Selección de 9 poemas de Rodrigo Garcia Lopes

 

 

Por: Rodrigo Garcia Lopes

Traducción: Reynaldo Jiménez

Crédito de la foto: Elisabete Ghisleni

 

 

Selección de 9 poemas de Rodrigo Garcia Lopes

 

 

El fotógrafo

 

No perdía tiempo con las palabras

“¿En verdad amas?”

Desnudo, en el balcón del hotel en Tánger,

a propos de rien

mirando la escena como quien celebra —

Un vaso de jugo, cigarros, ideogramas chinos,

tarjetas postales y fotografías

esparcidos en una mesa negra:

el piano de Einstein

tejía líneas de fuga

formando espirales

que desaparecían.

Imagista obsesivo, había penetrado

al otro lado del espejo y salido

en procura de Alice y del conejo de la luna.

“Alerta de nieve el domingo”. En el desierto,

“todo es phanos: esas nubes distantes elaborándose

y reflejándose de vuelta

en el espejo de la piscina”.

“¿Vienes?”.

Entonces fotografiaba el futuro, apreciaba un proceso

de veni-a-ser, ondulaciones y el aire-reflejo de las ondas

después de un cuerpo sumergir.

El mundo todo en un clic.

Arquero de Herrigel,

la ruleta rusa del mirar

dispara flechas a la deriva, en dirección al cielo,

revelando polaroids & esquizofrenia.

Ruido de océano y pájaros

mixándose con las imágenes

sin sonido del video.

Tú imaginando la nieve, breve,

de nuevo cayendo como antes,

nuestras caras disolviéndose con las ramas

ahora distantes

llevadas para siempre

por la violencia del viento.

Todo se solidifica.

La línea del cielo retiene el último poniente

hasta que explote el índigo de la noche.

Ondas de oxígeno: un cielo de seda.

A la velocidad del tiempo, un aparato

acondiciona el aire, humedece nuestras voces.

Una sucesión de flashes

nos mixa con cartas y fotografias, blancas, en una mesa.

Las mismas imágenes

vuelven mezcladas a los ruidos

y la alucinación de lo real recomienza:

el fotógrafo había decidido

dejarse llevar por la furia de los eventos, seguir

las pistas sutiles de los jeroglíficos

y recoger los datos en silencio.

Afirmar:

los instantes ya no serían

tensos como antes sino

intensidades,

temperaturas, imprevisibles

retornos.

La luz azul de ozono oscila y acaricia

tus retinas —

nubes dirigidas por el viento

Sur,

Te inclinas sobre él,

el vidrio del cielo te silencia, seco,

con la sed de un desierto.

Dedos

trémulos

ojos nómades

desenredan sombras

gatos-péndulos caen sobre la grama: fotografiamos.

Los sentidos picotean como palomas

— como pueden —

después levantan vuelo

Sin nuestro sí. Zoom, o

nuestros ojos cruzando la escena

líneas de fuga se supersonizan, en este desierto,

volumen de ondas simulan Odessa

o Santorini, volcánica.

Esa lluvia:

el sonido de la radio sibila con el redoblar de los árboles

perdido en la estática, en la imposibilidad de las estaciones.

La estrella de la mañana ecualiza

nuestro sentido de tiempo y dirección.

Estas palabras:

octubre u otoño, otro año.

Veo la nieve en la TV fuera del aire

cayendo en ti.

 

 

 

las cerezas

pueden

 

parecer

amargas

 

si nada sabes

del solitario sabor

 

experiméntalas

antes

 

mientras

todavía

 

sean

flores

 

De Solarium

 

 

 

Fugaz

 

Pasaje por un paisaje,

lugar de dónde, de ayer, de cuándo,

cuántas palabras quedaron faltando

en la boca llena de imágenes.

 

El otro es quien quedó al margen,

en el espanto de un pronombre,

en una brisa suave,

el otro es como un hambre,

pluma a la deriva, a la distancia, o casi.

 

Extraño en su propio viaje,

botella con un mensaje,

mirar durando en una flor,

sin nombre, secreta, salvaje.

 

Destierro, agua bebida en un tren,

pieza incompleta, fiesta diferida, vértigo,

la cabeza siempre en alguno,

yo otro, yo todos, ninguno.

 

De Visibilia

 

1

 

Zeitgeist

 

Noqueando celebridades disfrazadas de pingüinos

Monitoreando la movida de las transacciones y farsas alpinistas

Serpenteando entre escalinatas claveteadas de citas

Estirando la pata del crepúsculo con el bebé de la aurora dentro

Llegando firme a la división con la mentira, pisándole el callo a la calumnia

Coleccionando stocks de paciencia y delatores pederastas

Pellizcando morenas de fiberglass y píxeles de altísima definición

Tirándoles la oreja a los marquetineros, agarrando del pescuezo al obispo millonario

Mostrándole tu catálogo de golpes de jiu-jitsu a los web designers

Asustando editores de moda con crucifijos de mierda

Partiendo a la ignorancia por encima de las floristerías

Acuchillando la mañana y las buenas intenciones con tu daga afilada

Pulverizando jugadores de genoma y modelos chipadas

Dando uso general a los archivos adulterados de los tribunales de justicia

Asaltando pochocleros metafísicos y banqueros artistas de fin de semana

Distribuyendo pirulines de ácido entre críticos literarios

Rompiéndole la boca a la razón con denuncias inconsecuentes

Estrangulando dulcemente a la tarde cargada de cámaras de video & trance music

Predicando la irresponsabilidad fiscal, y anthrax para todos,

Rifando el shopping completo de ideas fijas con un grito de jihad

El hombre-bomba entra en el poema.

 

De Nômada

 

 

 

Google Earth

 

Este dolor es muy antiguo.

Un Coloso de Rodas, visto de arriba,

El Museo Británico, el Taj Mahal,

El Pan de Azúcar, el Atacama, un parque en Lima.

 

Antes ella se sabía de memoria el Bhagavad-Gitã,

La oración del mediodía,

La Torá, el Necronomicón,

Las inscripciones en la tumba de Akenatón.

 

En la arena sufría un Grial.

Sentía el remordimiento del mar.

 

Se parece a Kefrén, vista así

de frente, y de costado a nadie.

Ayer parecía más antigua. Hoy, ni

moretón: no se parece a nada.

 

scs

 

Los perros detectives

 

Los perros detectives

en sus gabanes negros

nunca desisten —

olisquean dunas, en dupla,

toman la playa por sorpresa

jaibas telépatas

 

los perros detectives

muerden la neblina de la marejada

investigan

gaviotas suicidas

pesqueros siniestros

matas que meditan

el mar y su mantra

el estruendo de las olas

siempre otras

 

dilucidan mis

pisadas en la arena

olas terroristas

surfistas suspechosos

otros perros

por toda la tarde

en busca de pistas

 

los perros detectives acechan

el sílex beige de las dunas

la caída kamikaze, vertical

de los chapuzones

y nunca se dejan engañar

son perros detectives canallas

sueltan pistas que las olas ocultan

cuando estallan

 

perros sin dueño, detectives,

se las rebuscan en la playa

y saben ser cabrones también

latiendo sus enigmas

presionando víctimas

ocultos por la restinga

o disfrazados de humanos

 

los perros detectives se colocan

en la piel de su presa

y no desisten de las jaibas

hallan sus alibis

en los labios de las olas

única evidencia

la playa y su collar de perlas

el mar es testimonio

 

también se divierten

con el viento sur

orejas

entre las patas

ojos cerrados de espera

cuando del día retrazan las pisadas

los perros negros detectan

la verdad, pez podre,

se levantan y siguen

hasta que la tarde se entregue.

 

De Estúdio Realidade

 

 

 

El imperio de los segundos

 

Si yo fuese a parar para saber

el sabor de este instante

no iría jamás a percibir

de qué está hecho el durante,

 

la carne de cada segundo,

minuto de cada poniente

de que esá hecho este mundo,

sangre, esperma, polvo,

 

no iba jamás a acordarme

de la trama de la tarde, museo

donde moran las viejas horas,

ni el duro rostro de este otro

 

otoño, materia, misterio,

ni la memoria, ese mármol

en flujo, rugido en estéreo

de una incesante catarata.

 

 

 

Crápula, el poeta

 

Preso en el departamento

de sus ideas fijas,

Conspira solo.

La envidia es su vicio.

 

Asesino del poniente

Y líricas reputaciones

Obsesivo demente

Sin crepúsculo ni escrúpulo.

 

Desde la ventana, con desprecio,

Como una pantalla de tevé,

Vuelve mierda y resentimiento

Las cosas que él ve.

 

Bicho hecho de odio,

Psicópata del verso,

Revuelca, poeta sordo,

Tu pastoral en la basura.

 

 

 

Mar de los sargazos

 

En las playas somnolientas de tu dorso

Dedos ávidos crean dunas de caricia,

Septiembre, sirena de lúdicas delicias,

Exploro tu litoral sin patente de corso.

 

Entro en la ensenada gentil de tu mente

sin vestigio de pisada humana.

Lanzo el ancla sutil que me prende

a la realidad que de todo emana.

 

Pirata de un sonámbulo Caribe

Rapto la playa en forma de mujer

que todo oculta, trama, pero que exhibe

 

Mi isla del tesoro donde campanas de viento

Despiertan desde tus más íntimos destierros,

Toman por asalto mi pensamiento.

 

De Experiências Extraordinárias

 

—————————————————————————————————-

(versión original em português)

 

9 poemas de Rodrigo Garcia Lopes

 

 

O fotógrafo

 

Não perdia tempo com palavras

“Você ama de verdade?”

Nu, na sacada do hotel em Tanger,

a propos de rien

olhando a cena como quem celebra –

Um copo de suco, cigarros, ideogramas chineses,

cartões postais e fotografias

espalhados numa mesa negra:

o piano de Einstein

tecia linhas de fuga

formando espirais

que desapareciam.

Imagista obsessivo, ele havia penetrado

no outro lado do espelho e saído

à procura de Alice e do coelho da lua.

“Previsão de neve no domingo”. No deserto,

“tudo é phanos: essas nuvens distantes se elaborando

e refletindo-se de volta

no espelho da piscina”.

“Você vem?”.

Então fotografava o futuro, apreciava um processo

de vir-a-ser, ondulações e o ar-reflexo das ondas

depois de um corpo mergulhar.

O mundo todo num clic.

Arqueiro de Herrigel,

a roleta russa do olhar

dispara setas à deriva, em direção ao céu,

revelando polaroides & esquizofrenia.

Ruído de oceano e pássaros

se mixando com as imagens

sem som do vídeo.

Você imaginando a neve, breve,

de novo caindo como antes,

nossas faces se dissolvendo com os galhos

agora distantes

levados para sempre

pela violência do vento.

Tudo se solidifica.

A linha do céu retém o último poente

até que ele explode o índigo da noite.

Ondas de oxigênio: um céu de seda.

À velocidade do tempo, um aparelho

condiciona o ar, umedece nossas vozes.

Uma sucessão de flashes

nos mixa com cartas e fotografias, brancas, numa mesa.

As mesmas imagens

voltam misturadas aos ruídos

e a alucinação do real recomeça:

o fotógrafo havia decidido

se deixar levar pela fúria dos eventos, seguir

as dicas sutis dos hieróglifos

e recolher os dados em silêncio.

Afirmar:

os instantes não seriam mais

tensos como antes mas

intensidades,

temperaturas, imprevisíveis

retornos.

A luz azul de ozônio oscila e acaricia

suas retinas —

nuvens dirigidas pelo vento

Sul,

Você se debruça sobre ele,

o vidro do céu te silencia, seco,

com a sede de um deserto.

Dedos

trêmulos

olhos nômades

desembaraçam sombras

gatos-pêndulos caem sobre a grama: fotografamos.

Sentidos se bicam como pombas

— como podem —

depois levantam voo

Sem nosso sim. Zoom, ou

nossos olhos cruzando a cena

linhas de fuga se supersonizam, neste deserto,

volume de ondas simulam Odessa

ou Santorini, vulcânica.

Essa chuva:

o som do rádio sibila com o rufar das árvores

perdido na estática, na impossibilidade das estações.

A estrela da manhã equaliza

nosso senso de tempo e direção.

Estas palavras:

outubro ou outono, um outro ano.

Eu vejo a neve na TV fora do ar

caindo em você.

 

De Solarium

 

 

 

cerejas

podem

 

parecer

amargas

 

se você nada sabe

do solitário sabor

 

experimente-as

antes

 

quando

ainda

 

forem

flores

 

sfsa

 

Fugaz

 

Passagem por uma paisagem,

lugar do onde, do ontem, do quando,

quantas palavras ficaram faltando

na boca cheia de imagens.

 

O outro é quem ficou à margem,

no espanto de um pronome,

numa brisa suave,

o outro é como uma fome,

pluma à deriva, à distância, ou quase.

 

Estranho em sua própria viagem,

garrafa com uma mensagem,

olhar durando numa flor,

sem nome, secreta, selvagem.

 

Desterro, água bebida num trem,

peça incompleta, festa adiada, vertigem,

a cabeça sempre em alguém,

eu outro, eu todos, ninguém.

 

De Visibilia

 

 

 

Zeitgeist

 

Nocauteando celebridades disfarçadas de pingüins

Monitorando a muvuca das transações e trapaças alpinistas

Serpenteando entre escadarias cravejadas de citações

Chutando o balde do crepúsculo com o bebê da aurora dentro

Chegando firme na dividida com a mentira, pisando o calo da calúnia

Colecionando estoques de paciência e delatores pederastas

Beliscando morenas de fiberglass e pixels de altíssima definição

Pegando marqueteiros pela orelha, levando o bispo milionário pelo pescoço

Mostrando seu catálogo de golpes de jiu-jítsu para web designers

Apavorando editores de moda com crucifixos de merda

Partindo pra ignorância pra cima das floriculturas

Esfaqueando a manhã e as boas intenções com sua adaga afiada

Pulverizando jogadores de genoma e modelos chipadas

Dando geral nos arquivos adulterados dos tribunais de justiça

Assaltando pipoqueiros metafísicos e banqueiros artistas de fim de semana

Distribuindo pirulitos de ácido para críticos literários

Arrebentando a boca da razão com denúncias inconsequentes

Estrangulando docemente a tarde carregada de câmeras de vídeo & trance music

Pregando a irresponsabilidade fiscal, e anthrax para todos,

Rifando o shopping lotado de idéias fixas com um grito de jihad

O homem-bomba entra no poema.

 

De Nômada

 

 

 

Google Earth

 

Essa dor é muito antiga.

Um Colosso de Rodes, visto de cima,

O Museu Britânico, o Taj Mahal,

O Pão de Açúcar, o Atacama, um parque em Lima.

 

Antes ela sabia de cor o Bhagavad-Gita,

A oração do meio-dia,

A Torá, o Necronomicon,

Os inscritos na tumba de Ikhnáton.

 

Na areia sofria um Graal.

Sentia o remorso do mar.

 

Parece com Quéfren, vista assim

de frente, e de lado com ninguém.

Ontem parecia mais antiga. Hoje, nem

mágoa: não se parece com nada.

 

 

 

Os cães detetives

 

Os cães detetives

em seus capotes negros

nunca desistem —

farejam dunas, em dupla,

pegam a praia de surpresa

siris telepatas

 

os cães detetives

mordem a neblina da maresia

investigam

gaivotas suicidas

pesqueiros sinistros

matas que meditam

o mar e seu mantra

o estrondo das ondas

sempre outras

 

elucidam minhas

pegadas na areia

ondas terroristas

surfistas suspeitos

outros cães

por toda a tarde

em busca de pistas

 

os cães detetives espreitam

o bege sílex das dunas

a queda kamikaze, vertical

dos mergulhões

e nunca se deixam enganar

são cães detetives caiçaras

soltam pistas que as ondas ocultam

quando explodem

 

cães sem dono, detetives,

dão seu batente na praia

e sabem ser sacanas também

latindo seus enigmas

pressionando vítimas

ocultos pela restinga

ou disfarçados de humanos

 

os cães detetives se colocam

na pele de sua presa

e não desistem dos siris

acham seus álibis

nos lábios das ondas

única evidência

a praia e seu colar de pérolas

o mar é testemunha

 

também se divertem

com o vento sul

orelhas

entre as patas

olhos cerrados de espera

quando do dia retraçam as pegadas

os cães negros detectam

a verdade, peixe podre,

se levantam e seguem

até que a tarde se entregue.

De Estúdio Realidade

 

 

 

O império dos segundos

 

Se eu fosse parar pra saber

o sabor deste instante

não iria jamais perceber

do que é feito o durante,

 

a carne de cada segundo,

minuto de cada poente

de que é feito este mundo,

sangue, esperma, poeira,

 

não ia jamais me lembrar

da trama da tarde, museu

onde moram as velhas horas,

nem o duro rosto deste outro

 

outono, matéria, mistério,

nem a memória, esse mármore

em fluxo, rugido em estéreo

de uma incessante cachoeira.

 

gd

 

 Crápula, o poeta

 

Preso no apartamento

de suas ideias fixas,

Conspira sozinho.

A inveja é seu vício.

 

Assassino do poente

E líricas reputações

Obsessivo demente

Sem crepúsculo nem escrúpulo.

 

Da janela, com desprezo,

Como uma tela de tevê,

Vira merda e ressentimento

As coisas que ele vê.

 

Bicho feito de ódio,

Psicopata do verso,

chafurda, poeta surdo,

sua pastoral no lixo.

 

 

 

Mar dos sargaços

 

Nas praias sonolentas de seu dorso

Dedos ávidos criam dunas de carícia,

Setembro, sereia de lúdicas delícias,

Exploro seu litoral sem carta de corso.

 

Entro na angra gentil da sua mente

sem vestígio de pegada humana.

Lanço a âncora sutil que me prende

à realidade que de tudo emana.

 

Pirata de um sonâmbulo Caribe

Rapto a praia em forma de mulher

que tudo oculta, trama, mais que exibe

 

Minha ilha do tesouro onde sinos de vento

Despertam de seus mais íntimos degredos,

Tomam de assalto meu pensamento.

 

De Experiências Extraordinárias

 

 

 

 

 

*(Londrina-Brasil, 1965). Escritor, poeta, compositor, periodista y traductor (Whitman, Rimbaud, Plath, Riding, The Seafarer, entre otros). Autor del CD Polivox, el libro de entrevistas Voces y Visiones (con Ginsberg, Laurie Anderson, Cage, Ashbery, Burroughs, entre otros) y los libros de poemas Solarium, Visibilia, Polivox, Nômada, Estúdio Realidade y Experiências Extraordinárias. Desde 2002 edita, con Marcos Losnak y Ademir Assunção, la revista Coyote. En 2013 dio a conocer el CD Canciones del Estudio Realidad. En 2014 publicó la novela policial El Troubadour. Sitio oficial www.rgarcialopes.wix.com E-mail: rgarcialopes@gmail.com