Abismo de sangre. 11 poemas de Ricardo Aleixo

 

La presente selección de poemas de Ricardo Aleixo fue publicada, originalmente, en el libro Encrucijadas, Antología poética por la Ed. Libros del Pez Espiral, con el apoyo de la Fundación Biblioteca Nacional del Ministerio de Cultura de Brasil y del Instituto Guimarães Rosa del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil.

 

 

Por Ricardo Aleixo*

Traducción del portugués al español por Fernando Pérez Villalón

Curaduría por Fabrício Marques

Crédito de la foto Natália Alves

 

 

Abismo de sangre.

11 poemas de Ricardo Aleixo

 

 

Álbum de familia

 

Mi padre vio Casablanca tres veces (dos

en el cine y una en la tele). Mi abuelo

trabajó en la bocamina. Mi bisabuelo

fue, por lo bajo, esclavo de confianza.

 

 

 

Cine-ojo

 

Un

niño

no.

Era

más

un

felino

un

Exu

afelinado

veloz

entre

los

autos

un

punto

marcado

a

laser

en

la

noche

de

calle

llena

por

ahí

por

el

Mercado.

 

 

 

Blancos

 

ellos que son blancos y los que no lo son ellos

que son machos y los que no lo son ellos que

son adultos y los que no lo son ellos que son

cristianos y los que no lo son ellos que son

ricos y los que no lo son ellos que son sanos y

los que no lo son todos los que son pero no

encuentran que son como los otros que se entiendan

que se expliquen que se cuiden que se

 

El poeta y performer Ricardo Aleixo, leyendo

 

Poética

 

 

 

 

 

 

 

CONSTRUIR SOBRE RUINAS

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pauperismo revisitado

 

Las putas, como los dioses,

venden cuando dan.

Los poetas, no.

Los policías y pistoleros

venden seguridad

(es decir, venganza o protección).

Los poetas se jactan del limbo, del veto

del censor, del exilio, de las pifias

y del dinero no).

Poesía es pan (para

el espíritu, dicen), pero atención:

el panadero de la esquina fofa

vive de lo que hace; el más

fino poeta, no.

Los poetas dan gratis

el aire de su gracia

(y además se burlan

—junto a las polillas—

de tal «noble condición»).

Los pastores y los curas

venden por cuotas

lotes en el cielo.

Los políticos compran &

( se ) venden

a la primera ocasión.

Los poetas (ya que viven

de la brisa) hacen del No, thanks

su refrán.

 

 

 

Convivo bien con perros de la calle

 

Convivo bien con perros de la calle.

Me gusta el viejo, buen modo de vida

que les permite, en relajada vida,

medir distancias de una a otra calle.

 

Comparto con los perros de la calle

el aire, y si uno, con risa de cardo,

como si me dijera «¿Qué hay, Ricardo?»,

me enfrenta, digo «Hola, hermano». La calle

 

que hasta hace poco era solo otra calle

donde vagaban un perro y un bardo

(ambos buscando a su modo la vida),

 

me obliga a distinguir qué en ella es vida

real de lo que puede ser un tardo

signo de irrealidad de perro y calle.

 

 

Un año entre los humanos

 

¿Ya sabes que puedes, mediante ejercicios diarios, y en con-

diciones especiales, volverte más humano? ¿Beberías sangre

humana? ¿La hija de Madonna es humana? ¿Piensas que un crimi-

nal humano sabría distinguir la sangre de una barata de

la de un hombre humano? ¿De dónde sacas la certeza de

que tu madre es humana? ¿La Barbie es humana? ¿Te lo creerías

si te dijeran que Michael Jackson, cuando era bebé, tenía ras-

gos humanos? ¿Qué hace humano a un humano? ¿Charles

Darwin era humano? ¿Tú comerías carne humana? ¿Tu mé-

dico es humano? ¿Los negros son humanos? ¿Si tuvieras

tiempo y paciencia suficientes para permanecer en la fila de ins-

cripción para un programa de autoclonación financiado por el go-

bierno, cuáles de tus características consideradas humanas te

gustaría que tuviera tu clon? ¿Y qué tal casarte con un humano?

¿Crees en los humanos? ¿Errar es humano? ¿Crees que un

cyborg digno de ese nombre conseguiría vivir más de un año

entre los humanos? ¿Los sueños de los políticos son de la misma ma-

teria de la que están hechos los sueños de los humanos? ¿Los te-

levisores pueden, por su propia voluntad, imitar, con éxito, voces

humanas? ¿Qué animal o máquina te gustaría ser,

si no fueras humano? ¿El cuerpo humano, para ti, es también

una máquina? ¿El superhombre es humano? Tú, que piensas que

los perros y computadores conectados a la gran red son los me-

jores amigos de los humanos, ¿dejarías a tu mujer ir al cine

con tu perro o con tu computador? ¿Los humanos que matan

humanos son inhumanos, deshumanos, humanos fieras o sola-

mente demasiado humanos? ¿Y los que clonan humanos? ¿Prisio-

neros iraquíes arrastrados por collares de perro son humanos?

¿Tendrías hijos post-humanos con una cyborg? ¿Aceptarías

mezclar tus hormonas humanas con las de un toro para

de esa forma asegurar a tus probables descendientes una

cuota más abundante de leche? ¿Ese chip en tu cerebro o

tu alma inmortal – qué es lo que, a fin de cuentas, te hace

humano? ¿Eres humano?

 

 

 

Palabrear

 

Mi madre me trajo al mundo,

y lo que me pudo dar,

 

fue enseñarme a echar palabras

al viento, a hacerlas volar.

 

Decía: «Hijo, las palabras

las has de saber usar.

 

Son iguales a un remedio:

curan, mas pueden matar.

 

Tienes que pedir permiso

antes de palabrear,

 

al dueño del habla, es él

quien las puede autorizar

 

y hacer de tu lengua flecha

que surque el aire a matar

 

si estás en tiempo de guerra

y debes ir a pelear

 

o bien pétalo de rosa

si fuera tiempo de amar.

 

La palabra es un veneno:

mata, mas puede curar.

 

Dedícale a ella el cuidado

que le debes dedicar

 

a las fuerzas naturales

(aire, planta, o animal),

 

sabiendo que la palabra

es algo que hay que gastar,

 

pasa una y llega otra

para tomar su lugar».

 

Ayer mismo, allá en la casa,

me senté yo a conversar

 

con las dos niñas que tengo

y me lancé a recordar

 

esos cuentos que mi madre

se esmeraba en relatar

 

con luz de luna en los ojos

ocupada en cocinar.

 

No era tanto por el cuento

que me gustaba escuchar

 

esa voz que había nacido

con el don de duplicar

 

otras voces de otras eras

que volverán a vibrar

 

siempre que haya alguien que al viento

palabras eche a volar.

 

Lo que yo amaba era ver

a la voz de ella inventar

 

mundos enteros sin casi

detenerse a respirar

 

y cobrar cuerpo, y hacer

a mi cabeza girar

 

como gira, hoy todavía

cuando para trabajar

 

lanzo una palabra al viento,

la veo revolotear

 

(lanzo una palabra al viento,

la veo revolotear)

 

 

En noche calunga del barrio Cabula

 

¿Morí cuántas veces

en la larga noche?

 

¿En la noche inmóvil,

la más larga, espesa,

 

morí cuántas veces

en noche calunga?

 

La noche no pasa

y yo dentro suyo

 

muriendo de nuevo

sin nombre y de nuevo

 

muriendo con cada

agujero abierto en

 

la musculatura

del que un día fui.

 

¿Morí cuántas veces

en la noche roja?

La noche calunga,

tan larga y espesa,

 

¿morí cuántas veces

en noche terrible?

 

La noche más muerte

y yo dentro suyo

 

muriendo de nuevo

sin voz y otra vez

 

moría con cada

herida de bala

 

entrando hasta el fondo

de lo que aún soy

 

(a cada silencio

de piedra y de cal

 

que me arroja el blanco

de su indiferencia

 

por sobre la sombra

de quien ya no soy

 

ni volveré a ser).

¿Morí cuántas veces

 

en noche calunga?

Noche tenebrosa,

 

noche que no acaba,

océano noche,

 

abismo de sangre,

¿morí cuántas veces

 

en noche terrible,

en noche calunga

 

del barrio Cabula?

Morí tantas veces

 

mas nunca me matan

de una vez por todas.

 

Mi sangre es semilla

que el viento en el vientre

 

de la tierra siembra

y nazco de nuevo

 

de nuevo y mi nombre

es quien ya no muere

 

sin volver la noche

no la más callada

 

socia de la muerte

sino la que pare

 

hijos color noche

y vela por ellos

 

como una pantera

que muestra, en el brillo

 

del ojo, en el filo

de su dentadura

 

lo que ocurriría

si la mala mano

 

tan solo pensase

perturbar el sueño

 

de sus criaturas.

Morí tantas veces

 

mas siempre renazco

cada vez más fuerte,

 

corajudo y bello

—no sé más que ser.

 

Soy muchos, me extiendo

por el ancho mundo

 

por el tiempo dentro

de mí, ya soy tantos

 

que un día consigo

que la vida viva.

 

 

A ustedes los conozco por su olor

 

Los conozco

por su olor,

 

por la ropa,

por los autos,

 

por los anillos

y, claro,

 

por ese amor

al dinero.

 

Por ese amor

al dinero

 

que algún

ancestro remoto

 

les dejó

como herencia.

 

Los conozco

por su olor.

 

Los conozco

por su olor

 

y por los signos $

que adornan

 

esos ojos

siempre abiertos

 

por ese amor

al dinero.

 

Por ese amor

al dinero

 

y a lo que

niega la vida:

 

hospicio,

celda y frontera.

 

Los conozco

por su olor.

 

Los conozco

por su olor

 

a peste y horror

que esparcen

 

por donde andan

—los conozco

 

por ese amor

al dinero.

 

Por ese amor

al dinero,

 

dios, un padre

tan mezquino

 

que cobra por

sus milagros.

 

Los conozco

por su olor.

 

Los conozco

por su olor

 

mal disfrazado

de azufre

 

que se pega a

lo que tocan

 

por ese amor

al dinero.

 

Por ese amor

al dinero,

 

es con odio

que replican

 

a risa, gozo

y poesía.

 

Los conozco

por su olor.

 

Los conozco

por su olor.

 

Huelo a uno

y olí a todos

 

ustedes que

sobreviven

 

por ese amor

al dinero.

 

Por ese amor

al dinero,

 

hacen de sus

propias hijas

 

moneda fuerte,

oro puro.

 

Los conozco

por su olor.

 

Los conozco

por su olor

 

de cadáver

putrefacto que,

 

sin embargo,

aún camina

 

por ese amor

al dinero.

 

 

 

———————————————————————————————————————————–

(poemas en su idioma original, portugués)

 

 

Vão de sangue.

11 poesias do Ricardo Aleixo

 

 

Álbum de família

 

Meu pai viu Casablanca três vezes (duas

no cinema e uma na tv). Meu avô

trabalhou na boca–da–mina. Meu bisavô

foi, no mínimo, escravo de confiança.

 

 

 

Cine-olho

 

Um

menino

não.

Era

mais

um

felino

um

Exu

afelinado

chispando

entre

os

carros

um

ponto

riscado

a

laser

na

noite

de

rua

cheia

ali

para

os

lados

do

Mercado.

 

El poeta y performer Ricardo Aleixo

 

Brancos

 

eles que são brancos e os que não são eles

que são machos e os que não são eles que

são adultos e os que não são eles que são

cristãos e os que não são eles que são

ricos e os que não são eles que são sãos e

os que não são todos os que são mas não

acham que são como os outros que se entendam

que se expliquem que se cuidem que se

 

 

 

Poética

 

 

 

 

 

 

Paupéria revisitada

 

Putas, como os deuses,

vendem quando dão.

Poetas, não.

Policiais e pistoleiros

vendem segurança

(isto é, vingança ou proteção).

Poetas se gabam do limbo, do veto

do censor, do exílio, da vaia

e do dinheiro não).

Poesia é pão (para

o espírito, se diz), mas atenção:

o padeiro da esquina balofa

vive do que faz; o mais

fino poeta, não.

Poetas dão de graça

o ar de sua graça

(e ainda troçam

— na companhia das traças —

de tal «nobre condição»).

Pastores e padres vendem

lotes no céu

à prestação.

Políticos compram &

( se ) vendem

na primeira ocasião.

Poetas (posto que vivem

de brisa) fazem do No, thanks

seu refrão.

 

 

 

Convivo Muito Bem Com Os Cães Da Rua

 

Convivo muito bem com os cães da rua.

Me apraz o velho e bom modo de vida

que os faz, sem ter do que cuidar na vida,

medir distâncias de uma a outra rua.

 

Comparto com os cães o ar da rua.

Se um deles me dirige um riso cardo,

como quem dissesse «E aí, Ricardo?»,

respondo-lhe «Olá, irmão!». E a rua,

 

que até há pouco era só mais uma rua

por onde vadiavam um cão e um bardo

(cada um caçando, do seu jeito, a vida),

 

me obriga a distinguir, nela, o que é vida

real do que será, quem sabe, um tardo

sinal do quão são irreais o cão e a rua.

 

 

 

Um ano entre os humanos

 

Você já sabe que pode, mediante exercícios diários, e sob con-

dições especiais, tornar-se mais humano? Você beberia sangue

humano? A filha da Madonna é humana? Pensa que um fací-

nora humano saberia distinguir o sangue de uma barata do

de um homem humano? De onde você extrai a certeza de

que sua mãe é humana? A Barbie é humana? Você acreditaria

se lhe dissessem que Michael Jackson, quando bebê, tinha fei-

ções humanas? O que faz de um humano, humano? Charles

Darwin era humano? Você comeria carne humana? Seu mé-

dico é humano? Negros são humanos? Se você dispusesse de

tempo e paciência bastantes para permanecer na fila de ins-

crição para um programa de autoclonagem financiado pelo go-

verno, gostaria que seu clone tivesse quais de suas qualidades

consideradas humanas? E quanto a se casar com um humano?

Você acredita em humanos? Errar é humano? Acha que um

ciborgue digno desse nome conseguiria viver mais de um ano

entre os humanos? Os sonhos dos políticos são da mesma ma-

téria de que são feitos os sonhos dos humanos? Aparelhos de

TV podem, por sua própria vontade, imitar, com êxito, vozes

humanas? Qual bicho ou máquina você gostaria de ser, caso

não fosse humano? O corpo humano, para você, também é

máquina? O Super-Homem é humano? Você, que acha que ca-

chorros e computadores conectados à grande rede são os me-

lhores amigos dos humanos, deixaria sua mulher ir ao cinema

com seu cachorro ou com seu micro? Humanos que matam

humanos são inumanos, desumanos, humanos-feras ou ape-

nas demasiado humanos? E os que clonam humanos? Prisio-

neiros iraquianos arrastados por coleiras são humanos? Você

faria filhos pós-humanos com um(a) ciborgue? Você aceitaria

misturar seus hormônios humanos aos de um touro, para

dessa forma assegurar a seus prováveis descendentes uma

quota mais abundante de leite? Esse chip em seu cérebro ou

sua alma imortal – o quê, no fim das contas, faz de você um

humano? Você é humano?

 

 

 

Palavrear

 

Minha mãe me deu ao mundo

e, sem ter mais o que me dar,

 

me ensinou a jogar palavra

no vento pra ela voar.

 

Dizia: «Filho, palavra

tem que saber como usar.

 

Aquilo é que nem remédio:

cura, mas pode matar.

 

Cuide de pedir licença,

antes de palavrear,

 

ao dono da fala, que é

quem pode lhe abençoar

 

e transformar sua língua

em flecha que chispa no ar

 

se o tempo for de guerra

e você for guerrear

 

ou em pétala de rosa

se o tempo for de amar.

 

Palavra é que nem veneno:

mata, mas pode curar.

 

Dedique a ela o cuidado

que se deve dedicar

 

às forças da natureza

(o bicho, a planta, o ar),

 

mesmo sabendo que a dita

foi feita pra se gastar,

 

que acaba uma, vem outra

e voa no seu lugar».

 

Ainda ontem, lá em casa,

me sentei para conversar

 

com as minhas duas meninas

e desatei a lembrar

 

de casos que minha mãe

se esmerava em contar

 

com luz de luna nos olhos

enquanto cozia o jantar.

 

Não era bem pelo assunto

que eu gostava de escutar

 

aquela voz que nasceu

com o dom de se desdobrar

 

em vozes de outras eras

que tornarão a pulsar

 

sempre que alguém, no vento,

uma palavra jogar.

 

Gostava era de ver

a voz dela inventar

 

mundos inteiros sem quase

nem parar pra respirar

 

e ganhar corpo e fazer

minha cabeça rodar

 

como roda, ainda hoje,

quando, pra me sustentar,

 

eu jogo palavra no vento

e fico vendo ela voar

 

(jogo palavra no vento

e fico vendo ela voar)

 

El poeta Ricardo Aleixo.
Crédito Natália Alves

 

Na noite calunga do bairro Cabula

 

Morri quantas vezes

na noite mais longa?

 

Na noite imóvel, a

mais longa e espessa,

 

morri quantas vezes

na noite calunga?

 

A noite não passa

e eu dentro dela

 

morrendo de novo

sem nome e de novo

 

morrendo a cada

outro rombo aberto

 

na musculatura

do que um dia eu fui.

 

Morri quantas vezes

na noite mais rubra?

 

Na noite calunga,

tão espessa e longa,

 

morri quantas vezes

na noite terrível?

 

A noite mais morte

e eu dentro dela

 

morrendo de novo

sem voz e outra vez

 

morria a cada

outra bala alojada

 

no fundo mais fundo

do que eu ainda sou

 

(a cada silêncio

de pedra e de cal

 

que despeja o branco

de sua indiferença

 

por cima da sombra

do que eu já não sou

 

nem serei nunca mais).

Morri quantas vezes

 

na noite calunga?

Na noite trevosa,

 

noite que não finda,

a noite oceano, pleno

 

vão de sangue,

morri quantas vezes

 

na noite terrível,

na noite calunga

 

do bairro Cabula?

Morri tantas vezes

 

mas nunca me matam

de uma vez por todas.

 

Meu sangue é semente

que o vento enraíza

 

no ventre da terra

e eu nasço de novo

 

e de novo e meu nome

é aquele que não more

 

sem fazer da noite

não a mais silente

 

parceira da morte

mas a mãe que pare

 

filhos cor da noite

e zela por eles,

 

tal qual uma pantera

que mostra, na chispa

 

do olhar e no gume

das presas, o quanto

 

será capaz de fazer

se a mão da maldade

 

ao menos pensar

em perturbar o sono

 

da sua ninhada.

Morri tantas vezes

 

mas sempre renasço

ainda mais forte,

 

corajoso e belo

— só o que sei é ser.

 

Sou muitos, me espalho

pelo mundo afora

 

e pelo tempo adentro

de mim e sou tantos

 

que um dia eu faço

a vida viver.

 

 

 

Conheço vocês pelo cheiro

 

Conheço vocês

pelo cheiro,

 

pelas roupas,

pelos carros,

 

pelos anéis e,

é claro,

 

por seu amor

ao dinheiro.

 

Por seu amor

ao dinheiro

 

que algum

ancestral remoto

 

lhes deixou

como herança.

 

Conheço vocês

pelo cheiro.

 

Conheço vocês

pelo cheiro

 

e pelos cifrões

que adornam

 

esses olhos que

mal piscam

 

por seu amor

ao dinheiro.

 

Por seu amor

ao dinheiro

 

e a tudo que

nega a vida:

 

o hospício, ao a

cela, a fronteira.

 

Conheço vocês

pelo cheiro.

 

Conheço vocês

pelo cheiro

 

de peste e horror

que espalham

 

por onde andam

— conheço-os— os

 

por seu amor

ao dinheiro.

 

Por seu amor

ao dinheiro,

 

deus é um

pai tão sacana

 

que cobra por

seus milagres.

 

Conheço vocês

pelo cheiro.

 

Conheço vocês

pelo cheiro

 

mal disfarçado

de enxofre

 

que gruda em

tudo que tocam

 

por seu amor

ao dinheiro.

 

Por seu amor

ao dinheiro,

 

é com ódio

que replicam

 

ao riso, ao gozo

à poesia.

 

Conheço vocês

pelo cheiro.

 

Conheço vocês

pelo cheiro.

 

Cheiro um e

cheirei todos

 

vocês que só

sobrevivem

 

por seu amor

ao dinheiro.

 

Por seu amor

ao dinheiro,

 

fazem até das

próprias filhas

 

moeda forte,

ouro puro.

 

Conheço vocês

pelo cheiro.

 

Conheço vocês

pelo cheiro

 

de cadáver

putrefato que,

 

no entanto,

ainda caminha

 

por seu amor

ao dinheiro.

 

 

 

 

 

*(Belo Horizonte-Brasil, 1960). Poeta, editor, artista visual, músico y productor cultural. Es autodidacta. Se desempeña como curador del Festival de Arte Negra (FAN) y coordinador de proyectos culturales, realiza espectáculos multimedia y edita la revista Roda – Arte e Cultura do Atlântico Negro. Es miembro de la Academia de Letras de Minas Gerais. Ha publicado en poesía, entre otros, Modelos vivos (2010), Mundo de palabras (2013), Demasiado pesado para el viento (2018), Extraframework (2021), etc.

 

 

Vallejo & Co. | Revista Cultural - POESÍA - FOTOGRAFÍA - NARRATIVA - CINE - MÚSICA - TEATRO - ARTES - PLÁSTICAS - CREACIÓN - CAJÓN DE SASTRE