El 25 de febrero La Castalia y Línea Imaginaria vuelven al océano virtual para presentar ocho nuevos títulos de poesía de ocho excelentes poetas de América Latina, El Caribe y España.
¡Alfabeto del Mundo vuelve a la carga con estupendo material de lectura!
La Castalia y Ediciones de la Línea Imaginaria, sellos editoriales de notable trayectoria, de Mérida (Venezuela) y Quito (Ecuador), respectivamente, pusieron a circular en el mundo de la virtualidad, una potente y atractiva colección de libros de poesía, que lleva por nombre, Alfabeto del Mundo en homenaje al gran maestro Eugenio Montejo.
Los primeros ocho libros del catálogo se presentaron en noviembre 2020 y al momento registran más de ocho mil descargas, lo que los convierte en una colección de literatura de referencia de la mejor poesía escrita en castellano. Este esfuerzo independiente ha sido posible gracias a la confianza y generosidad de los autores que se han sumado a la iniciativa, que marida el arte de la fotografía con los versos y el pensamiento, de modo desinteresado y amoroso.
Con ellos el Alfabeto de este pequeño y gran mundo seguirá buscando decirnos más… Poesía para celebrar y regresar con ella al enigma del lenguaje, porque es el poeta el que quiebra la mudez, no para hacerla audible, sino para llenarla del silencio primordial de ese mismo del que están hechas las palabras.
Los ocho primeros libros que presentó la colección Alfabeto del Mundo con un recibimiento entusiasta fueron de: Rafael Courtoisie de Uruguay con su libro 69 poemas penden de la transparencia; Rocío Cerón de México con su libro Diorama; Jesús David Curbelo de Cuba con su libro Quemadura y fulgor; Aleyda Quevedo Rojas de Ecuador con su libro Ejercicios en aguas profundas; Mario Pera de Perú con su libro Preparaciones anatómicas; Lucía Estrada de Colombia con su libro Las hijas del Espino; Ernesto Román de Venezuela con su libro Zona de voces; y la autora uruguayo-argentina Ana Lafferranderie con su libro Casi real. Los fotógrafos invitados a ilustrar las portadas de estos magníficos libros fueron: Juan Carlos Astudillo y Fernando Espinosa Chauvin del Ecuador y Mercedes Araujo de Argentina.
La colección Alfabeto del Mundo fue presentada durante dos Galas de Poesía transmitidas en noviembre 2020 por la Casa Museo OTRAPARTE de Medellín y el Noticiero de la Poesía de México. Los links para revivir las lecturas están aquí:
https://www.youtube.com/watch?v=buR_0jn4zhs
https://www.youtube.com/watch?v=eIkoy2HAbVM
“Si es la poesía el camino y el lugar esencial de muchos de nuestros encuentros, el Centro Editorial La Castalia de Mérida, Venezuela y Línea Imaginaria de Quito, Ecuador, hemos decidido emprender ese camino juntos en el trabajo editorial digital. Sabemos que el mundo de las redes y de los diálogos digitales nos encuentran más allá de nuestros países y lenguas por lo que hemos curado un catálogo de títulos y autores de diversos países. Cada libro lleva en la portada y contraportada fotografías como muestra del trabajo profesional de nuestros amigos fotógrafos invitados, quienes irán tejiendo un verdadero vínculo estético en la presentación de nuestras portadas”, afirma Edwin Madrid, poeta y coeditor del proyecto.
Los nuevos ocho libros de ocho poetas de América Latina, El Caribe y España que se presentarán en 25 de febrero, a través de la plataforma de YouTube de la Casa Museo OTRAPARTE de Medellín, son: Intemperie, del maestro Rafael Cadenas de Venezuela; Ronda de Noche de Ana Becciú, traductora y poeta argentina radicada en Francia; Antología casi casi completa, de la narradora y poeta puertorriqueña Mayra Santos Febres; Espejo ciego, del poeta y curador de arte colombiano Samuel Vásquez; La mano suicida, de la poeta y periodista costarricense María Montero; El tiempo semejante, exquisito libro de poemas y fotografías del escritor ecuatoriano Juan Carlos Astudillo; Sesgo, de la poeta mexicana Claudia Berrueto y Nosotros tierra de nadie del poeta y dramaturgo español Juan Domingo Aguilar.
Los fotógrafos que acompañan con sus trabajos las portadas de los ocho nuevos libros de Alfabeto son: Gianna Benalcázar, Jorge Vinueza y Juan Carlos Astudillo, todos talentosos fotógrafos ecuatorianos con una sólida carrera profesional y artística, y el cineasta y fotógrafo cubano Ernesto Granado.
Los poemarios se pueden descargar 100% GRATIS dándole click a la siguiente página web
Poemas de los nuevos autores que integran el catálogo Alfabeto del mundo
Claudia Berrueto (México)
Infancia
mi perra se transfigura en cadáver
mientras yo duermo enlamada de rabia
los pollos caen al resumidero atropellados
[por mis juguetes
cientos de atardeceres se ríen de mí
al verme atrapada en el interior del hueso roto
[de la casa
la oscuridad rema sobre mis ojos
se estanca en un futuro que no vendrá.
Samuel Vásquez (Colombia)
Hay dolores que viven en manada y atacan cuando huelen una herida. A tu paso se abre un mar rojo: yo me quedo en esta orilla. No hay tierra prometida que cumpla su promesa. Lo que carece de temblor no me interesa. Ante los censores escondo mis manos manchadas de palabras. Condenado, me echo a la espalda la maleta de mis nadas. La palabra silencio habla demasiado. La palabra soledad me acompaña, traicionándose.
La violencia nos viene del sol. La tranquila sombra del árbol borra mi sombra estremecida.
A mi regreso, sólo tu perro me reconoce.
Ana Becciú (Argentina-Francia)
El amor abre. Obliga a desplegar. Una mano,
un gesto guardado en los ojos, reservado, cuidado.
El amor extrae de los ojos el gesto de la adherencia.
Abre la noche al alba, instala a la que ama en el
espacio que siempre para todos —los otros— no es
porque no se ve. Para ella, no: es.
Y ella, ¿qué es cuando es en el amor? ¿De qué
sonidos se alimenta? ¿De qué hablar es testigo?
Cuando el amor abre, ella se destila «ella». Ella
es urgencia. Puro movimiento. Borbotones de ella
incapaces de coagular ni en el día ni en la noche.
«Ella» diseminada, esparcida, derramada. «Ella»
tocada, manoseada, por las manos del tiempo
preciso.
En el amor, ella es la preparación para la falta
de ella. Anticipo de la estación de toda su presencia
sola.
Pero todavía no es el momento. Primero hay
que describir el amor, su ser en el amor a
borbotones de «ella».
Hace un año. Hay mucho olvido que recuerda
en un año. Olvido de lo fijo. De lo clavado en una
zona de luz enemiga de la iluminación. Y por el
año se agotaron las arcas del cuerpo. En ellas
guardaba la alegría, la herida de los días que
entonces no dolía ni sangraba. Germinaba.
Importa pensar hace un año. Después del año
vendrá la sola, la escapada para así errar y dominar
por la que olvida.
Juan Domingo Aguilar (España)
Tierra de nadie
comparar nuestra historia
con una guerra de trincheras
digo nuestra historia porque
hablo de ti de mí de los dos
digo nuestra historia porque
también hablo de vosotros
todos los que caváis esas trincheras
en una habitación en mitad de la calle
en cualquier plaza pública
comparar nuestra historia
con un desastre bélico
con retiradas invasiones muertes
sabotajes asedios y bombardeos
podría explicarte cómo lloran
dentro de mí cómo siento
en el estómago el llanto
de todos los hijos de esta tierra
todos los amantes que perdieron una guerra
como esta que tú y yo hemos empezado
sin saber muy bien por qué
podría hablarte de todos los rostros
que aparecen en el techo de mi habitación
reptan por la noche hasta mi cama
como un soldado mutilado
me hablan de ti me preguntan
podría decirte
para que me entiendas
que esta casa
ahora es tierra de nadie
María Montero (Costa Rica)
Discurso
Una mujer no tiene dirección:
todos sus costados son profundos
no anhela caminos de regreso
más sí
un horizonte indefinido
de pájaros centrífugos.
Una mujer necesita el asombro
de la oscuridad sostenida ante sus ojos
y no los límites precisos de un espejo.
Una mujer se esparce en el aire.
Una mujer nunca está sola.
Juan Carlos Astudillo (Ecuador)
un color
que enciende el paladar
al presionarlo
cierta luz
tibia
tras once minutos de anclaje
el sonido
la vista horizontal
su tacto
Rafael Cadenas (Venezuela)
Intemperie
1
El juez
—ese que separándose de nosotros
dicta sus fallos—
vive de nuestra sangre,
a expensas de nuestras entrañas,
comiéndose la fruta que nos llevamos a la boca;
es él quien la saborea, la mastica, la traga.
Se nutre aun perdonándonos.
Caminamos lentamente
y abriéndonos paso o pensando cada paso.
Su mirada rígida en la noche
se enciende con los huesos de la infancia.
2
Nada, nada se repite.
Sólo yo, en la memoria, me tengo
como un vestigio
entre mis propias manos.
3
Como quien camina según un designio
que no es suyo
y diseña una figura
que él mismo no puede leer,
hace su trayecto
el que debe explicar.
4
¿Cómo pudo
volverse tribunal
de su vida
(no es sino la sala
donde se reúne
a rumiar fallos)
el
que menos juzga,
el
que existe desde su cuerpo,
el
menos concluyente
de los nacidos?
5
Flacos dedos
me asuelan.
El cielo se estanca
en mi pozo.
La magia
está herida.
Vivo
como la tierra de donde vine,
la tierra que recorrí con mi padre.
Las palabras
no dicen en este confín.
6
Muerde,
traga,
recibe
lo necesitas,
lo está pidiendo a gritos tu cuerpo,
lo reclama tu pecho a voces,
lo esperan tus rodillas.
Come cuanto antes este plato.
Tus manos no se sentirán flojas en la mañana.
Toma el bocado que te corresponde,
el escogido para ti,
el que alguien puso en tu mesa
para que vivieras con él.
7
Hombre
que se acusa.
En el fondo
llaga
del Cristo
traicionado.
Impostura
que clama por exactitud.
8
Me sostiene
este vivir en vilo
sin ninguna señal
ni mapa
ni promesa,
en una antesala donde todos trajinan
como empleados
para olvidar.
9
Es recio haber sido,
sin saberlo, un jugador,
y encontrarse
tocando
como una carta
el destino.
Ya no hay más jugadas sino un ponerse
en manos desconocidas.
Mayra Santos Febres (Puerto Rico)
Conjuro del Anamú
I
Sale a darle clemencia al universo.
A su lado
Se coagula toda bruma
En paralela negritud:
Mi abuela
Reordena el caos nómada
De todas las mañanas
Cuando todavía no bullen
Sus deliberadas tetas opíparas
De querer atrapar el escándalo
Y volverlo hojas secas para barrer.
II
Mi abuela es como la tierra, tú sabes:
Mujer helicoidal que extiende su ceiba seca
A contrapunto, a contraluz,
Para trenzar la ruta que el viento ha de seguir al día
Y obligarlo a entregar
Los huevos y obeliscos de anteayer.
Ella es así mi abuela,
Basta que pase los pies por el cemento
Para que la brea libere retículos de pájaros
Que se quedaron dormidos
Mientras llegaba el progreso,
Basta que los lleve con su escoba hasta sus piernas
Para que recuperen ese grado amplio y permisivo
De triángulos en el cielo y en la boca.
Mi abuela es como la tierra, tú sabes:
Hambrienta mujer inexpugnable
Que extiende sus greñas
A las abejas instalando minuteros,
A las raíces latentes
Sólo a ella hablándole al oído
Y que las reconoce
Como salidas de una misma vulva omnímoda
Ortorgándoles clemencia para seguir almacenando
Jugos, sabiduría y sortilegios.
III
Mi abuela me ve pasar
Por su pupila izquierda.
Me recomunica toda la sabiduría
Adquirida en mi niñez
Entre tabla y tabla de multiplicar
2×1=2 el té de gengibre
alivia el aire en la barriga
2×2=4 que sólo son espíritus encajados
2×3=6 el mal de amor se cura con semillas de caobo
2×4=8 guardadas donde más le duele a una el amor,
por eso es que la pubis de mi abuela
es raíces de caobo
por eso es que los mozambiques del barrio
anidan en sus greñas de carbón
y tanto se restriegan en ellas
que se han transubstanciado en proteínas.
IV
Intanto hablarle a mi abuela
Por la pupila derecha
Para poder pedir clemencia
Y mi bendición,
Lanzarme a las autopistas
A encontrar mis lugares de semilla,
Mi propio método
De cargar el día en la cabeza
Sin que se me derrame
Ni una sola fracción de luz,
mi sistema de comunicación
con las rutas y raíces,
la fórmula de mi próximo reglamento
sobre vías y deberes del aire
las pautas para rearreglar el cosmos
cuando tenga setenta años
setentaitantos
Y haya vivido sacerdotisamente
lo suficiente
como para desarrollar
un par impune de tetas portentosas
con las cuales enfrentarme a la erosión
y al pecado de conocer
por qué roto se sale el tiempo
por qué filo se escapa lo cercano
cómo hace una para encontrarse la gravedad
que no es más que la tierra
vaciada en cada arteria
tarareando la canción de las mujeres
que habitan
como mi abuela
entre guerra y guerra.
V
Y después de todo
Mi abuela retorna
Lenta de saber direcciones,
Envuelve un pedazo de clemencia
En papel de estraza
Me lo coloca bajo las axilas
Me peina la frente de un beso aforístico
Y desde el escalón
Alza su brazo de yagua seca
Y enreda el viento en su mano
Como si borrara una pizarra.