Este texto fue originalmente publicado por el reconocido crítico literario peruano Ricardo González-Vigil junto con una breve selección de poemas de Xavier Abril en el libro Poesía Peruana siglo XX. Del modernismo a los años 50. Tomo I. Ediciones Copé, publicado en 1999.
Por: Ricardo González-Vigil
Crédito de foto: Cortesía Sandro Chiri
Xavier Abril
(Lima, 1905 – Montevideo, 1990)
Con sus colaboraciones en la revista Amauta, Abril introdujo en nuestras letras el Surrealismo. Con originalidad asumió en Hollywood y particularmente Difícil trabajo, volumen con varios textos memorables, las lecciones de los surrealistas franceses, sobre todo André Breton y Paul Eluard. La super-realidad (o sobre-realidad) explorada a través del sueño, la locura, la pasión y la taquicardia psíquica, mediante una prosa de intensa plasticidad.
Conocedor lúcido de la modernidad artística (ha demostrado sus dotes críticas y bagaje cultural en sus estudios sobre Vallejo, Mallarmé, Eguren, Juan Ríos, etc.), Abril es también un fino degustador de los clásicos del pasado. Por ello, arribó pronto a un control de la aventura surrealista, revitalizando la arquitectura y cohesión del poema, con referencias directas a autores como Berceo, Arcipreste de Hita, Jorge Manrique y san Juan de la Cruz; el resultado fue un libro de talla hispanoamericana: Descubrimiento del alba. Los poemas posteriores acentúan esta “vuelta al orden”, revitalizando con mayor decisión las formas métricas tradicionales. Esta textura postvanguardista debe verse como una comunión mayor con la línea mallarmeana anterior a Un coup de dés (con el notorio refuerzo de Paul Valéry) y en general con las fuentes románticas, parnasianas y simbolistas de la Modernidad; paralelamente debe verse como un progresivo cultismo formal al servicios de una simbología cada vez más abstracta e intelectual, cada vez menos onírica y visceral, en la que la reflexión sobre el sentido de la poesía alcanza un relieve similar al de los temas constantes del amor, el olvido y el enfrentamiento agónico a la muerte.
La evolución estética de Abril guarda una estrecha correspondencia con la de Martín Adán: Hollywood posee muchos nexos con La casa de cartón y La rosa escrita con Travesía de extramares. Claro que Abril tiene unas inclinaciones a la prédica “comprometida”, de ideología revolucionaria (veta de poca solidez poética, en su caso: Declaración en nuestros días), que lo alejan de Adán. Además su admiración por Un golpe de dados… de Mallarmé como pieza clave de la “modernidad” poética, fructificó en algunos textos que exploran lo “visual” de las palabras “diagramadas” (por decirlo así) en la página; verbigracia, “Un poema qu integra el cosmos”. Premio Nacional de Literatura concedido, después de muchas dilaciones, en 1982.
OBRA POÉTICA: 1) Hollywood (relatos contemporáneos). Madrid, Ed. Ulises, 1931. 2) Difícil trabajo (antología 1926-1930). Prólogo de Emilio Adolfo Westphalen. Madrid, Ed. Plutarco, 1935. 3) Descubrimiento del alba. Lima. Ed. Front, 1937. 4) Figuran varios poemas dispersos e inéditos en el Homenaje de la revista Creación & Crítica, números 9-10. Lima, noviembre-diciembre de 1971. 5) La rosa escrita. Montevideo, Ed. Front, 1987. La segunda edición, con presentación de Sandro Chiri Jaime: Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 1966. 6) Declaración de nuestros días. Estudio preliminar de Concha Meléndez. Montevideo, Ed. Front, 1988.
ANOCHE FUISTE NOCHE…
Anoche fuiste noche. Mi mismo sueño. Saliste de mi como de una ducha. Yo tuve el sentido del agua en tus costados. Recién, fuiste tú salida de mi. Vuelta a mi. En mi, antes nunca habías sido. Te sentí en tus lentos pies. En tu apenas tierra después de nuestro goce.
La oscuridad de tu vientre me limitó en paraíso. Yo sentí miedo peludo, sexual, de carpa de circo en soledad.
Tu goce es el único misterio que quiero poseer en sismógrafo.
El goce de la mujer es tan fino, que puebla al hombre y pasa sus tejidos mejor que los rayos X.
Yo no sé hasta dónde se me fuga la mujer en el goce.
Siento celos de las condiciones sexuales del hotel.
(De Hollywood)
NATURALEZA
No alcanzaré a ser puro mientras no crezca yerba de mis pies. Hasta no saber oscuramente que en mi fluye el agua, crece el fuego, trashuman animales.
POEMA DEL SUEÑO DORMIDO
El hombre desvelado es más fino que la brisa nacida en la frente de las mujeres dormidas. Y si pronuncia palabra es más silencioso que la llegada del alba.
La soledad de los árboles es menos penetrante que el desvelo. El insomnio está lleno de ratones y dientes y pestañas. Verdadera fauna nerviosa de la que se sale solo por milagro.
INTIMIDAD
Estás en mi tan lenta que parece agua continua. Te veo caer en mis últimos sueños, en blancos espacios de soledad. A la distancia mínima del deseo y de la belleza.
Oigo la música de tu cuerpo en la yema de mis dedos
(De Difícil trabajo)
ESTÉTICA
(Realidad, incierta realidad o sueño.
Mujer siempre dormida en el poema.
Gacela despierta en suave paisaje de nube,
ausente de césped y horizonte.
POESÍA ES A CONDICIÓN DE OLVIDO)
ELEGÍA A LA MUJER INVENTADA
(Sin formas la conocéis:
es la yedra obstinada,
la reja y el amor
apenas lágrimas de otro tiempo)
Una mujer o su sombra de yedra
llena esta soledad de lámparas vacías.
En la memoria del corazón
está marchita una flor,
un nombre de mujer.
Los ojos de la ausencia
están llenos de lluvia, de paisajes helados y sin árboles.
¿Quién conoce el nombre de esa mujer
que olvida su cabellera en los ríos del alba?
¡Qué difícil es distinguir entre la noche
y una mujer ahogada hace tiempo en un estanque!
El desmayo de una flor no se compara
al silencio de sus párpados cerrados
(De Descubrimiento del alba)
LA ROSA DE SU NOMBRE
La rosa, la rosa siempre,
La rosa que me acompaña.
Aquí está de rosa a rosa
esperando la condena
Del que a la rosa entrega,
Disperso bajo la Luna,
Soñando la rosa que era
No busquéis rosa ninguna.
Descubridla en Primavera.
LA ROSA MULTIPLE
¡Oh rosa de lejanía,
rosa de rosa lejana,
que su nostalgia bebía
en jardines de Nirvana!
Así la rosa se hacía
al misterio más liviana;
en los sueños revivía
el tiempo que fue lozana.
La rosa torna a la rosa
en vuelo de luz, dichosa,
del cielo rosa al devenir.
Íntegra forma volvía
a sentir lo que sentía
en soledad de vivir.
LA ROSA ETERNA
En la mañana nacía
vestida de su alborada;
en la tarde fenecía
cual la rosa de la nada.
Estaba abierta de día,
de noche estaba cerrada;
cantaba como gemía,
sentía cuando lloraba,
La flor del mundo ignorada,
que solo el alma adivina,
de su tallo se alejaba
a ser la rosa divina.
(De La rosa escrita)