Las huellas de la nada. 5+1 poemas de Sabas Martín

 

Por Sabas Martín*

Selección por Roberto García de Mesa

Crédito de la foto Inmaculada Valenzuela

 

 

Las huellas de la nada.

5+1 poemas de Sabas Martín

 

 

[Lo pregonan sus rostros…]

 

Lo pregonan sus rostros fronterizos, la forzada sobriedad con que asisten. No les encomendaron insignias y tampoco les adjudicaron culpas. No provocan consecuencias. Su condición, la brevedad. Vaho ante el aire.

 

Apenas un pasaje endeble, ni siquiera adverso, entre los sucesos que otros recuerdan. No conservan algún detalle o eficacia que signifique sus nombres.

 

Lo avisa su calendario discreto, su celo desprovisto de testigos. Su lugar es el margen, el estigma que separa al intruso.

 

(de Peligro intacto)

 

 

Moriencia

 

Yazco

junto

a mi propio muerto.

 

(Algunos morimos despacio

con oficio de pasajeros:

tercos habitantes

en las huellas de la nada).

 

 

 

Magnífico titán asmático

 

Que como nadie escucha hay que volver a repetirlo

todo

y al conjuro del verbo prodigioso quiso decirlo

todo

para descubrir más de un nacimiento

más de un vértigo en el misterio

y anunciar

que es celebración la palabra cuando inaugura

y aventura sigilosa la imagen

inventándose en su rumor y en la fijeza

un luminoso alud de presagios

derramándose

y con qué seguro pulso frente al silencio

 

para decirlo para nombrarlo

todo

espuela cósmica isla y firmamento

médula de saúco

Lezama

en los orígenes

en la respuesta

la respuesta:

Lezama

 

El poeta Sabas Martín

 

Una pasión necesaria

 

Para que la palabra diga lo que no puede decirse con palabras.

Para que la voz nombre, funde, inaugure, recobre, restañe.

Para que no calle en su silencio.

Para reconocer la apariencia verdadera en la trama de los espejos.

Para definirnos, que no explicarnos.

Por ordenar el mundo en la semejanza.

Para disponerlo en una línea

y hacerlo luego entre sílabas a mi manera.

Desde la memoria, el dolor o el deseo.

Sobre las páginas del agua, en el tacto perpetuo de un drago,

donde la ilesa forja de la lava.

Para por el día no tener pasado y ser milenario con las noches.

Del legado de la estirpe, víctima;

a veces en su esperanza, cómplice.

Nunca entre los publicanos y los verdugos de la historia.

Para defenderme, para desquitarme, para no tener miedo.

Obscenamente puro, humanamente contaminado.

Sin claudicaciones.

Para saberme vivo, aunque alcanzado por el tiempo.

Contra la calma sin imágenes donde crecen las muertes.

Una pasión necesaria.

Sol que reclama desde lo hondo del abismo.

En las islas del verbo, náufrago.

 

(de Navegaciones al margen)

 

 

 

La deriva

 

Y sin embargo durar en oquedades, revelar el ahogo del latido en el combate, esparcirse y recuperarse en el mismo asedio con que atañe la culpa, apenas intención al borde, dudoso yacimiento donde medra el deterioro.

 

Y todo desposesión, descarnamiento, legado de brasas y espejos enemigos, vigilancias quietas que cierran y suspenden las certezas, que arrastran hacia otras cisuras más fuego en la médula.

 

Imposible llegar hasta la impunidad, establecido, pues, en los límites, apenas resta desatajarse y someterse leva a punto cuando, erupción y desierto, la memoria de la muerte asiste.

 

Y así entregarse luego a la ira y desalmarse queriendo cometer nuevo el tiempo, acometerlo intacto soñándose sin escombros, y acceder entonces al olvido o a la salvación de algún espacio final donde amar o morir resueltamente.

 

Solo rastros en sus restos de silencio, no es inocente la vida ni el filo de su trama, indicio vulnerable el cuerpo que se devasta con mansedumbre sigilosa, ocurriendo como ocurre un letal mar de jables.

 

(de Mar de fondo)

 

 

Somos cuando dejamos de soñar qué somos.

 

*

 

En mi librería vive mi ideología.

 

*

 

La historia no es lo que ya pasó, sino lo que nos sobrevive.

 

*

 

¿Vale rendirse en defensa propia?

 

*

 

Entre el ruido y la furia hasta la luz parece cosecha de escombros.

 

*

 

El ser humano es una conjetura del tiempo.

 

   (de Maresía)

 

 

 

 

 

*(Santa Cruz de Tenerife-España, 1954). Poeta, narrador, dramaturgo, ensayista y crítico. Fue jefe de redacción en Radio Nacional de España, adjunto a la Jefatura de Programas y coordinador de Programas Especiales de Radio 3, llevó a cabo la crítica diaria en su programa Los libros (en Radio 5) por el que fue finalista del Premio Nacional al Fomento de la Lectura (2001). Obtuvo los premios nacionales de periodismo radiofónico Justicia y Paz (1983) y Amigos de la Tierra (1984), el Premio Julio Tovar, el Premio Tomás Morales, el Premio Alfonso García Ramos y Premio Ángel Guimerá. Ha publicado en novela Nacaria (1990), Los trabajos de Esther (1999), La heredad (2001), La noche enterrada (2002), Pleamar (2012), El farallón (2013), La isla anterior (2015), El informe Silvana (2021), entre otros títulos. Es autor de varios libros de relatos y de literatura infantil y juvenil. Su teatro casi completo fue recopilado en cinco volúmenes (2014) y numerosos ensayos y críticas recogidas en algunas compilaciones, como Ínsula de Babel (2007), Signos de la tribu (2007) y A punto las palabras (2021); y ha publicado en poesía Títere sin cabeza (1978), Indiana Sones (1987), Peligro intacto (1991), Navegaciones al margen (1994), Mar de fondo (1996), Cuánto necesaria (2000), La luz del silencio (2002), Música en las sombras (2003, ambos con fotografías de Tarek Ode), La espiral (2006) y Maresía (2021, con ilustraciones de Luis Alberto Hernández).

 

 

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