Las hadas llegaron a tiempo: La poesía de Gloria Portugal

 

Por Juan de la Fuente Umetsu*

Crédito de la foto (izq.) Ed. Buenos Aires Poetry /

(Der.) archivo de la autora

 

 

Las hadas llegaron a tiempo:

La poesía de Gloria Portugal

 

 

Los libros de Gloria Portugal nunca llegan tarde ni temprano: llegan cuando se los necesita. Pero sus textos —como toda auténtica poesía— siempre nos sorprenden. Sin concesiones, se cumple en su obra aquello que afirmaba Martín Adán: “Y la palabra, una sorpresa.”

Tarde llegaron las Hadas (publicado este 2025) es un libro redondo, sin excesos ni carencias. Sus imágenes y sus finales inesperados conmueven al lector, lo desbordan. Hay una delicada intensidad en cada poema, una forma de alumbrar lo cotidiano desde lo invisible.

Mientras lo leía, sentía esa magia que la poeta sabe transmitir: una atmósfera hecha de niñez, de fantasía, de inocencia —nunca de ingenuidad—. Y es que la sabiduría de este libro reside en la capacidad de mirar desde un lugar al que solo se accede por la poesía.

Comencé a leer a Gloria Portugal en 2010, cuando publicó Insanías, con el que ganó el II Concurso Nacional de Poesía de Mujeres, “Scriptura”. En 2012, ella tuvo la generosidad de enviarme algunos poemas inéditos, que entonces publiqué en un blog de poesía que editaba.

Uno de esos textos me permitió entrar verdaderamente a su mundo. Se titula “Poema retro” y dice:

Un poeta es una delicada planta
y sus versos,
flores primorosas
A veces son violetas;
a veces, orquídeas;
a veces, flores de muerto.
Y sin embargo a todas
las visitan
mariposas.

 

Aquí se revela su arte de mirar el mundo interior y exterior, ese ojo que se detiene y trasciende.

 

La poeta Gloria Portugal

 

Estoy convencido de que toda verdadera poesía contiene una visión única, intransferible y sin fecha de caducidad. Una visión que se abre a múltiples interpretaciones y que, como en este libro, sorprende, interroga y transforma.

Las Hadas de Gloria Portugal no llegan cuando se las espera: irrumpen. Y su llegada es siempre reveladora. Revelan una historia personal que dialoga con la historia colectiva. La historia otra. La historia al revés. La historia que se cuestiona.

A través de 34 poemas que bien podrían llamarse “anticuentos de hadas”, la poeta se adentra en “lo otro”, que es también ella misma.

Tarde llegaron las Hadas revisita su origen y las distintas etapas de su vida, no para ajustar cuentas, sino para contemplarlas con la mirada limpia de la verdad. Y esa verdad, en su caso, es la inocencia.

No me refiero a la inocencia como ingenuidad, sino a aquella de la que hablaba Hölderlin: “Poetizar: la más inocente de todas las ocupaciones”, y también al lenguaje como “el más peligroso de los bienes”. De ese equilibrio —entre lo más inocente y lo más peligroso— está hecho este libro.

Niñez y madurez poética. Pasado y futuro. Un presente anclado que permite transitar el tiempo y reescribir la historia, como en el poema “Me la encontré en un bus”, en el que narra el encuentro con ella misma, pero veinte años más joven, y a quien intenta prevenir de aquellas cosas que considera amenazas. El poema termina de esta forma inapelable: “Cuando cruzamos miradas, me miró con lástima,/ como a la mujer amargada que ella nunca sería”. ¿Esperanza en el pasado? ¿En el futuro? Sea como fuera, esperanza, al fin y al cabo.

Gloria ha usado el humor, la ironía, como lo hizo Blanca Varela: para “convertir lo exterior en interior sin usar el cuchillo”. Y lo ha hecho con agudeza, con ternura a veces, con filo otras, pero sin perder nunca la sorpresa, como en el texto “Vínculo matrimonial”: “Ya no busques culpables en esa caja de recuerdos viejos./ Solo encontrarás garantías que expiraron hace mucho.”

En el poemario desfilan la abuela, la madre, el padre, la hija, el amante. Pero también la coneja de felpa, los girasoles de plástico, los geranios, el espejo, el sol y, por supuesto, las hadas: desde el Hada de la Alegría, a quien dedica el libro, hasta el Hada de la Soledad, con la que lo cierra.

La magia de la niñez atraviesa todo el libro, en distintas épocas, para componer historias en forma de poemas, o poemas con forma de historias. Es decir, son historias ajenas al acontecimiento; como el poema “El gras se torna azul”, en el que habla de su unicornio y dice: “Se acerca y con su único cuerno, me toca sin herirme.// No existo, murmura”.

Los textos de Gloria están construidos de tal forma que es difícil señalar partes específicas sin nombrar el resto del poema, ya que el sentido y la belleza de este radica en la suma de los versos que lo conforman. No obstante, hay líneas ―como la que he mencionado―, que resumen la capacidad del libro para transformar lo inmenso en íntimo, lo cotidiano en una epifanía.

Los poemas tienen un ritmo parejo y sostenido, lo que le da unidad al conjunto. Sin embargo, hay piezas que se elevan como crestas de ola en este mar de revelaciones.

Entre ellas, destaco: “Se sobrevive a la noche”, “El día que me bautizaron”, “En vida nunca me escribió un poema”, “Cuando terminé la primaria”, “Nunca aparece mi imagen”, “Vínculo matrimonial”, “Me la encontré en el bus”, “Corazón atravesado por una flecha”, “Siendo un conejo no estaba bien” y “El gras se torna azul”.

Son mis poemas preferidos, aunque estoy seguro que cada lector tendrá los suyos. Lo son porque percibo que es imposible no reflejar desde uno mismo el destino, la sinceridad y el riesgo con que han sido escritos.

Cito uno de ellos:

SE SOBREVIVE A LA NOCHE

como al invierno y a la locura
El despertador no se equivoca. El tiempo es nada.
Abro los ojos y sigo soñando

Los geranios de la maceta amanecieron marchitos.
Se deshojaron sobre las baldosas durante el amanecer.

Pensé que nunca morirían por ser de plástico.

 

Ironía que es visión. Visión que es asombro. Asombro que es poesía. Las hadas llegaron tarde, sí. Pero llegaron. Y lo hicieron a tiempo. Para beneficio de quienes seguimos creyendo en la poesía y celebramos que Gloria Portugal, con este libro, no solo reafirma su voz única y auténtica, sino que se ubica —con toda justicia— entre las voces más importantes de la poesía peruana actual.

 

 

5 poemas de Tarde llegaron las hadas (2025),

de Gloria Portugal

 

 

CUANDO TERMINÉ LA PRIMARIA

 

le pregunté a papá: ¿y ahora qué hago?

Tienes que estudiar la secundaria, me contestó.

Así lo hice y volví a preguntar:

 

¿Y ahora qué hago? Debes ir a la universidad, dijo.

Mejor, que busque marido,

gritó mi madre desde la cocina.

 

Obedecí a ambos y volví donde mi padre

para que me dijera qué seguía después.

Ya no lo encontré ahí.

 

Se había jubilado y vivía solo en una azotea.

Criaba conejos blancos que vendía

a los magos de la ciudad.

 

Hacía bolitas de arcilla que arrojaba

a los transeúntes.

Parecía feliz.

 

 

 

TENGO UN TOMATE ENTRE MIS MANOS

 

Lo escogí de entre una veintena en una cesta del mercado.

¿Por qué fue este y no otro? No podría explicarlo.

Supongo que él y yo estuvimos conectados de algún modo,

 

predestinados a juntarnos, tal vez. En su génesis,

mi nombre debió imprimírsele como destino final, aunque

su arbusto madre creciera y floreciera tan lejos.

 

Nuestra historia se parece a la de aquellos amantes

que acomodan sus estrellas para afirmar que debían encontrarse.

Solo que mi aventura con este fruto rojo, que ya desciende

 

por mi tracto, me produce más asombro que cualquier otra.

Oh, tomate, tú, sí, fuiste creado para mí.

 

 

 

VÍNCULO MATRIMONIAL

 

La duración depende del material,

la laboriosidad de la manufactura,

o una feliz combinación de ambos elementos.

 

Es cierto que no se puede precisar si durará

diez, quince, veinte, o solo un año, como si se tratara

de un automóvil o una secadora de ropa. Pero,

 

al igual que a una útil y entrañable máquina,

tal vez con una revisión profunda, algún cambio de piezas,

con cuidado de no empeorar las circunstancias,

 

sea posible intentar extenderle la vida útil. Por desgracia,

hay bienes que no duran para siempre. Tienen irrevocable

fecha de caducidad impresa en alguna parte.

 

Ya no busques culpables en esa caja de recuerdos viejos.

Solo encontrarás garantías que expiraron hace mucho.

 

 

 

MIS MANOS ESTÁN VACÍAS

 

Antes hacía magia. Podía esbozar media sonrisa

y conseguir un caramelo de menta.  Con una sonrisa completa

detenía el tráfico sin que me insultaran.

 

Desmembraba dientes de león y el cielo se llenaba de estrellas.

Trocaba hojas de papel bond usado en palomitas de origami.

 

Hasta incluso, más de una vez, convertí un vaso de modesta

agua potable en deliciosa limonada frozen.

No creo haber perdido mis dones de repente.

 

Tal vez nunca los tuve y solo superpuse

un cuento de hadas sobre mi melodrama.

Un gastado lapicero nunca será una varita mágica.

 

Es lo único que poseo además de mis palabras

y un nombre que me queda grande.

 

 

 

 

 

*(Trujillo-Perú, 1976). Poeta y narradora. Obtuvo el Premio del II Concurso Nacional de Poesía de Mujeres Scriptura y el primer Premio en la VI Bienal de Cuento Infantil ICPNA (Perú). Ha publicado en poesía Insanías (2010), Estrellas en el cielorraso (2016); Canción del manicomio (2021); El libro de los lugares lejanos (2022); y Tarde llegaron las hadas (2025); y en narrativa Cuatrojos (2017), y A lo mejor soy otro (2025).

 

 

 

**(Lima-Perú, 1963). Poeta y comunicador. Obtuvo el Tercer Premio de Poesía en el Concurso de la Municipalidad de Lima (1981) y el Primer Premio en el Concurso de Poesía “Manuel González Prada” (1985). Ha publicado los libros de poesía Declaración de Ausencia (1999), Las barcas que se despiden del sol (2008), La belleza no es un lugar (2010), Puentes para atravesar la noche (2016), Vide Cor Tuum (2017) y Umetsu (2024).

 

 

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