Por Pedro Alcarria*
Crédito de la foto (izq.) www.entreletras.eu /
(der.) Eds. Vitruvio
3 poemas de París Berlín Roma (2025),
de Pedro Alcarria
A MENUDO LA DESGRACIA es el resplandor
que dota de dimensión a la belleza.
Y a menudo se convierte en la armonía
en la que el siglo debe morir.
Hay una vocación de inmensidad
y razones para esta enunciación.
Imperios caníbales de cráneos tallados,
ortodoncias de la hermosa Colombina,
bellos haces de luz formando esvásticas.
Son palabras que se esfuerzan en contar un amor
que a nadie importa.
Pero yo no vengo a enseñar a las serpientes,
ni a señalar las bandadas de cisnes
hundidos en la sangre
como islas caídas.
Si nadie se aferra a tu ropa con deseo,
todo es poca cosa bajo el sol:
aturdirse con carreras locas
y gruñidos celestiales.
Flores para los cobardes
La ciudad está bañada por una luz blanca de odio
-Puedes beber su sonido sucio y dulce que huele a sueño-.
Escribo en la ciudad blanca y mi fiebre está junto al tigre,
y no hay embrujo en el amanecer salvaje,
y los viejos tiempos se fueron.
La ansiosa rata con mirada romántica de la costumbre
te devora los ojos con su ideal ardiente.
Al viajero, al intruso, confunden fácilmente tales cosas:
Luchas deshabitadas en un eterno empate.
Todo ha concluido en insoportables ambigüedades,
y la ciudad está llena de flores para los más cobardes.

La ciudad
La ville s’endormait
Et j’en oublie le nom.
Jacques Brel
La ciudad acopia y amontona
perímetros, fachadas,
corredores, ventanas,
profundas grietas
que atraviesan la pared
de lado a lado,
parterres exhaustos,
desfiles de malas hierbas,
los tajos, los cristales,
ferocidades, escaleras,
las galerías, las cunas,
el vello de la pierna
que se eriza hasta la ingle,
baldosa que refleja
la dimensión, las claraboyas,
escaleras de servicio,
prostituta esporádica,
hormigas que tragaste
en el jardín, desprecios,
ciertas gradaciones entre
la felicidad y el caos,
marquesinas, oficinas, lirios,
corrillos en los patios,
ataques de tos, salas de espera,
funerales que se dispersan,
pasamanos, conserjes,
perros enormes jadeando
escalera arriba,
inquilinos que se muerden,
que no se compadecen,
irrefrenables ensañamientos
del miedo y algo más,
algo sin nombre,
que se sube a las camas
y discurre por las cañerías,
sin proverbios, sin sentencias,
irresoluble en una sola ecuación,
saltando de estancia en estancia,
atravesando tejados, fachadas,
buscando letras ocultas
del idioma antiguo,
en la hora en que la noche
forma su ejército,
organiza batallones
de altas torres de cabezas,
de caos sin lenguas.
*(Barcelona-España, 1975). Poeta, traductor y gestor cultural. Ha publicado en poesía El dios de las cosas tal y como deberían ser (2013), Camada (2021; 2024) y París Berlín Roma (2025); y en traducción al español Las ciudades tentaculares de Émile Verhaeren (2022) y Las flores del Mal de Charles Baudelaire (2023).


