Selección por Gian Pierre Codarlupo*
Crédito de la foto (izq.) Ed. Ultramarina C&D /
(der.) archivo del poeta
11 poemas de La dicha de los dinamiteros.
Antología 1966-2014 (2025),
de Leoncio Bueno**
Asno rayado
Mi abuela
mujer costeante y muy lectora
lo llamaba Ragnut,
raro nombre.
El burro,
inconfundible a la distancia
por su clarín singular,
fue mi primer amigo
y también mi maestro.
De él aprendí a trabajar como un burro,
a respingar como un burro,
y a enamorarme como un burro.
Primero de mayo
El Infierno está de huelga,
sueltos andan los demonios.
Heine
Quiero vivir en paz para morir sin alma,
laborar por mi yin a la buena de Dios,
refrescarme los huevos de alegría,
ir corriendo al encuentro de la lluvia,
hacer surcos, alcohol, hijos y versos,
embriagarme hasta el perno como un asno
y babear y bailar
como un negro borracho en los días de la patria.

La Libertad, 1937
Rebuzno propio
Cojo la pluma y nada,
cada vez soy más zopenco.
Quevedo
Tumba y retumba pero aún no suena
ni truena mi escuálido quirquincho.
Siempre podo, barbecho.
Siembro otra vez,
vuelvo a podar, aparejo
sin descanso, mas no veo
crecer mi verdolaga.
Ando, trajino, sudo
la gota gorda hollando
estrambóticos senderos,
y siempre estoy reptando a tientas,
lejos de mi propio recoveco.
¿Hasta cuándo no voy a articular mi rebuzno propio?
Hiervo, cocino, aderezo, sirvo,
y a la postre cuaja, pero no cuaja,
mi propia salsa.
Tiempo ha que machaco y le doy de alma
a esta mollera dura
por saborear de veras mi sandía.
Un hombre triste
Un hombre triste
tuvo una vez un sueño alegre:
quiso ser poeta.
Pero
solo siguió siendo sombra de un hombre triste.
Una vez más tuvo otro sueño loco:
se enroló en la epopeya de los justos
y quiso ser un bravo, vivir épicamente su última muerte;
pero en el fondo siguió en paz un hombre triste.
Al final de su vida,
ya sin remedio,
agotada hasta el fin la última aventura,
se convenció a sí mismo
de que no era poca cosa
ser
en verdad, sin aventura,
un hombre triste.
Patria amor
¿Mi patria?
Estoy bien con mi patria.
Mi patria es morena y hermosa
como la cintura de mi muchacha,
es risueña y cruel como una hembra en celo.
Todo me lo ha dado mi patria:
garrotes, trabajos, prisiones, no me quejo.
Ella ahora duerme en el lecho de los generales,
pero nosotros los poetas
le haremos el muchacho.

C. 1970
Fuente: diario El Comercio
La dicha de los dinamiteros
La violencia es una forma de felicidad.
¿Contra qué se dispara una revolución?
Contra los privilegios.
Los privilegios constituyen la violencia
de los poderosos.
Ganarse la vida en un horno de ladrillos
no es ningún privilegio.
Los ladrilleros huelen la felicidad
de siglo en siglo
cuando se dispara una reventazón.
Un albañil no construye palacios para él,
pero se las arregla de cuando en vez para
volarlos
y saborear la dicha de los dinamiteros.
Poema para una nueva época
Dentro de diez años
vendrán al Túngar nuevos poetas jóvenes
a buscar a Ragnut.
Nuevamente desfilará la cólera,
alguno tal vez traiga su carrandanga,
pedirá que Ragnut le eche un lente.
Como en el 50, como en el 60,
el Túngar escuchará el rugido de los bardos,
en sus paredes alguno trazará la efigie
de un Guevara III.
Como en el 70,
nuevos jóvenes enseñarán los puños
a los ya situados, exclamando:
“¡Nos han entregado una catástrofe
para poetizarla!”.
Y Ragnut arderá de entusiasmo,
una vez más se sentirá un asno joven.
Orden de desahucio
Un día me arranqué las vestiduras,
la persona postiza
que calcé,
mi dentadura postiza,
mis poemas postizos.
Quedé tal como vine al mundo
bailando al son de mis costillas.
Techo propio
Mi techo es pequeño
rico de polvo y paja
construido de esteras y otros
deshechos inflamables.
Deja pasar los bichos y la lluvia,
deja que se cuele la luz,
el aire, las chirimachas
y los orines de los gatos.
Soy el dueño de un techo excitante:
puede caerme encima
sin hacerme daño.
Poeta en la calle
Cada día que pasa escribo menos,
este es un tiempo raso que no leo,
estoy viviendo lejos del farol y del poema,
estoy muy alejado
de los que escriben mucho,
de los que saben mucho,
de los que se alzan toda.

Ñoqanchis
Venid, cantos míos, y expresemos
nuestras pasiones más bajas,
nuestra envidia de la gente con un empleo seguro
y ninguna preocupación por el mañana.
Ezra Pound
I
Soy Ñoqanchis, mi edad es inescrutable,
he vivido y combatido en todos los tiempos,
mis cuatro extremidades viajan por el mundo
igual que las semillas revueltas por los vientos.
Todo lo que intenté y logré lo hice a la fuerza,
a suelo y contrasuelo acometí proezas, rebeliones,
rompí los dientes y la dura coraza de la máquina de acero.
Llevo diez mil años de esfuerzos y trabajos,
todo lo que sembré y coseché fue a otras manos.
Ahora me doy cuenta de cómo y de cuándo
me preparan las trampas
aprendo a descubrir las voces largo tiempo enterradas.
La Historia me conoce por muchos de mis nombres,
por muchas de mis formas y fuerzas de trabajo,
pese a que no soy personalidad alguna,
ni jefe ni caudillo,
porque soy todos,
porque soy tierra,
nutrido de coágulos de tierra.
¡Cuántas veces asalté la luz y sus constelaciones!
Vencí pocas veces,
muchas fui derrotado.
Vieja y espantosa es esta guerra,
pero joven y hermosa mi progenie.
El enemigo al fin ya no es fecundo,
sus crímenes lo han puesto en cuatro patas.
Yo soy Ñoqanchis, el vertical, el fértil.
II
Nosotros somos un poco apáticos,
no nos preocupamos mucho.
Nosotros tenemos a otros más preparados
que se ocupen de nosotros,
compañeros de buena labia que han leído mucho.
Antes de cada mañana
ellos ya están enterados
exactamente de lo que nos deben mandar hacer.
Ellos pasan su vía crucis entre libros y escritorios,
entre asambleas y congresos celebrados en universidades
nacionales y extranjeras,
mientras nosotros depredamos energías en las fábricas
y en los Pueblos Jóvenes.
Ellos conocen las últimas noticias, saben cuál es la voz,
ubican con precisión el pensamiento apropiado,
la cita pertinente de Lenin.
Nosotros no somos tan lúcidos, no destacamos por la verba
ni por la buena pinta.
Hablamos con groserías, tenemos pésima memoria.
Eso sí. ¿Eh? La sudamos toda, de sol a sol,
y a veces a pan y agua.
Algo más: en las grandes turbulencias sociales
somos los únicos que ponemos los muertos.
*(Paita-Perú, 1997). Poeta y editor. En la actualidad, reside en Madrid (España) y se desempeña como editor en Ultramarina C & D y corresponsal en el extranjero del Suplemento Cultural del ABC COLOR (Paraguay). Ha obtenido el II Premio Nacional de Cuento y Poesía Huauco de Oro (2017) y una Mención Honrosa en el X Concurso El Poeta Joven del Perú, así como la beca de Atelier Poético 1a edición, otorgado por la Organización de Estados Iberoamericanos.
**(La Constancia-Perú, 1920). Poeta. En la actualidad, reside en la Tablada de Lurín (barrio popular del sur de Lima) donde con más de 100 años escribe, escucha la radio, mira la televisión y cuida de su huerto. De formación autodidacta, en la década de 1940 empezó a publicar composiciones poéticas y artículos periodísticos en diversos diarios, revistas y cuadernos de poesía y crítica literaria, destacando Horas del Hombre, Democracia y Trabajo, semanario del Partido Comunista o el quincenario Revolución, así como también la revista cultural Cara & Sello fundada y dirigida por Rafael Méndez y Emilio Adolfo Westphalen. En 1974 ingresa a la revista Oiga y escribe en las secciones políticas y literarias de Expreso, El Diario de Marka, La República, El Nacional, La Tercera de la Crónica, entre otros. También incursionó en el cine bajo la dirección de Werner Herzog, los hermanos Pereyra y Marcela Robles Godoy. Obtuvo una mención honorífica en el Premio Nacional de Poesía José Santos Chocano (1973) y otra en el Premio Casa de las Américas (1975). Ha publicado en poesía Al pie del yunque (1966), Pastor de truenos (1968), Invasión poderosa (1970), Rebuzno propio (1976), La guerra de los runas (1980) y Memorias de mi desnudez, que reúne gran parte de su obra (2014).


