Por Jesús Taboada*
Crédito de la foto (izq.) www.jesustaboada.blogspot.com /
(izq.) Bodohón Eds.
1 poema de El aire en la vela (2024),
de Jesús Taboada
LAUREL AMARGO
— A LA SOMBRA DEL OLIMPO —
Y mató a la serpiente
y la carne de la serpiente se hizo
tierra en la tierra del oráculo.
Los sarmientos de la lira se dejaron atropellar por la catana de las autopistas.
El fermento de las grutas dejó de responder al eco insomne de las cumbres.
En un escalofrío, el alarido de Casandra recorre los crepúsculos.
La nieve se instaló blanda en la agrietada armonía de los torsos.
Atraviesan los desfiladeros buhoneros con quincalla en los serones.
En la playa anónima, hombres tienden al mar redes con que atrapar lo imposible.
Y en sus manos vio,
no una cabeza de león,
la némesis de su propio hijo.
Tierra aferrada al buril del relámpago en la piedra.
Tierra nutricia en el detritus de la vida calcinada.
Tierra hecha voz en el clamor de las cigarras.
Tierra batida por la sal y por la solemnidad del remo.
Tierra violada que, sin lengua, borda en la luz el crimen.
Tierra amamantada por las calcáreas ubres del desafío.
Tierra sometida, abolida, nunca genuflexa.
Tierra de olivos y de resinas.
Tierra de tamujos y de ciclámenes.
Tierra de estramonios y chotacabras.
Tierra hendida por gigantomaquias y agrestes bucólicas.
Tierra del dolor, del que exhumar los fundamentos.
La tierra desoyó las amenazas de Hera y se hizo isla,
isla a la deriva en la que el corrosivo sol sana.
La tierra fue fuego Fue frío Fue piedra Fue pez Fue ave Fue espiga
Por las sendas tortuosas del regreso Perséfone libó el fruto del granado
Fue glaciar Volcán Fue Delos Luego Delfos Frontispicio Fue tabernáculo
Fue limo Fue costilla Fue manzana Fue gacela Inquisiciones Fue Lepanto
El mono saltó a tierra y se irguió indefenso Pero la tierra se abrió el vientre
para que en el laberinto de sus tripas pudiera el miedo conjurar bisontes
Fue África Fue Asia Fue Europa Fue América Oceanía Confín Punto de partida
Fue hueso Fue lasca Fue bronce Fue hierro Luego fue pólvora Y plástico
Fue súbdito Ciudadano Fue procónsul Fue cliente Vasallo Esclavo Funcionario
En la ensenada roturada por uñas sulfurosas Deméter reencontró a Diónisos
Aquella voz que en su textura conservaba aún la hiel del primer vagido
amamantó la lira de Orfeo en su linfa hipnótica Fue Cibeles Pandora Ava Gardner
Dea madre Gea nutricia Terrible Indiferente Generosa Solícita Implacable
Maternidad sin gamellas Sin cosméticos Maculada Sin gangrenas Uterina
En la paciente soledad de la germinación y de los barbechos
Tierra hendida por el relámpago Por el seco pedernal del pensamiento
Tierra regada con sándalo Con uva y miel Con sangre rigor y lágrimas
Sus ojos abrasados se humedecieron
en la risa, y a la risa
divina sobre todo proclamaron.
Pero los hombres tendieron puentes al mar, rompiendo el equilibrio.
Inundaron las secas vaguadas con sus aparatosos carros de combate.
Bebían narcóticos triunfos en las palabras del ciego, que a cada hemistiquio
iba golpeando con el bastón la tierra. Pero ellos no la escuchaban, la tierra.
Sordos al contrapunto fatal que va tensando el manar de la cadencia.
En plena rapsodia, cayeron estrepitosamente los escudos de las paredes.
No vengues, hijo doliente,
con tu dolor
al amigo muerto.
Quien apaga un alma en el reflujo la propia apaga.
Llovieron cenizas. Llovieron arenas. Llovieron horas.
La trilla, quieta. El lagar, dormido. Y llovió Zeus.
Llovió de nuevo como siempre había llovido.
Germinando códigos en la plaza. Y monedas. Y trirremes.
Llovieron tribunas. Llovieron imperios. Llovieron colonias.
La mar iba tragando todas las aguas en el abismo.
Llovió sobre las frías ciudades calcinadas.
Llovió sobre el páramo del animal sediento.
Llovió sobre la espiga todavía verde.
Llovió sobre el navío, cargado del botín de los regresos.
Llovió con una guirnalda de colores en la frente.
Llovió sobre los líquenes que envolvían en cartón las rocas.
Llovió sobre el niño, segado sin piedad de la placenta.
El agua fue premisa Fue Eros Argo Escila Cíclope Proteo Fue Onasis
Fue hipocampo Calamar Delfín Sardina en clandestinidad Reptil Fue mamífero
Anadiomene nació de la espuma del mar apoteósica de crímenes
y de otros monstruos plateados Fue Castalia Fue Narciso Deucalión Fue Safo
Surcando las corrientes del Ebro la cabeza de Orfeo al alba arribó a Lesbos
El agua fue Nilo Fue Ganges Fue Tigris Peneo Fue Tíber Mediterráneo
Agua que arrastra Agua que horada Agua que disuelve Agua que en niebla
empapa las achicharradas órbitas y lubrica duras palabras Agua que limpia
El agua fue viaje Fue papiro Atenea poliada Fue frontera Fue Heráclito
Fue Knossos Fue Yolcos Fue Pireo Marsella Alejandría Fue Roma El Dorado
El pez de las catacumbas prometió elíseos para engañar la sed y el hambre
Se encogió en idilio decorativo por las paredes del usurero Espejismos
Fue clepsidra Fue brújula Fue América Fue Versalles Y sus adornos líquidos
Luego vinieron los piratas parcheados con sus oscuros trajes de chaqueta
Pero a lomos del delfín la música se había salvado Agua que eres
Poseidón y Océano y Escamandro y Tíber y Genil y Danubio y Amazonas
Somos sólo ambición y barro que piensa y que destruye Haznos limpios
Etéocles el patriota,
y el ambicioso
traidor Polinices
Las aguas milagrosamente se separaron, pero sólo para los elegidos.
Los demás, en la vorágine desorientados, carnaza para el deterioro.
La ley del talión, incluso derogada, impuso el dogal de los mejores.
Pero los mejores siempre lo son a costa del nosotros.
Creíamos enterrar el cetro en la congregación de los hoplitas.
Pero el hoplita resultó diligente hijo de Ares, segador de almas.
Desde entonces las Erinias
fueron aplaudidas
cual maquilladas Euménides.
La noche cubrió los ojos. Parcheó su furia.
Insoportable noche de dolor. Noche de horror
y de impotencia, comisarías. Los quirófanos,
cerrados. Los interrogantes, a punta de pistola.
Noche del amor oculto y del patíbulo sin luna.
Las cumbres del Olimpo, coronadas de niebla,
en su majestuosa indolencia olvidan que a sus pies
la vida esconde siempre un ligero sabor amargo.
Noche oscura en la espesura de la incertidumbre.
Noche en el devenir de la acción en circunstancia.
Noche de la dignidad pintarrajeada de hematomas.
Noche del Titán devorando a sus criaturas.
Horroroso trinar, el ruiseñor del apocalipsis.
Y, sin embargo, cuando dos manos se anudan,
¿no hemos visto una y otra vez renacer en la luz los ojos?
La luz fue día Fue palabra Fue hambre de fruto De cuerpo De alma
La luz fue robada y a la roca encadenado el ladrón Despojo para el águila
La luz fue Aurora Fue Selene Fue Apolo Fue Jesús Fue Mahoma Luis XIV
La luz fue candil Bola de sebo Mecha Fue compás Carabela Fue cisma Auto de fe
La luz fue Homero Fue Epicuro Fue Cervantes Cernuda Franco Hitler Pemán
La luz es ciega Fue lumbre Rastrojo Tiresias Fasces Revolución Fue bombilla
Fue eclipse en las manos del chamán Armiño absolutista Solio del plutócrata
La luz dora la uva que pende en la cepa De su sopor despierta a la lagartija
La luz con el pedernal penetró hasta el sombrío confín de las cavernas
La luz fue carbón Fue buril Fue paloma Fue imprenta Fue petróleo
Sobre el ascenso fatal de la trucha Schubert hizo tintinear una luz romántica
Ciega porque en sus entrañas aún bombea el rítmico corazón de las tinieblas
Farolillo en la verbena Tarántula en palacio Tenaza del verdugo Hongo atómico
Calculado equilibrio de almíbares en la hipnosis del supermercado
Rememora su origen apoteósico en la humilde intimidad de los braseros
Europa nació de un rapto Impuso el qué sobre el cómo Fue catástrofe Divisas
Faetón quiso conducir el carro de la luz pero la luz no admite bridas
Fue volcán que destruye y crea Fue testigo de mano en mano Alba en pos de un alba
Con el cárdeno otoño Perséfone se despide y regresa al cobijo de las sombras
Luz que en la mar y en el mármol dueles Y en las noches del pensamiento
Haznos razón pasión utopía Complejos transparentes Haznos dignos
Y alzando hacia la luz junto al olivo
al recién nacido en sus manos
le mostró el mundo.
*(Granada-España, 1960). Narrador, poeta y traductor. Licenciado en Filología Clásica. Fue profesor de griego por casi 40 años en Almería y Madrid. Estudió cinematografía, guion de cine e interpretación dramática, griego moderno y literatura neohelénica. Obtuvo el Premio de Novela Corta Francisco Umbral (1997), Premio Decano Pedrol (1999) y Premio de Traducción Antonio Tovas (2007-2008), Ha publicado Musa celeste I, un recorrido narrativo por los antiguos mitos griegos (2006), Musa celeste II, Los grandes ciclos: Heracles, Jasón y Troya (2008), Anochece pronto (1998), La lectura (2014), Tarde de toros, Jolgorio pánico-musical en busca de música (2015), ¿Puedo hacer algo por usted? (2017), Wonderworld (2022) y El aire en la vela (2024).