Por María Sánchez*
Crédito de la foto (izq.) José González /
(der.) Ed. La Bella Varsovia
3 poemas de Cuaderno de campo (2017),
de María Sánchez
Monólogo acerca del instinto y de la entrega
Cortaron el trigo. Ahora
mi soledad se ve mejor.
Sophia de Mello
San Francisco de Asís se dirigió a las aves las
llamó hermanas impuso el silencio les dijo
—ahora me toca hablar a mí a mí
que sueño con todas las alas de mariposa
arrebatadas
una a una
para enterrarlas junto al cuerpo de miles que
perecieron
hace miles y miles de años
(pétalos, pequeñas deidades animales hechas
de barro, vientres que se vaciaron para dar
paso a la mirra)
pero me toca hablar a mí
que soy un organismo como cualquier otro,
infinidad de posibilidades, de células
chocándose las unas con las otras, una
multitud de impulsos
—repito—
como los de cualquier otro debatiéndose
dentro por igual
entre los estímulos de la destrucción y de la
supervivencia
a mí
que estoy escribiendo estas líneas que tienes
ante ti porque he vuelto a buscar
la técnica de datación por carbono, los
entierros en el paleolítico, el proceso de
embalsamamiento y preparación del difunto
en el antiguo Egipto
a mí
que como tú
quieres
el remedio la bondad
el ejercicio exacto para perpetuarse
el reconocimiento el refugio
la venda el duelo
todo
todo lo necesario
a mí
que miro mis dientes y mis manos
cada parte de mí abreviada
como escribir siempre ADN y no intentarlo con
ácido desoxirribonucleico
a mí
que me gusta situar las cosas
en la región exacta
darles un significado
proveerlas de una historia
a mí
que no soy San Francisco
ni vosotros mis hermanas, las pobres
golondrinas
a mí
que no soporto la idea de verme hablar a un
animal
para pedirle que se calle
que prefiero la cura y no el silencio
pero cada vez que escribo
estoy contradiciéndome
a mí misma
convirtiéndome en la hermana,
en el profeta que se sienta delante de los
pájaros
pidiéndoos por favor de nuevo
silencio
porque al fin callan
las alas de mariposa, el hermano y las
golondrinas,
y me toca hablar a mí.
Carta al padre
No manches la piel al desangrar el cordero si del error nace la belleza al pasar la aguja en el silencio se hace el grito hombres de sangre y tierra nunca lloran mejilla quemada de hacerle sombra la voz de la casa torciendo al limonero llamando a todas las liebres Casilda Padre que me quede como estoy no aguantaré como los puntos que se hacen en un estómago tampoco soy la enredadera que siempre pasa el invierno dime qué anoto ahora en este cuaderno si todos los pájaros no cantaron o se escondieron de lejos siempre un caballo tumbado se está muriendo yo no quiero que mi amor se muera yo quiero la levedad de los insectos el albero levantándose sigiloso la infancia que tuve un cuchillo en la garganta
La última herida
Aquí
a los que no ven el mar
se les reconoce
porque siempre
llevan
una espiga
clavada
en el pecho
*(España). Poeta, ensayista y veterinaria. Se desempeña con razas autóctonas en peligro de extinción, defendiendo otras formas de producción y de relación con la tierra como la agroecología, el pastoreo y la ganadería extensiva. Colabora en radio, medios sobre literatura, feminismo, ganadería extensiva y cultura y medio rural. Obtuvo el Premio Orgullo Rural del Patronato de la Fundación de Estudios Rurales, el Premio Nacional de Juventud de Cultura del Instituto de la Juventud de España, el Premio FADEMUR (2019), Córdoba en Igualdad (2020), el Premio Artes y Letras (2021), el Premio M de memoria (2021) de Comer y La Vanguardia, la Medalla de Andalucía (2023) al Mérito Medioambiental, el Premio Internacional Afundación de Periodismo Julio Camba (2024), en su edición XLIV, y el Premio Zenda de Poesía (2023-2024). Ha publicado en ensayo Tierra de mujeres, una mirada íntima y familiar al mundo rural (2019); y en poesía Cuaderno de campo (2017) y Fuego la sed (2024).


