Nada fuera de lugar. 13 poemas de Ademir Assunção

 

Por Ademir Assunção*

Traducción por Jesús Montoya,

Eduardo Milán y Reynaldo Jiménez

Curador de la muestra Fabrício Marques

Crédito de la foto el autor

 

 

Nada fuera de lugar.

13 poemas de Ademir Assunção

 

 

El triunfo del general mandíbula

 

cuchillo entre los dientes, trinados

de cuervos en los oídos, me sumerjo

en el río de los sueños, desciendo al mundo

de los muertos, pirata en la proa

del navío fantasma, delfines

saltando en el mar revuelto, demonio

vestido con ropas de hada, agujero

esculpido en la capa de ozono, nadie

responde al llamado, extrañas

voces en la contestadora,

la agencia de bradesco arde

en llamas, punks desfilan en las calles

de copacabana, el caos hace eco en las ruinas,

esquinas oscuras del infierno, pompeya,

são paulo, estambul , atenas, la moda

del otoño es la decadencia del invierno,

cuentan que los profetas solo predicen

desatinos, pájaros tenebrosos nublan

presagios, el cactus rojo desconoce

la flor del destino, es en el silencio

que los banqueros multiplican sus

agios, se quiebran los dientes, astillan

mandíbulas, huesos estallan en las tumbas,

el viento barre los edificios de la ciudad,

ballenas destrozan submarinos, brujos

eslavos borran signos mágicos, tontos

neochics imitan monos, rameras

burguesas menean el culo, hackers

detonan la musa de la TV por cable, nada tiene

sentido en esta niebla de mierda, barro

espeso subiendo de los pies hasta el pescuezo,

caronte enloquecido golpeando

sus remos, lombrices homicidas a la espera

del almuerzo

 

 

 

Jack Kerouac en playa brava

 

soñé con jack kerouac

sentado en la baranda de la casa

de waldemar cordeiro1. yo acababa

de levantarme y di la cara

a aquél bulto sumergido

en la neblina. muy arriba de la copa

de los árboles la luna llena ardía

entre nubes espesas con su

rostro de gangster. yo dije: “ey, man,

¿dónde vamos a parar?” jack

dio una larga calada

al cigarro, humareda blanca en la bruma

blanca, y me extendió

un vaso de whisky.

continuó observando la luna, pálido

como un fantasma. dijo

que estuvo a bordo de un navío

mercante de la marina americana en la costa

de indonesia hasta la semana pasada.

preguntó si aún había hippies

en las calles, feministas quemando sostenes

en la plaza pública y negros

ahorcados en los gajos de gruesos robles

en nuevo méxico. “oh, no, jack, eso

fue hace tanto tiempo. ahora ellos mandan a los jóvenes

negros pobres para la guerra en irak”.

bajamos hasta el supermercado de playa brava

por unas latas de cerveza

y una botella de coñac. en el camino

le conté que leminski2 e itamar assumpção3

estuvieron en esta misma casa en el carnaval

de 1988. “oh, yeah”, dijo jack. “los grandes

poetas son como las mareas: devoran los

barcos de los imprudentes y arrojan sus restos

en la playa”. cuando volvimos del supermercado,

mi hija de 16 años leía a jorge luis borges

y mi hijo de 13 leía a david goodis. nina

simone cantaba just call me angel of the morning.

jack abrió una lata de cerveza, bebió

un largo trago mirando las hojas de la mata

y les dijo: “no dejen que los idiotas

callen su voz. aquella voz que viene del fondo

de ustedes mismos. cuenten conmigo

sin importar lo que pase”. mi hija

susurró en mi oído: “¿quién es este

tipo?” “jack kerouac”, le respondí. “wow”,

balbuceó ella. mi hijo levantó los ojos

del libro y gritó: “eddie acabó de darle

un derechazo en la cara al guardaespaldas”.

yo miré a jack y en silencio

hicimos un trato: “déjelos vivir. aún es temprano

para contarles las mentiras del mundo”.

jack tomó a fondo un buen trago

de coñac y asintió con la cabeza. la noche

estaba fría. la luna continuaba golpeando las nubes

con su cara de gangster malhumorado.

 

[1] Waldemar Cordeiro fue uno de los introductores del Arte Concreto en Brasil, junto a Décio Pignatari, Augusto y Haroldo de Campos, entre otros.

[2] Paulo Leminski fue uno de los más grandes poetas brasileños de la segunda mitad del siglo XX.

[3] Itamar Assumpção fue uno de los más grandes compositores/cantantes brasileños de la segunda mitad del siglo XX.

 

 

Un borrador garabateado

en un avión de Latam volando a 900 km por hora

debajo de un cielo acribillado de estrellas

 

Había leones resguardando el lado oscuro de la luna.

Brujas tramposas jugando con las cartas del tarot.

Un perro negro debajo de la mesa.

Un sobretodo negro. Sombrero negro.

Dos pies de macho cabrío debajo de la mesa.

Y una canción de los Stones retumbando en la rocola:

Take me to the station

And put me on a train

I’ve got no expectations

To pass through here again

 

Había toros de sol en aquellos días.

Cuernos perforando las tripas del torero.

Alas de sombrero bajo la lluvia de sangre.

Turbulencia blanca y nubes eléctricas.

Un pez negro más negro que la negrura del mar.

Allá en el fondo, mucho más abajo de los restos del naufragio.

Y una canción de los Stones retumbando en la rocola:

Our love was like the water

That splashes on a Stone

Our love is like our music

It’s here, and then it’s gone

 

La maquinaria celeste de la noche giraba

y había memoria y miedo

(entre los herrajes destrozados de los carros)

leopardos de nitrógeno, la piel fría, los dientes calientes

ferocidad creciente en el fuego de las pupilas dilatadas

y una canción de los Stones retumbando en la rocola:

So take me to the airport

And put me on a plane

I’ve got no expectations

To pass through here again

 

 

 

El pantano

 

Hay una serpiente enrollada en los ramajes

del poema:

 

cola verde-turquesa, escamas

mitológicas, cabeza

de niebla.

 

Hay un cementerio de aviones de combate de la Segunda Guerra Mundial:

fuselajes corroídos

por gusanos replicantes, ranuras

de herrumbre,

puntas preparadas para rasgar la carne

de los incautos.

 

Hay un piloto kamikaze y una mujer seducida

por las palabras mágicas del Talmud,

 

una reina loca que copula

con su propio hijo,

 

una princesa lasciva,

cuya diversión es aniquilar ejércitos de moros

 

y practicar felaciones

a su hermano menor.

 

Hay prostitutas chinas

expertas en el arte de los puñales.

 

Hay trampas, obstáculos, arenas movedizas

en el pantano, entre raíces,

del poema.

 

Hay un monstruo de hojarascas

y cuero crudo de cocodrilo

pronto para emerger

al simple toque

de la campanilla de Pan.

 

 

 

El fin de la historia en Gotham City

 

gatos pardos gatos negros

gatos locos y borrachos

 

atacan el bando de Pete

el Malo: bramidos aullidos gritos

 

y borbotones de sangre

en la Noche de las Estrellas Dopadas

 

gatas-polaroids huelen copos de nubes

en los baños en los basureros

 

de Japatown: tambores de navajas

en tapas de hierro oxidado

maullidos miasmas palabras que se derriten

en el humo de los cigarros

 

caos y crimen olor a sexo y ruina

en los callejones en los ranchos en los cortijos

 

entre el vapor y la humareda de las pastelerías chinas

maricas asesinas afilan cortaplumas

y entrenan golpes mortales de taekwondo​

 

trenes abarrotados de lingüistas y filólogos

chocándose contra el muro de vidrio de lo real

 

el cielo-holograma se derrumba en pedazos

sobre las cabezas de los paseantes

 

mientras el Guasón se inyecta en su brazo demacrado

la última gota de una ampolla

 

y Batman se retuerce como una cobra

picoteada por las garras de las Iguanas de Hong Kong

 

(de A Voz do Ventríloquo, traducciones por Jesús Montoya)

 

 

El poeta Ademir Assunção

 

Tal vez la locura mande una postal

 

perfectos extraños

pájaro con alas incendiadas

 

sí, llegamos al borde del peñasco

ciego sin ala-delta

 

salto en el riachuelo de whisky y cubos de hielo

 

leones hambrientos en el zoológico urbano

muerden sus propias orejas

 

no, nadie responde a la campanita

fantasma con cascabeles

 

apago todos los archivos del cerebro

 

cazas explotan en las ventanas de los edificios

kiwis enmohecidos en la puerta de la heladera

 

tal vez caiga una estrella dentro del vaso

tal vez la Locura mande una postal

 

bombones y dos botellas de licor de damasco

 

(de Zona Branca, traducción por Eduardo Milán)

 

 

 

La lágrima de Van Gogh

 

el aire de la tarde refleja

las flores del arco-iris

 

mudas, los colores giran

lisérgica danza de Shiva

sobre el campo de girasoles

 

centeno enmohecido

: autorretrato de la Locura

en las pupilas en llamas

 

& una única lágrima

guardada

en la cajita de joyas

 

 

 

5 días para morirse

 

moriremos locos, Ana

 

los zapatos

nuevos

sobre la maleta

mala-notte

el dia, la peor

foto: ojos húmedos

en el video

flashbacks:

la ingle inmunda

del marinero

los electrodos fríos

en las témporas

las píldoras coloridas

peces

en un acuario

cuyo vidrio

casi se quiebra

toda vez

que lo tocamos

 

sí, Ana

moriremos locos

pero

esta noche

dormiremos

juntos

 

(de Zona Branca, traducción por Reynaldo Jiménez)

 

 

05.06

 

Cuál el sentido de los cinco sentidos sentidos dentro de um laberinto de espejos que reflejan imágenes en 10 millones de sentidos — se indagaba el Señor de los Sentidos en una noche de temporal. Que Nadie entre los humanos se atreva a sentir lo que estoy sentiendo — repetía el Monstruo Nadie al otro lado de la planicie, allá donde el tiempo era bueno pero el alma inestable.

 

 

 

13.05

 

Es como si un pájaro se posase en el párpado del Dragón Adormecido. Es como si el Dragón Adormecido soñase un planeta habitado por flores de oxígeno. Es como si las flores de oxígeno rozasen la sien de un samurai enloquecido. Es como si el samurai enloquecido sólo existiese en el sueño de un poeta que sueña con un dragón soñando. Es como si nada de eso existiese. Es como si fuese pintura de Matisse. Es como si fuese escena de un film de Kurosawa: Sueños.

 

 

 

23.06

 

Viento que vienes de lejos, ábreme las puertas de la percepción y déjalas abiertas. Como un griego antiguo delante del mar, como un primate cuidando el fuego primordial en las manos. La primera vista sobre los valles llenos de peligro. El deslumbramiento de una mente que descubre el velo de la Gran Madre.

 

 

 

15.01

 

El Guardián se cansa de guardar la entrada de la Gruta Sagrada y resuelve viajar por el Túnel del Tiempo. Moléculas se desintegran, líquidos se mezclan, tigres saltan de un lado a otro del Estrecho — nubes bermejas encubren el Jardín de la Luna Mundana. Libre de vigilancia la Gruta Sagrada se abre a los bárbaros, como una prostituta en cuarto menguante. Por fin conoce los espamos más secretos.

 

(de Cinemitologias, traducción por Reynaldo Jiménez)

 

Los poetas Paulo Leminski (izq.) y Ademir Assunção (der.)

 

Satori

 

Sentado, distraído, en la piedra

al lado de la cascada

— yo soy un buda

de cabellos nublados

y dedos de hule.

 

El agua fría

eriza la piel de las costas.

El helecho sonríe

con sus hojas

crispadas por el viento.

 

Nada fuera de lugar.

Ningún caos mental.

 

Pelado, pelos erizados

— secando al sol

soy apenas

entre muchas

una forma

más de vida —

viajando por el tiempo

— que nunca existió

 

(de LSD NÔ, traducción por Reynaldo Jiménez)

 

 

Los leones jugando en el jardín

 

Dientes helados, uñas enseña

 

el león araña levemente

 

la piel de puro yeso: estatua blanca

 

Peonías murmuran mudas

 

ante la imaginación salvaje y furiosa

 

viento viento viento

 

en la tarde de abismos, constelaciones

 

de leones, centauros listos para el salto,

 

el amor peligroso, atado a todo

 

o nada: un par de ojos delante

 

de su máscara de oxígeno

 

(de LSD NÔ, traducción por Eduardo Milán)

 

 

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(poemas em su idioma original, português)

 

 

Nada fora de lugar.

13 poemas do Ademir Assunção

 

 

O triunfo do general mandíbula

 

faca entre os dentes, trinados

de gralhas nos ouvidos, mergulho

no rio dos sonhos, desço ao mundo

dos mortos, pirata na proa

do navio fantasma, golfinhos

saltando no mar revolto, demônio

vestido com roupas de fada, buraco

esculpido na camada de ozônio, ninguém

responde ao chamado, vozes

estranhas na secretária eletrônica,

a agência do bradesco arde

em chamas, punks desfilam nas ruas

de copacabana, o caos ecoa nas ruínas,

escuras esquinas do inferno, pompeia,

são paulo, istambul, atenas, a moda

do outono é a decadência do inverno,

dizem que os profetas só predizem

desatinos, pássaros tenebrosos nublam

presságios, o cacto rubro desconhece

a flor do destino, é no silêncio

que os banqueiros multiplicam seus

ágios, quebram-se dentes, racham

mandíbulas, ossos estralam nas tumbas,

o vento varre os edifícios da cidade,

baleias destroçam submarinos, bruxos

eslavos rasuram signos mágicos, otários

neochics imitam macacos, cadelas

burguesas tomam no rabo, hackers

detonam a musa da TV a cabo, nada faz

sentido nessa névoa de bosta, lama

espessa subindo dos pés ao pescoço,

caronte enlouquecido brandindo

seus remos, vermes homicidas à espera

do almoço

 

 

 

Jack Kerouac na praia brava

 

sonhei com jack kerouac

sentado na varanda da casa

de waldemar cordeiro. eu acabara

de acordar e dei de cara

com aquele vulto imerso

na neblina. bem acima da copa

das árvores a lua cheia ardia

entre nuvens espessas, com sua

cara de gângster. eu disse: “ei, man,

onde é que vamos parar?” jack

deu uma longa tragada

no cigarro, fumaça branca na névoa

branca, e me estendeu

o copo de uísque.

continuou encarando a lua, pálido

como um fantasma. disse

que estava a bordo de um navio

mercante da marinha americana na costa

da indonésia até a semana passada.

perguntou se ainda havia hippies

nas ruas, feministas queimando sutiãs

em praça pública e negros

enforcados nos galhos de grossos carvalhos

no novo méxico. “oh, não, jack, isso

faz tanto tempo. agora eles mandam os jovens

negros pobres para a guerra no iraque.”

descemos até a mercearia da praia brava

atrás de umas latinhas de cerveja

e de uma garrafa de conhaque. no caminho

contei-lhe que leminski e itamar assumpção

estiveram nesta mesma casa no carnaval

de 1988. “oh, yeah”, disse jack. “os grandes

poetas são como as marés: engolem os

barcos dos imprudentes e lançam os destroços

na praia”. quando voltamos da mercearia,

minha filha de 16 anos lia jorge luis borges

e meu filho de 13 lia david goodis. nina

simone cantava just call me angel of the morning.

jack abriu uma lata de cerveja, bebeu

um longo gole olhando as folhas da mata

e disse a eles: “não deixem que os idiotas

calem sua voz. aquela voz que vem lá do fundo

de vocês mesmos. contem comigo

pro que der e vier”. minha filha

sussurrou no meu ouvido: “quem é esse

cara?” “jack kerouac”, eu respondi. “uau”,

ela balbuciou. meu filho levantou os olhos

do livro e gritou: “eddie acabou de acertar um

cruzado de direita na cara do leão de chácara”.

eu olhei para jack e em silêncio

fizemos um trato: “deixe-os viver. ainda é cedo

para contar-lhes sobre as mentiras do mundo”.

jack jogou pra dentro um bom gole

de conhaque e assentiu com a cabeça. a noite

estava fria. a lua continuava socando as nuvens

com sua cara de gângster mal-humorado.

 

 

 

Um rascunho rabiscado dentro de

um avião da TAM voando a 900 por hora

debaixo do céu crivado de estrelas

 

Havia leões guardando o lado escuro da lua.

Bruxas trapaceiras jogando cartas de tarot.

Um cão negro debaixo da mesa.

Um sobretudo negro. Chapéu negro.

Dois pés de bode debaixo da mesa.

E uma música dos Stones rolando na jukebox:

Take me to the station

And put me on a train

I’ve got no expectations

To pass through here again

 

Havia touros de sol naqueles dias.

Chifres perfurando as tripas do toureiro.

Abas de chapéu sob a chuva de sangue.

Turbulência branca e nuvens elétricas.

Um peixe negro mais negro que o negrume do mar.

Lá no fundo, bem mais abaixo dos restos de um naufrágio.

E uma música dos Stones rolando na jukebox:

Our love was like the water

That splashes on a stone

Our love is like our music

Its here, and then its gone

 

A maquinaria celeste da noite girava

e havia memória e medo

(entre as ferragens destroçadas dos automóveis)

leopardos de nitrogênio, a pele fria, os dentes quentes

ferocidade crescente no fogo das pupilas dilatadas

e uma música dos Stones rolando na jukebox:

So take me to the airport

And put me on a plane

I’ve got no expectations

To pass through here again

 

 

 

O pântano

 

Há uma serpente enrodilhada nas ramagens

do poema:

 

cauda verde-turquesa, escamas

mitológicas, cabeça

de névoa.

 

Há um cemitério de aviões de caça da Segunda Guerra:

fuselagens corroídas

por vermes replicantes, ranhuras

de ferrugem,

pontas preparadas para rasgar a carne

dos incautos.

 

Há um piloto kamikase e uma mulher seduzida

pelas palavras mágicas do Talmud,

 

uma rainha louca que trepa

com o próprio filho,

 

uma princesa lasciva,

cuja diversão é dizimar exércitos mouros

 

e praticar fellatio

no irmão mais novo.

 

Há prostitutas chinesas

exímias na arte secreta dos punhais.

 

Há ciladas, armadilhas, areias movediças

no pântano, entre raízes,

do poema.

 

Há um monstro de folhagens

e couro cru de crocodilo

pronto para emergir

ao simples toque

da sineta de Pã.

 

El poeta Ademir Assunção

 

O fim da história em Gotham City

 

gatos pardos gatos negros

gatos loucos e bêbados

 

atacam o bando de João

Bafo de Onça: urros uivos gritos

 

e jatos de sangue

na Noite das Estrelas Dopadas

 

gatas-polaroides cheiram flocos de nuvens

nos banheiros nas lixeiras

 

de Japatown: batuque de giletes

em tampas de ferro enferrujado

 

miados miasmas palavras que se derretem

na bruma dos cigarros

 

caos e crime cheiro de sexo e ruína

nos becos nos moquifos nos cortiços

 

entre o fog e a fumaça das pastelarias chinesas

 

bichas assassinas afiam navalhas

e treinam golpes mortais de tae kwon dô

 

trens abarrotados de linguistas e filólogos

chocam-se contra o muro de vidro do real

 

o céu-holograma desaba em pedaços

sobre as cabeças dos passantes

 

enquanto Coringa injeta no braço esquálido

a última gota da ampola

 

e Batman se retorce como uma cobra

picotada pelas garras das Iguanas de Hong Kong

 

 

 

Talvez a loucura mande um cartão postal

 

perfeitos estranhos

pássaro com asas incendiadas

 

sim, chegamos à beira do penhasco

cego sem asa-delta

 

salto no riacho de uísque e cubos de gelo

 

leões famintos no zoológico urbano

mordem as próprias orelhas

 

não, ninguém responde a campainha

fantasma com guizos

 

apago todos os arquivos do cérebro

 

jatos explodem nas janelas dos edifícios

kiwis embolorados na porta da geladeira

 

talvez uma estrela caia dentro do copo

talvez a Loucura mande um cartão postal

 

bombons e duas garrafas de licor de damasco

 

 

 

A lágrima de Van Gogh

 

o ar da tarde reflete

as flores do arco-íris

 

mudas, as cores giram

lisérgica dança de Shiva

sobre o campo de girassóis

 

centeio embolorado

: auto-retrato da Loucura

nas pupilas em chamas

 

& uma única lágrima

guardada

na caixinha de jóias

 

 

 

5 dias para morrer

 

morreremos loucos, Ana

 

os sapatos

novos

em cima da mala

mala notte

o dia, a pior

foto: olhos úmidos

no vídeo

flashbacks:

a virilha imunda

do marinheiro

os eletrodos frios

nas têmporas

as pílulas coloridas

peixes

num aquário

cujo vidro

quase se quebra

toda vez

que o tocamos

 

sim, Ana

morreremos loucos

mas

esta noite

dormiremos

juntos

 

 

05.06

 

Qual o sentido dos cinco sentidos sentidos dentro de um labirinto de espelhos que refletem imagens em 10 milhões de sentidos — indagava-se o Senhor dos Sentidos numa noite de temporal. Que Ninguém humano se atreva a sentir o que estou sentindo — ecoava o Monstro Ninguém no outro lado da planície, lá, onde o tempo era bom mas a alma instável.

 

 

 

13.05

 

É como se um pássaro pousasse na pálpebra do dragão adormecido. É como se o dragão adormecido sonhasse com um planeta habitado por flores de oxigênio. É como se as flores de oxigênio roçassem a têmpora de um samurai enlouquecido. É como se o samurai enlouquecido só existisse no sonho do poeta que sonha com um dragão sonhando. É como se nada disso existisse. É como se fosse pintura de Matisse. É como se fosse cena de um filme de Kurosawa: sonhos.

 

 

 

23.06

 

Vento que vem de longe, abra-me as portas da percepção e as mantenha abertas. Como um grego antigo diante do mar, como um primata segurando o fogo primordial nas mãos. O primeiro olhar sobre os vales cheios de perigo. O deslumbramento de uma mente que descobre o véu da Grande Mãe.

 

 

 

15.01

 

O Guardião se cansa de guardar a entrada da Gruta Sagrada e resolve dar uma banda pelo Túnel do Tempo. Moléculas se desintegram, líquidos se misturam, tigres saltam de um lado a outro do Estreito — nuvens vermelhas encobrem o Jardim da Lua Mundana. Livre de vigilância, a Gruta Sagrada se abre aos bárbaros, como uma prostituta em quarto-minguante. Enfim conhece os espasmos mais secretos.

 

 

 

Satori

 

Sentado, distraído, na pedra

ao lado da cachoeira

— eu sou um buda

de cabelos nublados

e dedos de borracha.

 

A água fria

franze a pele das costas.

A samambaia sorri

com suas folhas

 crispadas pelo vento.

 

Nada fora de lugar.

Nenhum caos mental.

 

Pelado, pêlos eriçados

— secando ao sol

sou apenas

mais uma

espécie de vida

entre muitas —

viajando pelo tempo

— que nunca existiu

 

 

 

Os leões estão brincando no jardim

 

Dentes gelados, unhas à mostra

 

o leão arranha levemente

 

a pele de puro gesso: estátua branca

 

Peônias farfalham mudas

 

ante a imaginação selvagem e furiosa

 

vento vento vento

 

na tarde de abismos, constelações

 

de leões, centauros prontos para o bote,

 

o amor perigoso, atado ao tudo

 

ou nada: um par de olhos diante

 

de sua máscara de oxigênio

 

 

 

 

 

*(Araraquara-Brasil, 1961). Poeta, narrador, músico y periodista. Reside en São Paulo (Brasil). Ha recibido el Premio Jabuti. Es coeditor de la revista literaria Coyote. Se desempeñó como periodista por más de tres décadas en grandes periódicos y revistas como Folha de São Paulo, O Estado de São Paulo y Marie Claire. Es letrista de música popular, ha grabado en conjunto con Itamar Assumpção, Edvaldo Santana, Madan y Ney Matogrosso. Ha publicado en poesía, cuentos, novela y periodismo: A Voz do Ventríloquo (2013), Pig Brother (2016), Ninguém na Praia Brava, Adorável Criatura Frankenstein, Zona Branca y Faróis no Caos, entre otros; y ha grabado los discos de poesía y música Viralatas de Córdoba y Rebelião na Zona Fantasma.

 

 

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