Por León Félix Batista
Crédito de la foto (izq.) www.eleccionesafectivasrd.blogspot.com/
(der.) el autor
No ser un púgil, musa, es como no ser nada.
El boxeador idílico: Alexis Gómez Rosa
No ser un boxeador, ser un poeta.
con una condena a poemas forzados
Wislawa Szymborska
ROUND 1 (observación y precaución de los púgiles)
Primera cosa: mirar a los ojos del lenguaje fijamente, mientras se dictan las instrucciones y reglas del combate. Mirada dura para la segunda acción: el saludo (de choque con los guantes) ejecutarlo con firmeza: muñecas fuertes, nudillos consistentes. Así se escriben capítulos de historia en la escritura. Así escribe su poesía Alexis Gómez Rosa*, retador.
ROUND 2 (asalto de estudio hasta el minuto y medio)
Empezar a jabear, manteniendo la distancia. Evitar el cuerpo a cuerpo, tocar sin que te toquen. Con incursiones breves, aplicando ganchos cortos a los planos bajos, pero con salidas rápidas, danzando sobre el entablado: ligero, ligero vuelo grácil de mariposa con aguijón de avispa (Alí). Como quien dice sin decir, sugiriendo el hematoma. Recordar las peleas callejeras en el barrio: ese ha sido un gran taller. (A guisa de ilustración: (Ringside de una silla; Peñaló). La forja de la infancia como pleitos permanentes dentro del cuadrilátero abierto del asfalto. Formación de una afición: escribir es combatir, es lo mismo que estar vivo. La acumulación de técnica, la defensa depurada, el ataque contundente servirán para enfrentar los lances de existir, las broncas de escribir, el golpe acerbo.
ROUND 3 (asalto adjudicado al defensor del título)
Y jamás olvidar la justificación de la poesía como duelo, como lid: el fogueo con la misma realidad que vivió Santo Domingo: los púgiles mestizos contra pugilistas yankees, con arsenales éstos de técnica precisa y consumada; los primeros con las mañas del que pelea abajo, fiereza bocarriba. (Véase fragmento de La tregua de los mamíferos, pags. 42-45). Ellos saben contender y contundir. Ellos sí que reconocen, por el aura de la ciencia1, la potencia de sus golpes dependiendo siempre de la magnitud de la masa que golpea (puño, brazo y hombro) y de su velocidad de llegada al punto de impacto; del cálculo correcto de la distancia al punto de impacto (precisión o puntería); de la duración de ese contacto; de la alineación de las cadenas cinéticas; de la maestría del que golpea; de la contracción muscular violenta en el momento exacto del impacto (bloqueo de las articulaciones que intervienen) y retroceso instantáneo a la posición inicial; de la intencionalidad del que golpea: su decisión de hacerlo con potencia; de la coordinación del movimiento total del cuerpo, desde los pies al borde de nudillos que golpean; y de la sincronización de dicho movimiento: que se ejecute en una sola unidad de tiempo, de una sola vez. Primera gran pelea del poeta: las reivindicaciones sociales y políticas, por el proyecto bélico hacia el proyecto literario2, encontraron en él razones para trazar coordenadas que lo distanciaron del grupo generacional en el cual accionó. Pero el campeón olvida lo que ignora el retador, que sí la intuye: la 2ª Ley de Dinámica (F = MxV/t = Masa x aceleración): la masa y la aceleración son inversamente proporcionales, es decir que, al aumentar de peso, resulta siempre menor la velocidad del boxeador… los débiles acaban por vencer.
ROUND 4 (asalto del retador)
La pelea es un relato y el poeta su cronista. Alexis Gómez Rosa, retador, lo supo desde antes: bastaría recordar el poema 22/22, proveniente de New York City en tránsito de pie quebrado3:
Con dos “B” de boxeador y barbero, lentamente se sienta a morir
con su mochila de triunfos esenciales.
Morir con dos muertes, altanero, pantaloncito corto en el estremecido encordado,
danzar fue siempre tu mejor pelea. El presente perennemente es ayer y luminoso (actual), resulta su pasado encurtido en brebajes, ponches y cortisona.
Mi niñez lo registra detrás de unas tijeras y un peine después de abandonar
el cuadrilátero. Mi vejez lo presiente a la cabeza de un reinado de sombras y muletas, apegado al humor bullanguero de una esquina.
Kid 22/22, el dominguero de la Benito González y la calle Enriquillo,
erguido al amparo de un viejo panamá sin plumas, con la palabra o el vaso siempre condescendiente.
Diminuto con “D” de dinosaurio en el corte relámpago de sus puños,
Kid twenty two. Derecha e izquierda al mentón: unooo, dooos, treees, cuatrooo, otra derecha y encontrarás a los cofrades del barrio frente al bar Anita, repitiendo tu uppercut gigante de 128 libras, anticipándose al zumbar de tus tijeras.
Hoy me ha traído el periódico tu corona intransferible. Hoy me parece
verte y no ser el de los zapatos a dos tonos, emigrando desde mis cinco años hacia las mesetas del frío imperecedero. Tórrido como una promesa, o como el aroma de un mango hirviendo en el Baní.
ROUND 5 (las tarjetas dan empate)
El texto ut supra ubica de inmediato al propio autor detrás del parapeto del que observa, registra, vuelca lo que ve: lo emparenta de inmediato con otros escritores artistas de la pluma y artistas de fistiana, como los narradores Ricardo Piglia, Poli Délano, Julio Cortázar, Ernest Hemingway, Norman Mailer, Ray Loriga y Eduardo Halfón. Igual que los poetas Néstor Perlongher, Tomás Hernández Franco y Pedro Mir, éstos últimos dos hombres de verdad de puño y letra. Incluso con mujeres que alguna vez aluden al boxeo: la polaca y premio Nobel Wislawa Szymborska (“No ser un púgil, musa, es como no ser nada.”4) o la costarricense Ana Istarú: (El hombre que boxea/ pide disculpas, cae,/ quiere un tropel de cuernos/ que acuda a sus nudillos”5 ). Sin dudas, “las mujeres podrían desmayarse en esta tarde de otoño,/ y lo harán, pero sólo frente al ring”6. Igualmente, frente a un ring de Kinshasa, Zaire, una multitud (la multitud), al grito de “Alí, bomayé”, se anticipó al resultado del combate que Norman Mailer describió en The Fight (The rumble in the jungle), de 1975 y que recoge las incidencias de la pelea Alí vs. Foreman, referida por el poeta dominicano en versos cortos y cortantes, de relámpago que huye.
Crucificado en una esquina
del ring,
……………se desploman 230 libras
de carne maltratada:
………………………..piernas y brazos
que al fortachón
humillan.
…………….En lo alto de la esquina
se puede leer: Everlast,
……………………………con la misma
acepción que si dijéramos
Inri.
ROUND 6 (las tarjetas continúan dando empate)
Ahora bien, su referencia parental más inmediata es el poeta colombiano Juan Manuel Roca (Medellín, 1946), contemporáneo en tiempo y afición, de quien es posible rastrear la foja lírico-boxística: 1) “Imaginen un cuadrilátero bajo el neón de la luna, donde mi ego busca poner K.O. a mi alterego. Mi ego es procaz, mi alterego un hombre timorato que sólo atina a defenderse. ¿Qué hacer cuando se tiene como sparring a una sombra?” (En “Ciudadano de la noche”, 1989). 2) “Como un viejo púgil rondando el encordado oirás la voz del desaliento” (En “Pavana con el diablo”, 1990), y 3) “El boxeador/ Lanza jabs a un saco de lona,/ La muerte arroja su negra toalla al ring/ vacío” (En “Las hipótesis de nadie”, 2005). Eso sí: estas líneas citadas indican un abordaje negro, deprimente y de derrota. En Prosas de un peso welter asistimos a otra cosa: “no una voluntad barroca, mucho menos el gusto por lo que se llama hermetismo, sino una busca de intensidad absoluta”7. La real transgresión es el modo en que el poeta puede cambiar de guardia inesperadamente. Guardia zurda: defensa hermética, cabeza y tronco impenetrables, la palabra tormentosa y estallando en mil sentidos. Guardia diestra: con el ímpetu medido desarrollando el tema, inyectando la abstracción con realidad, como se puede apreciar en Anotaciones de un fama, Jazzófera y Oreja de campo santo.
ROUND 7 (domina el retador)
Pero debo vincular al retador con Arthur Cravan, con su drama. Fabian Avenarius Lloyd, nombre con el que nació, del nido de una familia burguesa de Lausanne, fue ladrón, desertor, caballero de la industria, marinero en el Pacífico, mulero, recolector de naranjas en California, encantador de serpientes, rata de hotel, leñador en los bosques gigantes, nieto del canciller de la reina, chofer de automóvil en Berlín y sobrino de Óscar Wilde –para más señas–, con quien también creía que la vida es como el arte y no al revés. Alguien que quiso escribir poesía con los puños, noquear a su rival con un poema, y terminó de campeón francés semipesado, poeta precursor del dadaísmo y desapareciendo de manera misteriosa en el golfo de México, con apenas 31 años de edad. ¿Paralelo con Alexis?: con alguien que “ha invertido su vida en correrías de cama y mesa”, un “poeta aventurero y agente secreto de la palabra pública (…), el único poeta que se ha visto con saco, en pantalones cortos y en chancletas”: “el fracaso del proyecto familiar”, bordante en Nueva York, “obrero de múltiples oficios por las noches”, profesor catastrófico del Board of Education y catedrático de Hunter College, según sus biografías, sus antibiografías8. Cierta vez Arthur Cravan organizó un combate con el por entonces campeón del mundo Jack Johnson9 quien, si bien dominó las acciones desde el primer instante, había cobrado una suma muy fuerte por la filmación del combate, acordando una duración mínima del mismo: por eso tuvo que esperar al sexto asalto, y mandar a dormir, de manera fulminante, como el rayo de un haikú, a aquel poeta. Eso qué puede importar: la poesía y el boxeo son acciones que colocan en posición de abismo.
ROUND 8 (domina el retador: nockdown al titular)
Otra correspondencia: la de Alexis como eso: un precursor de cuanto se procesará después. Como a Cravan los del grupo de Tzara, como a Tzara después los surrealistas, la poesía del ahora en el país sólo puede leerse releyéndolo. Lo dijo todo, todo lo leyó y pudo todo inocularlo en fotocopias. Recreó sus precursores, aguijoneó sus contemporáneos y ofreció su biblioteca a los imberbes. De ahí su actualidad insoslayable. Verdadero retador en su poesía: un cambiarte la guardia a medio round, un pasar de repente del baile que lo vuelve inaccesible al sangriento cuerpo a cuerpo: Proteo sin tridente, mas con guantes10. Esa condición proteica se traslada al interior: en el libro asistimos a una crónica anacrónica (en todos los sentidos lo primero: una historia que se narra como un vicio inveterado). Gómez Rosa, cronista deportivo literario, ha dejado en sus libros la experiencia extrema porque carece de término medio. En este libro vemos la reconstrucción de un hecho vital que parte de su infancia y se infinita en los diversos combates de su presente. Diríamos que a la vivisección de su historia que cambia de peso y lugar, se integran otras historias con las que el poeta establece un diálogo secreto y revelador.
ROUND 9 (amarres; golpes bajos, golpes en la nuca por el titular)
Pero vamos a esta Prosas que no son sino al final. Podemos encontrar como lectores, como los espectadores de esta velada dura, la misma veladura de los versos. Un poema en uppercut con un jab lírico. El universo sórdido del barrio, la desolación del púgil que va perdiendo la pelea de su vida, de la vida, hasta arrojar “la toalla sobre un hematoma invulnerable” (Derrota). Así mismo, “invulnerable”, con “derrotas invencibles’’ (Kid Barquerito): de qué vale insistir sobre la magulladura cuando puedes crear otras a pesar de la fatiga. Pobre sparring que intercambia palabras por trompadas con el fin de ser ranqueado (La cañada del Diablo). Del gimnasio de los chatas: “clasificar por peso a los desarrapados” (Krápula’s Club). Como el que exuda tinta: “verija de agria peste que sabe a guante de boxeo”. Esa plasticidad son fintas de peso welter, pero que pelea en pluma. Un lenguaje con la misma virulencia del deporte hace de este libro un espectáculo, desperdigado en cada milímetro de cuadrilátero: al fin y al cabo, el libro también tiene cuatro esquinas, cuatro ángulos rectos, duros rectos al mentón. Los intercambios son constantes, como cortante el tajo en cada verso: lo que se dice deja contusiones, por esas hemorragias de escritura. Es un reto no a leer: al golpe y contragolpe, pues “del yo al contra-yo se produce (…) una permutación completa en la que el yo descubre lo que su otro escrito le revela”11. Pela de lengua equivale a pela de guantes recios. “Se fueron a los palos,/ se fueron a los vejigazos./ Se fueron tan lejos/ que ya nadie regresó”. (en Séptimo de la suerte).
ROUND 10 (domina el combate el retador; resta el referí un punto al campeón)
Avanza, pues, el pleito; el tren de pelea es otro. Las ventanas-guillotina cuelan trotes trepidantes del tren 1, parada 181th street, in the Heigths, you know: tren de pelea igual el subway, pero en láminas de acero. Alexis Gómez Rosa, el retador de hoy, nos convoca a su esquina de la 176 con St. Nicholas. Carlos Rodríguez Ortiz, quien ya no volverá, exquisito poeta, con frituras; Leandro Morales, de agudeza acidulada y discreción; Perdomo, con el niño y con el coche; Luis Manuel Ledesma, pasando incesantemente su Factura… a los demás; yo. Pudo ser cuando Durán-Sugar Ray Leonard, Chávez-Óscar de la Hoya, Tyson-Holyfield, quién sabe. O fue en todos los combates posibles, combinados, frente a un vino zinfandel, la picadera opípara. La filigrana de tejer un hematoma con el jab es lo mismo que esculpir el poema en el papel. Discutir, especular: ellos riñen por nosotros en el ring de la TV, “los excesos en el ring revancha vierten en la calle” (Cartelera de semifondo, tres). Nuestros púgiles: Pessoa, José Carlos Becerra, Perlongher. Tenemos más recursos: derechazos de Echavarren, gancho al hígado de Porchia, los jabs de Edmond Jabés. La poesía contundente en la nómina anatómica del otro. Por un bistec, todo se demora en la vida por un bistec, dejó escrito Jack London.
ROUND 11 (se tambalea el campeón; sangra profusamente; besa de nuevo la lona)
El dominio es total, en la página, en el ring: en la herida del otro germina su derrota, pero en esta poesía, en toda su profusa referencialidad, se produce una fisura: el lenguaje aparece por hiperrealidad: según se cuentan cosas y describen las acciones. Está el obturador de la pupila turbia del poeta, estilete en la sustancia: la cámara más lírica, más lúdica: close up en la caída.
ROUND 12 (faltan pocos segundos: dramático nockout del retador)
Suena entonces la campana y nos vamos a las duchas (o a las letras, que es lo mismo), porque la fiesta ya empezó.
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1 . Fuente: www.soloboxeo.com
2. “Los poetas de la Generación del 60 y de Post-guerra perseguían ideales comunes, luchaban por las mismas causas y se alimentaron de las mismas vivencias y de los mismos recuerdos. Pero el tono excesivamente político y combativo de su poesía, encauzó su producción por una ruta que se acercaba más a un proyecto bélico que a un proyecto literario”. Franklin Gutiérrez, Diccionario de la literatura dominicana, Ediciones de Cultura, Santo Domingo, 2010, pp. 292-293
3. New York City en tránsito de pie quebrado, Premio de Poesía “Casa de Teatro 1990”, Editora Taller, Santo Domingo, 1993. Ver también su retorno al cuadrilátero-libro cuando Kid 22/22 “regresó derrotado (…) al vencer ampliamente” a su rival en este libro: Sixto Escobar (set cinematográfico).
4. Lectura, en Wislawa Szymborska, Poesía no completa, FCE, México, 2002, pp. 112-113.
5. El hombre que boxea, de La muerte y otros efímeros agravios, en Poesía Escogida, Editorial Costa Rica, San José, 2009, pp. 95-97.
6. Szymborska, op. cit.
7. Plinio Chahín: “Alexis Gómez Rosa y el festín de la poesía”, en Una palabra para cruzar el puente, antología poética de La Antorcha, Secretaría de Cultura, Santo Domingo, 2008.
8. Ref. Marginal de una lengua que persigue su forma (Editorial Gente, Santo Domingo, 2009), y Una palabra para cruzar el puente: antología poética de La Antorcha, op. cit.
9. Como corolario del engranamiento arte-deporte, en el caso, jazz-boxeo, habría que invocar, como lo invoca Prosas de un peso welter, el disco de Miles Davis (amante y practicante de boxeo) Tribute to Jack Johnson, el verdugo del poeta dadaísta. Johnson no fue un cualquiera, sino el primer Campeón de los Pesos Pesados de raza negra, un inconformista nato y un luchador incansable en favor de la igualdad y de los derechos civiles. El trompetista dijo en 1971 a la revista Jazz Magazine que “El boxeo es como la música: cada día se aprende algo. Boxeo porque me da fuerza. Y expulsa de mis pulmones el humo de la noche anterior. Y es bueno para tener buen soplo… Me permite quedarme pegado a la embocadura. No como esos músicos anticuados que se paran cada rato para respirar y, de este modo, hacen siempre frases de dos o cuatro compases. Son tipos que bajan la guardia. Yo no bajo la guardia cuando toco. En un grupo nunca debes dejar que el que toca detrás adivine cuándo vas a retirar el instrumento de tus labios y hacer una pausa. Es como en el boxeo, siempre hay que acorralar al adversario…”.
10. “Tales mudanzas las ejecutará Alexis Gómez Rosa a lo largo y ancho de su trayectoria. Este curioso poeta proteico (…) ya antes había sido cantor contestatario; después trabajaría el haiku (High Quality, Ltd., 1985) y el concretismo (Pluróscopo, plaquette de la revista ¡Ahora!, 1977), hasta parar en la especie de neopostumismo de sus últimos libros, versión actualizada (en amalgama) del ideario criollizante, salvo que el sujeto, en este maremoto de la verbalidad, se ubica en tierra isleña y también allende sus acantilados, además de contener una pinta de barroco y neón de la ciudad”. León Félix Batista: Cebar a Cancerbero: de la poesía dominicana actual, en Alforja #33, México, 2005.
11. Philippe Sollers, en La escritura y la experiencia de los límites, Monte Ávila, Caracas, 1976, trad. de Francisco Rivera.