Sobre «La falaz posteridad», de Teresa Ruiz Rosas

 

Por Gabriel Magalhães*

Crédito de la foto (izq.) archivo de la autora /

(Der.) Ed. Penguin – Debolsillo

 

 

 

Covilhã, 16 de julio de 2025

 

 

Querida Amiga Teresa**:

            Hoy he terminado la lectura de La falaz posteridad. Me ha gustado mucho. Lo adopto. Que todo el libro sea un viaje de avión, fantástico. La voz narrativa, tan irisada, siempre sorprendiendo, como un plateresco de palabras, fantástico también. La intersección de las conversaciones, de los tiempos, lo que le da a la obra un aura cubista, igualmente fantástico. Además, una manera de articular Europa y América que supera los columpios literarios de Cortázar. Un gran libro, con el problema de que no es para todo el mundo, aunque en él cabe casi el mundo entero.
            Por otra parte, como soy cinéfilo, aunque sin Blanco & Negro, me ha encantado. Una maravilla cuando afirma uno de los personajes que no hay nada mejor que hablar de cine. Creo que no soy un buen crítico de su obra porque le tengo mucha simpatía a la música particular de su manera de escribir. Me siento como un forofo de un grupo musical, que se lo traga todo. Intentaré ser un poco germánico, un poco Bon. ¿Qué podría considerar malo en este libro? A veces la línea narrativa, esa perdiz que el lector de novelas busca como un buen perro de caza, se desdibuja un poco, pero el final es tan antológico, que todo encaja. Quizá, en algún momento, un exceso de erudición, como si esta novela tuviera por dentro el fantasma de una tesis de posgrado. Pero a mí me encantan todos los guiños de su texto, y cuanto más sutiles mejor.

 

 

            Por favor, siga usted escribiendo, porque la peor manera de robarnos la posteridad consiste en lograr que nos callemos durante nuestra propia vida. Que nos enterremos a nosotros mismos, porque nos sentimos demasiado olvidados en el mismo momento en que existimos y escribimos. Más novelas, más, amiga Teresa, y que le toque una quijotada como la de Cervantes, que solo tarde se volvió insoslayable. Hay muchos tipos como Brecht por este mundo. Su libro también es una maravillosa reflexión sobre ese truculento escaparate de lo que llama el “posmundo”, la maldita posteridad. De forma que no pare aunque viva en la RDA que está detrás del muro de que no hablen de nosotros lo suficiente para creernos a nosotros mismos. Esto suele funcionar al revés: lo primero es creerse y después suele ocurrir que se aparece.
            Amiga Teresa, un fuerte, fuerte, fuerte abrazo. Mas novelas, plis, como escribe usted en su texto.
           

 

 

 

                                                                                                                     Gabriel

 

 *(Luanda-Angola). Hispanista portugués. Se desempeña como profesor de Literatura Española en la Universidad de Beira Interior (Portugal) y publica artículos de opinión en La Vanguardia. Ha publicado, recientemente, El país que nunca existió. Pasado, presente y futuro de la península ibérica.

 

 

 

**(Arequipa-Perú). Escritora y traductora. Desde niña aprendió alemán, inglés, francés y ruso. Inició estudios en Literatura y Lenguas en la Universidad Nacional de San Agustín (Perú) y, en 1975, partió becada a Hungría para estudiar Filologías húngara y alemana en la Universidad Eötvös Lorand (Budapest). Entre 1980 y 1984, estudió Filología Hispánica y Traducción en la Universidad Autónoma de Barcelona (España). Recibió el Premio Juan Rulfo (cuento, 1999) y el Premio Nacional de Literatura del Perú (2020). Ha publicado en cuento El desván (1989) y en novela El copista (finalista del Premio Herralde), entre otros.

 

 

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