Por Jorge Hurtado*
Crédito de la foto archivo del autor
Noches que han inventado los laberintos.
5 poemas de Jorge Hurtado
tratado acerca del arte de desaparecer
y dijo que todo pertenecía al mismo viaje
I. eres un rostro detrás de un flash
II. eres un rostro que ha terminado su última palabra
III. eres un rostro que desapareció como una flor salvaje frente al hombre que ha surgido de una calle, con una sonrisa enorme por haber descubierto la destrucción de una manera negligente en una ciudad levantada frente a tus ojos y que ya no amas ni detestas
IV. eres un rostro que vive en un sueño en pleno despertar
V. eres un rostro, el sol negro cuando una luz intensa te oculta por un instante: un rostro fundido en la noche
y dijo que ahora prefería mantener sus labios en silencio
VI. aquello que ya no te pertenece, como un animal silvestre que ha ingresado a su territorio, se ha encarnado en ti.
VII. el universo o la idea de esta incesante flor de retama que nace cuando algo muere, se ha encarnado en ti.
VIII. las noches que han inventado los laberintos o el látigo o la palabra donde un hombre imagina el revés de Lo Real,
se ha encarnado en ti.
y dijo que el arte de desaparecer no existía si tenías la conciencia
de que todo era el mundo en constante nacimiento. ya estabas dentro de ella como una semilla imaginaria y crecerías a medida que ella/él desapareciera lejos de las catástrofes. cuando el amor no sea más la violencia de los cuerpos…
Y DESAPARECIÓ
escribir sin fin
escribir es el vacío.
es avanzar en un campo minado
en las fronteras demarcadas por unas pircas donde estallan los volquetes que iluminan las inscripciones sobre las rocas:
no hablan de ningún amor
ni de las revelaciones sagradas disolviéndose en templos o descendiendo en haces de luz sobre las sombras de una salamandra que nada en el líquido amniótico
ni de las revoluciones que palpitan con fuego debajo de las comisuras de los labios y
solo insinúa una rebelión inconclusa en las grietas de nuestro deseo donde algo late muy lentamente.
una palabra ha renacido de la piel muerta:
abandonada en los muladares de las cosas apenas dichas,
es una babosa que repta/ un ave que agoniza/ la hoguera apagada de un hombre que emprende un camino sin retorno cuando la ciudad ha sido evacuada por el estallido del reactor n° 4 y no queda otra cosa que frágiles hilos de ADN como único lenguaje que muta dentro de sus zapatos
y otra palabra brota mientras contemplas a 100 kph el sol disuelto detrás de un bosque donde viste el inexistente misterio de tu carne fuera de estas pestilentes construcciones en la vía,
donde una caligrafía irregular indica:
ESTE TERRENO NO SE VENDE
alguien coloca una muralla invisible,
la gramática del poder & del delirio.
en este territorio sinuoso junto a las habitaciones donde el polvo es lo
único que enseñorea junto al accidente/ josé maría sobrevive a la ruina
& al suicidio/ pero no a la palabra ni al paisaje /otra vez el mismo paisaje
derruido como si viviese
la guerra una y otra vez a toda velocidad bajo las torres destruidas sin paradojas sin a.l.i.c.e. inventando una respuesta en las computadoras & la ruina mesiánica de 00110110 00111001 00110010 00111000 00110000
el sol perfora el cielo y anuncia su propia muerte en las curvas de asfalto que sepulta la tierra,
asesina del semen y de la semilla.
escribir es el vacío, repites como un mantra, aterrado:
sangre-espejo-llama-memoria.
escribir es el vacío/ signos muertos.
marcas en las rocas en las que el viento labra
otras rutas otras señales:
un escribir sin fin sobre el polvo.
lecturas de mainländer frente a un tótem de hierro y cemento
[esto no es un horno]
Por ti contendré el dolor; pero, dirás, tú también lo sientes.
PHILIPP MAINLÄNDER
hay líneas que no se interceptan. líneas que avanzan hacia
lo infinito como dos trayectorias que desaparecen en el campo o en el cielo cada vez más oscuro en estos meses de lluvia.
líneas que se abren y dibujan trayectorias en un mapa sepultado
en la tierra negra como las fauces de un perro
que atraviesa La Hoyada
donde decenas de cuerpos/ aún no tienen nombre/
bajo las líneas de una arqueología
que no pretende desentrañar lo siniestro
sino dar voz a la espera
dar carne a los huesos
dar un nombre al número
dar un rostro a la cifra
dar una mano al vacío
dar una pierna a la calle
dar un cuerpo a la tierra
que sostiene las ramas muertas que dejó la sequía.
no puedes imaginar la sensación de contener la respiración
cuando caminas en este mapa de silencio.
repliegas tus brazos tus piernas tu intestino tus pulmones la frialdad de tu sombra por donde solo el pasto o alguna flor crece rígida alrededor del bloque de concreto erigido como un tótem de la muerte.
una mano ha escrito —con la precisión de una pintura rupestre,
que contiene toda la humanidad en su irregular forma de ser su propio exterminio— una frase sobre un burro negro.
un burro negro que cruza de madrugada con cuerpos atravesados sobre su lomo/
un animal que ha recobrado su rebuzno
al conocer la muerte del Otro sin forma
casi anónimo
sobre la tierra seca.
con la certeza de aun no recobrar el azar en una jugada de dados, revolvemos la ceniza que cruje como el sonido de los disparos y de los aullidos de los perros que dan forma a la ferocidad
en este campo convertido
en una caja de ruidos:
la respuesta a la geografía extensa de un muro de adobes/
la respuesta que nos libera del sobresalto y de la incertidumbre
contenida en una cuchara abandonada bajo el hueso
destruido del hombre que palpa
desde la grieta su vértebra.
la anulación de lo que vive y se agita: la revelación de un dios suicida
cuando empieza un canto en la oquedad de la roca.
el canto como un murmullo que crece con el viento
hasta transformarse en un río encendido en el mapa
con un perverso hito
de cemento
sobre la ceniza.
(de Cuaderno secreto de una persona secreta)

En un matadero de aves
(o sobre cómo nos quedamos atrapados en un galpón)
A manera de documental en tres partes
(producción deseo /registro consumo distribución)
1.
Primer punto, la tranquilidad del ave antes de su muerte.
Arrancado desde los criaderos de aves /o/ plantas de producción en medio de los desiertos/ donde durante cuarenta y dos días han alcanzado su punto ideal de muerte
o de deseo o de productividad (la curva señala que el alimento engullido por el animal ya ha alcanzado el punto máximo de transformarse en carne, la impecable fórmula del consumo).
El supervisor indica: un día más es pérdida:
pérdida de mi trabajo y del trabajo de todos los que entre un mar de mierda y líquidos nos ocupamos de las cincuenta mil patas en cada galpón.
Aquí puedes ver la temperatura adecuada.
La pantalla destella entre decenas de controles virtuales que simula el área de trabajo.
Temperatura: 21°C.
Un adecuado del control de humedad.
Un adecuado control de aire.
Un adecuado control de todas las variables para las aves y el sopor le sube desde el suelo y el calor derrite su carne en su habitáculo a más de 35° C donde solo cuenta con una silla plástica made in china y unos atrapamoscas que decoran en las cuatro esquinas como una especie de instalación de Hirst en medio de los desiertos peruanos.
Aquí puedes ver cómo mi trabajo es mantener viva las aves que serán llevadas en los camiones en cómodas jabas donde la temperatura puede llegar a casi 40°C o más.
Y,
menciona enfático: aquí la muerte prematura es un porcentaje, como en la vida, hermano, y su mano libera de su propio sudor la boca.
Lo importante es mantenernos en el límite mínimo, pero trabajamos para que sea casi cero. Sonríe porque eso siempre será imposible. (Este descenso como se mencionó antes es heterogéneo a nivel de ámbito geográfico, es así que, en el quinquenio 2010-2015, los departamentos de Puno y Cusco, todavía mantienen tasas de mortalidad infantil muy altas: 43,6 y 35,6 defunciones de menores de un año por cada mil nacidos vivos, respectivamente; le siguen Loreto, 29,5 y Cajamarca, 27,0; como se observa, son tres departamentos de la Sierra y uno de la Selva los que mantienen todavía tasas por encima de 25,0 defunciones de menores de un año por cada mil nacidos vivos.)
Matar con compasión, ese es otro de nuestros secretos.
Cero stress. Nada de esos molestos ruidos que hacen los seres vivos al morir en los hospitales públicos o en los mataderos clandestinos.
Ruido cero o al nivel del murmullo, gracias a la ciencia.
No todo es productividad, dice el gerente, mientras la sangre se escurre de los pescuezos de las cinco mil aves que no tuvieron tiempo de reaccionar
después de la electronarcosis en menos de un minuto.
Mantener las estadísticas del lado de nuestros números azules.
El presidente escucha y piensa en la similitud de cómo gobernar el país:
Como un enorme galpón+planta de matanza (beneficio, dice el gerente sonriendo con una mueca ubicada en un punto ciego del espacio).
La lógica es casi la misma: ingresos, procesos y salidas.
Input-Output. Producción-distribución-consumo. Registro consumo distribución. Todo atravesado por el deseo por nuestro deseo que nadie conoce pero que agita su cola dentro de nuestra mano.
Mantener las estadísticas del lado de la producción y la tranquilidad antes de la muerte. Controlar la acción-reacción, el comer-defecar.
Nacer-morir. Inspirado en estas aves que pasan por la cadena de producción, piensa en cada uno de los que están parados frente a las aves en la primera línea, colgando de las patas amarillas en ganchos. En los que están detenidos en la plancha de acero operando los cuchillos, las planchas de acero, las piletas de agua con 22 voltios de descarga de energía, en las máquinas de autoclaves, en las peladoras mecánicas (dedos fríos de muerte), en las mujeres que hace el preciso corte bajo el culo del ave desnuda. Y decide. Un recorte no los matará.
La compasión animal, señala otra vez el gerente, que empieza a pasear la mirada latigueante sobre los obreros de la muerte.
2.
Segundo punto, el corte impecable:
Eficacia de un buen morir: cinco mil aves por hora.
En ocho horas, cuarenta mil animales listos para la voracidad humana y el orgullo de la gastronomía peruana es el pollo a…
el crack de los engranajes no se ha detenido.
la precisión del corte.
la sangre fluye
bajo la luz obscenamente blanca de las lámparas.
El presidente, aun absorto en las políticas públicas imagina la línea de hombres y mujeres que desfilan frente a las ventanillas de un banco nacional o en los hospitales, sin aquella precisión de las estadísticas y del costo que significa mantener bajo este hermoso cielo peruano,
Que solo cobija dolor y deseo.
La tranquilidad del ave, no olvidemos que el ave debe morir de manera compasiva, es decir:
no aletear para que la carne no se malogre en el duro tránsito del camión a la máquina asesina que le cortará de un tajo el cuello con el brillo de los cuchillos mecánicos.
El presidente pone cara de asombro. El gerente, que ha sido elevado a una categoría de noble en época de la colonia (su colonia que está dentro de su pulso de su mente de su construcción anti deconstruccionista),
o que según las nuevas jerarquías del mundo moderno:
la categoría de semi dios iluminado por la productividad
empieza a mirar desde su sitio como los trabajadores diminutos llevan enormes piezas de ave sobre sus hombros con eficacia. Se siente como blanca nieves y sus trabajadores. Y sonríe como si aquello fuese su triunfo su gran logro su gran labor dentro de la lógica de la carne.
A esta hora, en plena medianoche, el presidente
Imagina un país lleno de mataderos, hospitales, servicios sociales, escuelas y ministerios donde la eficacia
Trabaje con la precisión de la muerte, y las cifras siempre
En azul, como los dedos de la mujer que acaba su turno
Mientras se viste su pálido traje rojo y blanco
Sus zapatillas llenas de arena que ha traído desde las afueras
Donde ha construido su casa como si fuese una costra sobre la tierra
Donde solo habitan los deseos en pausa.
3.
Tercer punto. La cadena de frío. Conservar el cuerpo muerto.
Conservar la temperatura para que los músculos no pierdan
La dureza. Para que el agua se acumule en los poros y no pierda peso.
La precisión, siempre la precisión de la muerte.
No existe otra cuestión antes de salir de aquí, dice la ingeniera hundiendo su bota sobre un charco de agua mientras abre las lenguas de plástico que evitan la salida del frío.
Hombres y mujeres se dedican a este
Proceso. Evitar la putrefacción. Evitar la pérdida.
No es ciencia ficción, pero aquí también nos devoramos y esto es la forma más exacta de política y de economía.
Después de la evisceración, la carne se congela con un golpe de frío.
Ese retorcido pulpo fosforescente
el lenguaje es ruido: una extensa cartografía: un mapa: un cráter: una ciudad en desborde: las grietas de algo que se oculta: el evangelio vierte su cáliz en la tierra una y otra vez: el magma es una mano que cae: en este punto de la ciudad hemos llegado cadavéricos: en este país, sí, en este país innumerables veces, en la misma roca ígnea, la felicidad es algo imposible: bajo los escombros de los hospitales, neo natos son traficados: primero en los supermercados, luego los consultorios psiquiátricos: un carnet de plástico del ministerio y el ruido se transforma en nombres de barbitúricos: una lista sin fin: alrededor de nuestras costillas se dibuja un mapa siniestro: perros horadan cavernas: la política del Uno: la guerra es la carne en disputa/ un cuerpo en disputa: una nueva fórmula de arrebatar las páginas en los libros de historia: arrancarlas a dentelladas: caer de bruces: desde lo alto, palos, reses, automóviles, banderas: la representación del ruido: el balbuceante reflejo del desastre:
latinoamérica sostenida en un húmero: en una delgada línea de saliva: de la espada de quien arrancó la lengua a túpac amaru hasta las botas bien lustradas y los colmillos astillados de pinochet/videla/morales bermúdez/banzer/fujimori/etc: la nostalgia de la limpieza étnica y de la lengua impura: del poder de la cruz y la espada: ¿es esto lo que hemos dejado?: pequeñas sanguijuelas escriben con su movimiento ondulante páginas inútiles con el lenguaje de la crueldad: el relato de la obscenidad: el orden en la gramática de lo bien escrito mil veces en un cuaderno escolar: y ningún desaparecido: ningún mar escrito con las vértebras del ausente: ninguna calle que conserve las siluetas de la memoria: ningún ruido ningún murmullo: solo cuerpos expuestos y mudos en la sombra de la tachadura: en la página borrada: en la línea anulada:
bajo una roca
(de NOISE. Momentos frágiles)
*(Casa Grande-Perú, 1976). Escritor y gestor cultural. colaborado en diversos medios periodísticos, como los diarios La Primera, La Industria y Correo. Como gestor cultural, impulsa actividades culturales y contraculturales con el proyecto nó.made: pensamiento, arte y acción. Ha publicado diversas plaquetas de poesía y los libros Óxido (2007) y Cuaderno secreto de una persona secreta (2024).


