“Si empezás a pensar, se termina el poema”. Entrevista a Patricia González López

 

Por Augusto Munaro

Crédito de la foto (izq.) Ed. Santos Locos

(der.) www.arrebatosaliricos.blogspot.com

 

 

“Si empezás a pensar, se termina el poema”.

Entrevista a Patricia González López

 

 

El departamento de Patricia González López está ubicado en pleno centro porteño, en el barrio de Retiro, a escasos metros de plaza San Martín. Vive con dos gatos y tiene una biblioteca repleta de cientos de libros de poesía. Acaba de publicar su quinto poemario, Otro caso de inseguridad (2018), uno de los libros más intensos que he tenido el agrado de leer. Versos de un lirismo feroz, desengañado, sin abandonar jamás su pulso notablemente sensible. Una operación de sinceridad a favor de la verdad poética. Poemas que conmueven por el grado de emoción que originan. Vallejo & Co. tuvo el privilegio de conversar con ella.

 

La poeta Patricia González López.
Crédito de la foto Guadalupe Lombardo

Entrevista

 

Augusto Munaro [AM]: ¿Cómo nació Otro caso de inseguridad?, ¿cuál fue su origen?

Patricia González López [PGL]: El libro al principio fue una conclusión que saqué a partir de unos poemas que había escrito, los que aparecen al principio del libro. Leí lo que estaba escribiendo y me dije “es otro caso de inseguridad”, y ahí quedó el nombre. Después se convirtió en una pregunta, se amplió hacia el afuera. Pensé en la inseguridad como un defecto/estado que mina todo y crea más inseguridad.

 

 

[AM]: Tu poemario se abre con una cita más que elocuente de Charles Bukowski. ¿Qué aspectos de su tono, pensás, atraviesa el espíritu de tu libro?

[PGL]: Si, parte del poema que cité por eso, cuando lo leí me sentí muy identificada y entre varios poemas que me habían sacudido, de varios autores, lo que englobaba todo era esa cita. El cruce de frustraciones entre los infelices que se da en todos los planos de la vida. El trabajo, la pareja, a veces amistades, familia, grupos, clases sociales. El tono descarnado, irónico, sin grises de Bukowski me gusta, es una visión fatalista que en muchos tramos de la vida se convierte en realidad. Alguien que te quiere ver en un pozo para ser feliz. Desde ese pozo quise hablar, decir, poemizar, en los primeros textos, desde la fe ciega a los agresores/opresores de la vida doméstica/romántica.

 

 

[AM]: Es un libro dividido en varias secciones: “Ultima muerte”, “Off” y “Otro caso de inseguridad”. ¿Esta clasificación fue posterior al termino de la realización del libro, o, más bien, fuiste escribiendo cada parte programáticamente, de modo orgánico?

[PGL]: Yo tenía los poemas escritos y llegué al libro, después agregué ideas, porque mi mirada, una vez que se me ocurrió el título o más bien el concepto, fue hacia eso. El orden es un poco cronológico y producto también de una charla con el editor. Los poemas que están en “Off” fueron escritos casi al mismo tiempo que los “poemas largos” del principio, o en el medio. Pero en esa sección además de desperdiciar papel cortaba el ritmo, al principio adelantaba mucho y al final quedaba desfasado. De hecho, primero llegué al concepto de Otro caso de inseguridad, después escribí el poema titulado así, jugando con ese concepto de noticia y prejuicios al darla. Y después fue el editor quien me dijo “en realidad otro caso de inseguridad es lo otro, el final” y ahí se terminó de definir el orden.

 

 

[AM]: Por momentos, el tono del poemario se inscribe en ese territorio más allá de las decepciones. ¿Qué significa para vos el tono en un poema?

[PGL]: El tono es fundamental. Mirá, siento que todo está dicho, si hay estudios de todo tipo de disciplinas explicando todo tipo de conflictos personales, sociales, etc. lo que puede hacer un clic o un sacudón es el tono o el juego. Y ahí tengo que asumir que el tono del poemario no es amable, y es una decisión para no atenuar lo que se siente ante algunos conflictos o pensamientos dolorosos.

 

 

[AM]: Por cierto, ¿qué sentís que te transmite leer poesía?

[PGL]: Leer poesía es sorprenderse, siento chispazos, iluminaciones, razonamientos a los que no llegaría sola.

 

 

[AM]: Luego de leer “Veo mis ojos muertos”, ¿qué tipo de decisión —ética y estética— te lleva a querer incluir en un poema pasajes en itálica?

[PGL]: La decisión está citar una conversación sin usar guión ni comillas. Aseveraciones, condiciones, palabras que hieren y son tanto personales como generales dichas por un/os Otro/s.

 

 

[AM]: ¿Pensás que la escritura —en tu caso la poesía— sea una ramificación de la personalidad?

[PGL]: Sí, si no es ramificación es complemento. En mi caso, creo que puedo llevar mucho más lejos el humor, la ironía y la puesta en la mesa de decisiones, elecciones ridículas. Y, por otro lado, puedo nombrar, enojarme y decir todo por poco bonito que suene cosa que, en la vida real, confieso, me cuesta.

 

 

[AM]: ¿El poema es uno de los mejores caminos hacia la introspección que conocemos?, ¿por qué?

[PGL]: Creo que si, construye, derrumba, desarma y vuelve a armar ideas, sensaciones. Volviendo al tema de las conclusiones me pasa, que llega a conclusiones cuando leo lo que escribí, no antes. Ni siquiera creo que lo pueda explicar bien. Sería un pedacito de cielo despejado entre los nubarrones.

 

 

[AM]: ¿Cuándo un poema puede pecar de excesivo?

[PGL]: Para mi forma de ver, el exceso está en la explicación, en la justificación y cuando se trasluce que el poema está muy pensado. Creo que todo lo anterior es relleno y no suma.

 

 

[AM]: “Llegaron las encuestas”, y “El lunes todos al trabajo”, muestran como una bajada de línea contra la careteada. En ese sentido, tu poesía busca inscribirse en un grado de mayor sinceridad con el lector. La poesía está comprometida a ganar un espacio hacia mayor “verdad”. ¿Hay verdad en la poesía, Patricia?, y de ser así, ¿para qué nos sirve?

[PGL]: Si la poesía no tiene verdad no es poesía, y puede haber tantas verdades como personas haya. Puede servir para despertar o descansar, lo veo como un espacio de encuentro, de abrazo, de socialización.

 

 

[AM]: En el último tramo del libro, hay un sentir muy marcado por el “sentimiento del otro”. La cuestión social que está muy presente en tu decir.

[PGL]: Sí, y no deja de ser mi mirada. No me puedo escapar de ciertas realidades, incoherencias, presiones, es parte de lo que me conforma y conformo. Y hay ciertas ironías o incoherencias, careteadas que no me son indiferentes.

 

 

[AM]: Hay algunos pasajes que conmueven por el realismo crudo, es una poesía corpórea que no teme nombrar las cosas por su nombre. El cuerpo está presente. Late en su totalidad. El lirismo pasa por otra parte, ¿pero por dónde?

[AM]: El cuerpo todo lo sabe, es el que mejor habla, sin titubeos, siempre me quedó la idea de algo que dijo Nietzsche, de los sentidos proviene la única verdad (o toda verdad). Creo que el lirismo pasa por ahí, por lo íntimo, de lo que confiesa el cuerpo, por más decadente, ridículo e inexplicable que sea. No más que eso.

 

 

[AM]: ¿La originalidad es imposible?

[PGL]: No creo, si entiendo que es difícil. Para ser original creo que es necesario no mentirse, asumirse, y hablar con el corazón abierto de par en par. Si pudiéramos lograr eso, por más que todos hayamos pasado por sentimientos y situaciones parecidas, la veríamos y expresaríamos cada quien a su manera.

 

 

[AM]: En algunos de tus poemas, el amor pareciera ser una fatalidad. Hay algo autodestructivo en ese sentimiento. Efímero, ¿ilusorio? ¿Pensás que la esencia de toda poesía es la emoción?

[PGL]: Sí, es la esencia. La emoción, la observación, la reflexión forman un conjunto, al menos desde mi perspectiva. Si algo no te emociona, no te inspira. Si algo no te mueve no pensás, no reflexionás; si la vida no te interpela no hay movimiento. El amor no se qué es, pero las representaciones y las prácticas, oh, que fatalidad.

 

 

[AM]: Por el fuerte sesgo de máximas que comparten los escritos de “Off”, me llevan a pensar en las Evangélicas de Almafuerte; incluso ciertas zonas de la Poesía vertical de Roberto Juarroz. Ahí donde el dolor puede ser reflejo de lucidez. ¿Qué buscas con esa brevedad y concreción?

[PGL]: No podría decir que son escritos con esa búsqueda de brevedad, todos esos escritos los anoté como posibles borradores, y al intentar “alargar”, agregar, supe que no quería decir más que eso que había anotado. Si agregaba, restaba, y creo que si empezás a pensar, se termina el poema.

 

La poeta Patricia González López

 

[AM]: ¿Reescribís y corregís mucho tus trabajos?

[PGL]: En este libro intenté reescribir dos poemas y en ambos casos volví a la versión original. La corrección en mi caso pasa más por sacar, borrar. Mi pregunta clave es ¿Qué quería decir acá? ¿Lo estoy diciendo? ¿Suma? Y ahí veo qué queda y qué no. Corrijo y borro bastante.

 

 

[AM]: Partiendo de que ritmo y métrica son cosas diferentes, ¿la musicalidad de un poema es algo que debemos exigir en un poeta?, ¿por qué?

[PGL]: La musicalidad o no hace diferencia en el poema, no sé si es una exigencia, pero la musicalidad hace que el poema sea más penetrante, el orden de las palabras, si traba, no ayuda a transmitir.

 

 

[AM]: Sé que a veces resulta engorroso este tipo de preguntas, sobre todo, por la cantidad de nombres que uno deja afuera, pero ¿con qué tres poetas, coetáneas tuyas, te sentís más identificada y por qué?

[PGL]: Siento mucha admiración por Aldana Antoni, por su forma de decir atrevida. Mucha identificación con la poesía de Pamela Terlizzi Prina, por la forma en que tiene de hablar de los horrores y con Paula Brecciaroli, por la elegancia que tiene al escribir, cosa que aplaudo y admiro.

 

 

[AM]: Hablemos sobre tu ritmo de creación: ¿estás preparando algún nuevo proyecto?

[PGL]: Soy lenta pero estoy escribiendo. Aún no tiene forma.

 

 

[AM]: Por último, Patricia, ¿tiene la poesía alguna utilidad?

[PGL]: Si el abrazo es útil, el abrazo, es un espacio para compartir, necesariamente de a dos.

 

 

 

 

 

*(Buenos Aires-Argentina, 1986). Escritora, poeta y gestora cultural. Licenciada en Relaciones Públicas y magíster en Comunicación, Cultura y Discursos Mediáticos. Ha publicado en poesía Indecible (2008), Dos de Azúcar (2010), Maldad, cantidad necesaria (2013), Doliente (2016) y Otro caso de inseguridad (2018). Antologó el libro Esto Pasa, poesía en Buenos Aires (2015).

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