El espejo incómodo de «Suya era la noche (2025), de María Ovelar

 

Por Patricia Crespo Alcalá*

Crédito de la foto (izq.) Ben Vine /

(der.) archivo de la poeta

 

 

El espejo incómodo de

Suya era la noche (2025),

de María Ovelar**

 

 

La literatura también ha sido el territorio donde construir -y combatir- las representaciones hegemónicas sociales, ese espacio en el que el imaginario toma forma en la palabra. Frente a los discursos androcéntricos, muchas autoras contemporáneas convierten la escritura en un acto de resistencia: un lugar desde el que deconstruir prejuicios, dinamitar arquetipos y reformular las preguntas sobre el deseo, el cuerpo, la identidad, el trabajo o la maternidad; aunque, en ocasiones, la contradicción y las vacilaciones, consecuencia de un marco nuevo e inexplorado, sin referentes, conduzca a un aparente callejón sin salida. La literatura, entonces, deja de ser un refugio para convertirse en un espejo incómodo, en una forma de desobediencia y en una posibilidad de decirse —por fin— en primera persona. Suya era la noche (2025) es el debut narrativo de la poeta María Ovelar.

A pesar de que la narrativa se apoya en el recurso del diario de Victoria, protagonista, escritora, poeta e influencer millennial, la autoficción se filtra en una estrategia que permite un doble plano de lectura: el interno y el literario, donde lo vivido se transforma en relato que es escrito. Por otro lado, la escisión narrativa en dos voces que cohabitan, la de la narradora y una voz en off, que actúa como conciencia de la protagonista, nos permite acercarnos de manera más reflexiva y con cierta distancia a su identidad íntima. Esta escisión culmina en la fusión de ambas en un “nosotras”, en una suerte de reconciliación consigo misma, porque la identidad femenina ya no se concibe desde la unidad sino desde la pluralidad y el diálogo interno:

Me creíste más vulnerable, tonta, fea; te creíste mejor que yo. ¿Qué has conseguido en estos años? ¿Qué nos has dado? Esa felicidad tuya que solo dependía del deseo de los demás y no del nuestro; ese voy a ser la más deseable para poder ser; ¿y dónde quedaba nuestra autonomía? Me borraste por que yo era la niña buena…

 

La poeta María Ovelar

 

La trama se despliega a partir de una cronología discontinua —1987-2001, 2005, 2009, 2012, 2014, 2017 y 2020—, retratando en el subtexto los problemas generacionales de los millennials: dificultad de acceso a la vivienda y estabilidad laboral, la cultura pop, la alta formación académica, el auge de la tecnología en la que crecieron (Victoria es famosa por su MySpace y su Fotolog), sus valores individualistas… Y referencias contextuales que sitúan la acción, como la alusión al asesinato de las niñas de Alcásser, cuya tragedia marcó a varias generaciones… las canciones de grupos indie que salpican la narración… La experiencia femenina se exhibe también en los márgenes, en ámbitos con frecuencia asimilados e identificados con espacios masculinos: el abuso descontrolado de drogas y alcohol, discotecas, encuentros sexuales… Por medio de ellos, la autora intenta exponer una imagen resistiendo a la domesticación, aunque exhibe la vulnerabilidad y las inseguridades personales. No en vano, el título de la novela hace referencia a esa noche madrileña en la que la protagonista parece vivir y en la que desenvuelve su potencial. Y todo ello hilado a través de la presencia intermitente de Adán, un personaje cuyo nombre, cargado de simbolismo (p. 65), actúa como eje en la vida de Victoria. La estructura fragmentaria del relato encuentra cohesión también en este personaje masculino, que funciona como punto de partida y retorno en una estructura anular, concluyendo la novela, pero no cerrando la historia.

María Ovelar, al igual que ya hizo en su poemario Diccionario de término eufemísticos (2022), nos plantea una revisión de los imaginarios, ahora desde la mirada de una mujer joven e intelectual con el fin de convocar la herida compartida en el lenguaje. Conecta así con otras autoras cool millennials que han abordado la identidad femenina desde distintas perspectivas: Sabina Urraca, Aixa de la Cruz, Eva Baltasar, Luna Miguel… Quienes narran desde un cuerpo femenino autoexplorado y reapropiado, en tanto canal de vinculación con el mundo, las relaciones líquidas, el malestar, el reconocimiento del propio deseo sexual… Nos obliga a desaprender desde donde nos vinculamos, los patrones inculcados inconscientemente de comportamiento de las mujeres: “Te limitaste a sonreír, porque sonreír era siempre la respuesta correcta” (p. 32). En la desmitificación del amor y las relaciones en la actualidad estrella la realidad con la teoría: “su adicción es al amor y que, cuando se enamora así de fuerte, le crecen los fantasmas” (p. 51) para desenmascarar la oscuridad de las relaciones románticas: “Idealiza a los amantes: les sonoriza cadencias que no les resuenan, los proyecta más intelectuales, elocuentes y creativos; les borda aptitudes que no ostentan” (p. 93), ese amor que no es más que la búsqueda de la aprobación ajena, la validación y reconocimiento ante una falta de autoestima e inseguridad: “Victoria no es feliz sola. Cree que su ser empieza en el otro, que su esencia empieza desde el otro. Sin verse en reflejada en el deseo de otra persona, desaparece” (p. 94).

 

 

La novela no se define tanto por una ruptura estética como por una conciencia crítica sobre la posición de la mujer en el entramado literario actual y el auge de las redes sociales como herramientas de difusión literaria. La autora denuncia las dinámicas de poder, visibilidad y legitimación en el ámbito literario, y es desde este posicionamiento donde aporta su singularidad. Al tiempo, cuestiona con cierta ironía a los poetuiteros, instapoetas, influencers literarios y los medios de difusión masiva (p. 127), como MySpace o Fotolog, señalando el modo en que la fama literaria se construye sobre la banalidad o el capital simbólico precario, y el uso que hacen las editoriales tradicionales y los grupos literarios ensalzando a estos escritores: “Y todos esos blogs mal escritos, catapultando a escritores rechazados por editoriales. Pero como son un éxito, las editoriales luego van y los publican, y ya está el lío” (p. 128) o “Un poemario en una editorial que la fichó más por sus seguidores que por su escritura, un principio de novela caótico…” (p.170). La protagonista, una periodista que aspira a ser escritora “en papel”, sufre las consecuencias de un sistema que infravalora la escritura de mujeres: “Entre sus quince críticos, una sola mujer a la que nunca vio en la redacción. Sus reseñas eran sistemáticamente ridiculizadas incluso antes de que aterrizaran en el buzón de correo” (p. 125).

 

La poeta María Ovelar

 

Tampoco quedan sin enjuiciar los “literatos” machistas, quienes ridiculizan e ignoran a las escritoras, como los Nuevos vorticistas: “Ahora las mujeres piensan que para ser novelista basta con juntar tonterías sobre su vida, pedazos que funcionan en Internet, no en un libro” (p. 143), siendo que la formación académica y cultural de las mujeres, la de Victoria, es tan válida como la de los hombres. Finalmente, en sus problemas con la voz resuena, como metáfora, la mujer que quiere y pelea por su espacio en un entorno dominado por hombres sin que nadie escuche esa voz silenciada (p. 168).

Suya era la noche es una novela incómoda con ecos de cierto “realismo pop” que desborda sexo y drogas como norma de una generación desubicada y cuya identidad diluida es buscada sin cierto rumbo. Así también la protagonista. María Ovelar se adentra en el terreno narrativo con una novela que huele a pan y a cielo.

 

 

 

 

 

*(Valencia, España). Poeta y dramaturga. Filóloga clásica por la Universitat de Valencia (España), en cuya Sala Palmireno estrenó, como coautora, la obra teatral Antígona o la tragedia de Creonte (1999). Ha sido finalista de los Premios de la Crítica Literaria Valenciana (poesía, 2022) y obtuvo el Premio de Prólogos Marina Izquierdo (2024). Ha publicado en poesía Erosgrafías (2018), Cantos de la desesperanza (2020), Manifiesto de Incertidumbre (2022) y un solo árbol (Thimmamma Marrimanu) (2024).

 

 

 

**(Alicante-España, 1982). Poeta, periodista, traductora, copy creativa y artista perfomática. Licenciada en Traducción e Interpretación. Magíster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid (España) / EL PAIS. Colaboró con el diario El País, durante 13 años, y con publicaciones de Condé Nast (Traveler, Glamour). También fue profesora de literatura en la India y copy creativa de marcas como Carolina Herrera o Jean Paul Gaultier. Obtuvo el premio Aliar Ediciones (2022). Ha publicado en poesía Las oceánicas (2022), Diccionario de términos eufemísticos (2022) y Suya era la noche (2025).

 

 

Vallejo & Co. | Revista Cultural - POESÍA - FOTOGRAFÍA - NARRATIVA - CINE - MÚSICA - TEATRO - ARTES - PLÁSTICAS - CREACIÓN - CAJÓN DE SASTRE