Por: Maricela Guerrero
Foto: Katnira Bello
Un conjunto de poemas como un conjunto de mapas. La Guía Roji es una empresa dedicada a mapear a la ciudad de México, y otras como Monterrey o Guadalajara; el slogan en su página web dice “80 años trazando caminos”. Antes del GPS y del gmaps, los taxistas, repartidores y los payasos de fiestas infantiles ubicaban las direcciones de los domicilios a donde tenían que prestar un servicio en una Guía roji, ahora también es un libro de poemas.
Un soneto encima de una hoja de la guía roji. Un soneto que deja su huella, su desaparición, su marca. Uno de esos que terminaban polvo seré más polvo enamorado.
Mapas y retratos
Antes de los libros virtuales, digitalizados, los libros ‘tienesqueleerloahoramismo’ circulaban en fotocopias: leíamos en fotocopias y muchas cosas se arreglaban por teléfono fijo, los móviles eran cosa películas y muy ricos, no de estudiantes de universidades públicas. Todo eso cambió muy rápido y nos tocó a los que nacimos entre los setenta y ochenta.
Sergio Loo (Ciudad de México 1982-2014) mapea ese vertiginoso proceso, esa transformación de una ciudad que padeció un terremoto en 1985—que le sacudió el hormiguero en todos sus rincones tanto como las crisis económicas y políticas en este conjunto llamado Guía roji.
Un libro de poemas para encontrarse, perderse o desprenderse de una serie de identidades y desestabilizar poner en juego el espacio—la ciudad de México y sus áreas conurbadas– para reconocer los rostros de los otros en uno o una y devenir lo que se nos pegue la gana. Un libro como un mapa de la transformación, cada poema como un documento que registra un proceso, no un espacio sino una situación. La idea de mapa aparece en el libro como una ruta, ruta de recuperación de amigos de una época, de anécdotas, de historias familiares.
El espacio, el verso y los rostros de las calles
Los poemas asumen su condición de trazo y en ocasiones se apelmazan como en un embotelladero, como una saturación. En otros, el uso del corte con diagonales, hace que el verso pierda espacios, además de verticalidad; ese hacinamiento en la página genera densidad: la densificación del poema, el tema, la anécdota, las referencias, la musicalidad se apelmazan como en un efecto estereofónico.
Los poemas de Guía roji son el mapa y a la vez el espacio son diríamos poemas estereofónicos que pone en juego el sentido, son poemas que operan como registros de voces, tonos situaciones en diversos canales. Los momentos sentenciosos propios del poema autoritario-convencional en el que la voz lírica se asume el vocero de la tribu, no pueden suceder aquí.
Usted está aquí
Aquí los poemas se componen con conceptos, con ideas que se interceptan. En “Una canción para Rita” que resulta una especie de neo-planto o neo-elegía o esquela de noticiario, en el que la nota informativa no es el evento sino lo que se dice en las redes sociales del evento. Al cruzar la muerte de Rita Guerrero con elementos como las redes sociales se establece un contrapunto que logra señalar lo que ese evento genera los habitantes de una urbe que nunca se detiene —nunca en mi vida está ciudad ha decretado un luto que le permita detenerse a reflexionar, detenerse para llorar a alguien, ni cuando Paz, un cuando Sabines, vaya ni cuando San Juanico o el terremoto del 85. Escribe Loo en esta canción para una de nuestras queridas músicas:
Todos los que este viernes en el trabajo se escaparon a Facebook para anunciar “Se murió Rita” desde su estatus personal
La muerte de Rita Guerrero ha invadido las redes sociales como un espontáneo cáncer en el pecho que de repente fulminante llega a la cabeza de Rita Guerrero para injertarle la muerte
y llenarnos de pena
porque ya no habrá nuevo disco ni reeencuentro y nuestra juventud ha sido un poco enterrada.
El retrato
Guía roji es un libro querido, un libro que juega, un libro que traza un proceso, un proceso en el que el autor recupera los rostros familiares, los amigos, un libro que nos deja también un retrato: el retrato de un amigo muy querido y de un escritor entrañable.
En diciembre tomaba notas para esta reseña, y en una de esas dejé el libro sobre el escritorio. Sofía mi chamaca de cuatro años lo tomó y le hizo esta bonita presentación que creo que a Sergio Loo le hubiera gustado mucho.