Sobre «La máquina de limpiar la nieve» (2024), de Rocío Silva Santisteban

 

Por Rocío del Águila Gracey*

Crédito de la foto (izq.) archivo de la Ed. /

(der.) Hipatia Eds.

 

 

Algunos apuntes sobre migración, globalización

y ejercicio poético en La máquina de limpiar la nieve

de Rocío Silva Santisteban**

 

 

El nuevo poemario de Rocío Silva Santisteban, La máquina de limpiar la nieve (2024), nos enfrenta a una realidad constante en la actualidad: la migración producto de la globalización y el neoliberalismo, y la consecuente experiencia de soledad y desamparo frente a una realidad hostil contra los extranjeros.

El libro está compuesto por veintidós poemas divididos en un poema inicial que da título al poemario, tres secciones y un epílogo. El poema introductorio, también nombrado “La máquina de limpiar la nieve”, presenta las principales temáticas que se desarrollarán en los poemas subsecuentes: la vida de los migrantes trabajadores, el orden y el caos de las grandes ciudades, la temporada invernal cruda y adversa del noreste estadounidense, y la incertidumbre de la voz poética frente a una realidad que cambia constantemente y que desafía su posición en el mundo.

La imagen de la máquina que limpia simboliza la situación de vulnerabilidad que experimenta la clase obrera migrante en las grandes urbes globalizadas. El operador de la máquina lucha y quiebra con el desorden y el caos, representados por la nieve, que no dejaría avanzar a la sociedad. También se menciona un ruido insoportable de algo que está allí, pues su función consiste en mejorar la calidad de vida de las personas y, al mismo tiempo, no quiere ser descubierto ni nombrado por esas mismas personas. Ese ruido representa al migrante trabajador, base del funcionamiento del capital, pero que no es reconocido ni tomado en cuenta por la sociedad.

 

 

La nieve funciona como presagio de un invierno crudo y adverso, lo cual, a su vez, refleja las circunstancias en que viven a diario quienes deciden probar suerte en otros países. La pureza inicial de la blancura de la nieve, que funciona como metáfora de la ilusión y la expectativa de llegar a un nuevo lugar, se vuelve mugre y repulsiva con el paso de los días y el tránsito de peatones y carros. Así, la situación primera de ilusión frente a lo nuevo se desbarata al descubrir una realidad mucho más compleja y desafiante frente a idiomas diferentes, los viajes y el tránsito constante, tener que empezar de cero con una hija pequeña, hacerse cargo de sí misma y la hija en una ciudad totalmente nueva y sin familia o allegados al comienzo, como señala en el siguiente verso: “Aquí no somos nada” (Silva Santisteban, p. 18). La imagen de la nieve también nos permite pensar en la geografía del exilio, específicamente en la costa este de Estados Unidos de América: Boston y Nueva York. Caracterizado por la oscuridad y un ambiente gélido, este invierno representa la adversidad frente al territorio extraño, pues se menciona la dificultad para caminar en la nieve y tener que lidiar con ratas, lo cual demuestra la vulnerabilidad presente en la vida cotidiana desde el exilio.

Otros temas presentes en los poemas, que se encuentran ligados a la globalización, son el tránsito, el flujo constante de gente y los desplazamientos por ciudades, aeropuertos y trenes. Ejemplo de esto es la sección sobre la estancia en República Checa, Praga. Asimismo, este flujo de personas y movimiento hace un llamado a reflexionar sobre el papel de la lengua materna y los afectos frente a la incógnita de cómo hacer convivir tantas lenguas extranjeras en un solo territorio o cómo mantener la propia subjetividad ante el desborde de lo extraño y ajeno.

Frente a la temática de la migración, me parece resaltante el uso de los recuerdos para activar las memorias afectivas. Se rememoran los nuevos lazos de comunidad establecidos en el viaje. El poemario está dedicado a diversas amistades, compañeros/as de estudios y profesores. También se hace referencia a la relación con la familia, específicamente con la hija que acompaña en este trayecto hacia el norte, y quien también emprende su propio viaje de crecimiento y maduración, así como el encuentro en Nueva York con el hermano y el abrazo que los une a pesar de las distancias marcadas por el exilio.

El viaje y establecimiento en un nuevo lugar también implica rememorar la ciudad de origen, Lima, y la vida que se tuvo que abandonar: “no hay tiempo para extrañar/ […]/ las noches nubladas cruzando en un taxi/ la ciudad/ sin sentirme vulnerable como ahora,/ sino la dueña del mundo” (Silva Santisteban, p. 17). ¿A qué se refiere la voz poética cuando indica que era la dueña del mundo? Considero que Silva Santisteban hace un buen uso del lenguaje poético para plasmar la sensación de añoranza por una vida que se dejó atrás. Las experiencias pasadas se recuerdan con nostalgia porque aparentemente son agradables, ya que no implicaban salir del espacio de confort y seguridad. Sin embargo, la vulnerabilidad que siente al anhelar ese pasado no es otra cosa que la experiencia de vivir en una megalópolis, la cual va carcomiendo la individualidad de la voz poética y la aleja de sí misma, como señala en los siguientes versos:

me siento alejada de mí misma/ porque en realidad la que soy/ quedó allá, con sus taxis, su cartografía,/ su exacta ansiedad multiuso/ y esa fortaleza un poco ambigua/ que ahora envidio con resignación (Silva Santisteban, p. 19).

 

La poeta Rocío Silva Santisteban

 

La añoranza y la resignación funcionan como críticas al neoliberalismo que nos obliga a abandonar nuestras patrias y enfrentarnos a un mercado deshumanizador y violento frente al extranjero.

Finalmente, en los poemas “Un pacto con Dios” y “Mariposa negra (einmal ist keinmal)”, Silva Santisteban emplea la estrategia de la confesión para presentar un tópico que ya se encuentra en sus otras obras publicadas: la temática del cuerpo y la subjetividad femenina frente a los mandatos de la sociedad y la idea de perfección. En intimidad, enumera sus imperfecciones y los recuerdos físicos y emocionales que la acompañan, que la hacen ser quien es y los entrega en comunión con Dios para liberarse de esa carga, como señala a continuación: “toma, te doy lo que me diste,/ las partes oscuras y los minutos de las cosas” (Silva Santisteban, p. 61) y “te ofrezco eso y las alas de la mariposa/ que se cansa en pleno vuelo y sabe/ que no hay rama para contenerla” (Silva Santisteban, p. 62). Frente a este desamparo, la mariposa —que puede simbolizar el deseo, la pasión y el ejercicio poético— cierra el poemario como aquella imagen que regresa de noche a alborotar la casa, la soledad y los recuerdos, la cual es aplastada y eliminada para luego retornar al ejercicio poético.

El nuevo trabajo poético de Rocío Silva Santisteban nos permite pensar en el valor de la poesía frente a las actuales crisis políticas y sociales mundiales. La experiencia humana y la propia modernidad tienen su origen en la migración y en el constante tránsito de grupos humanos. Evidentemente, esto trajo/trae consigo respuestas violentas y hostilidad ante lo nuevo y desconocido. La importancia del ejercicio poético recae en valorar estas experiencias individuales y comunitarias movidas por el mercado neoliberal y el caos de la globalización que presentan nuevos espacios de sobrevivencia.

 

 

 

 

 

 

*Poeta. Doctora en Culturas Latinoamericanas, Ibéricas y Latinas por el Centro de Graduados de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (EE.UU.). Magíster en Estudios Hispánicos por la Universidad de Illinois en Chicago (EE.UU.) y magíster en Estudios de Género por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Trabaja en el Departamento de Estudios Hispánicos del College of William & Mary (EE.UU.). Obtuvo el premio Marielle Franco, sección de Género y Feminismo de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA, 2021). Ha publicado en poesía La falsa piel que me habita (2013), Infinito (2015) y Morada de los cuerpos de barro (2022).

 

 

 

**(Perú). Poeta y narradora. Doctora en Literatura Hispánica por la Universidad de Boston (EE.UU.), con estudios en género, derecho y ciencias políticas. Ha publicado en poesía La máquina de limpiar la nieve (2024), entre otros, y en cuento El Quemadero (2023), entre otros. Obtuvo el Premio Copé de Plata (Poesía, 1986 y 2005). Se desempeñó como directora de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos de Perú (2011-2015) y congresista por la coalición de izquierda Frente Amplio. En 2018 se publicó Venas negras: estudios sobre la poética de Rocío Silva Santisteban, editado por Luis Hernán Castañeda, Patricia Saldarriaga y César Lengua; y, en 2023, Hijas del horror: Rocío Silva Santisteban y Regina José Galindo de Bethsabé Huamán.

 

 

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