se expanden en líneas horizontales, tales como muros fundacionales, para catalizar la ilusión de recuperar la identidad propia (“yo hablo”). Una utopía pronto destruida por las propuestas innovadoras “Yo hablas. Yo dices”, “tumi”, “yotú”, que recrean la fusión uterina antes de la separación que simboliza las múltiples ausencias dentro de una vida. La voz poética adopta una amplificación verbal inspirada de las fuertes afirmaciones wittiguianas “Ellas dicen”, “Ellas. […] [Ellas guardan] […] Ellas guardan el daño, un daño inscrito”. Estas hermanas a las que desea la voz poética podrían ser un eco sáfico, carnal y sensorial, del Anna, soror…de Marguerite Yourcenar que, en vez de terminar por la muerte, comienza por ella, y cuyo deseo es el de devolverle vida en los poemas a esta hermana desaparecida. La obscenidad metapoética lucha contra la patologización de la libertad femenina al reapropiarse del lenguaje gracias a las fantasías sexuales cantadas por mujeres damnificadas. Mujeres que se pierden en el alcohol, en las “perversiones” del sadomasoquismo, en la “inmundicia” de la autofagia o la coprofagia.

 En la última parte “Telegrama”, los poemas son más cortos como lo señala el título programático, y señalan el fin de algo, el desencanto representado por las respuestas negativas, las esperanzas fallidas. ¿Acaso no será la literatura la única manera de sobrevivir?, como subraya la frase “Si yo escribo es porque no he sabido vivir.”. Pero parece que esta aventura arriesgada, compleja y radical, no nos protege totalmente de los abismos que se van abriendo continuamente hasta lo desconocido, tal como sugieren las últimas palabras del poemario: “Escribir es claudicar. […] Cuántas veces más nos caeremos. Y hacia dónde.”

 

París, octubre de 2019

 

 

 

 

 

*(Barcelona-España, 1982). Poeta. Licenciada en Filosofía y Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universitat de Barcelona (España). Es coeditora de la revista digital de creación literaria y experimental Kokoro. Ha publicado en poesía Deriva (2012), La mujer cíclica (2014), Desbordamientos (2015), Periférica interior (2021) y los cuadernos Speculum (2019) y Transfusas (2018).