Por Rodrigo Castillo
Crédito de la foto Eolas eds.
Lo que el ojo percibe de lo sonoro.
Sobre Simultáneo sucesivo (2022), de Rocío Cerón
La poesía sonora o poesía de la escucha se sirve del ensamble. Pienso en el ensamble musical donde cada una de las notas, a partir de la neuma (punctum), van hilando secuencias unas detrás de otras, o encima y debajo de ellas, en un cruce de sensaciones sonoras, pero (sos)teniendo al sonido como centro y considerando que dentro de ese ensamble “conviven” voz, instrumentos, ejecución y, desde luego, silencios y observaciones particularmente enfocadas en el detalle, en la claridad. Ensamblar no es una práctica novedosa. De hecho, el crujir de las brasas en el primer fuego hiló la aparición de los relámpagos avistados en la inmensidad del cielo con el oído y la vista; la “antigua visión sinestésica del mundo”. Wassily Kandinsky lo reflexionó con la pintura:
Se habla comúnmente del perfume de los colores o de su sonoridad. Y no hay nadie, tan evidente es esa sonoridad, que pueda encontrar una semejanza entre el amarillo y las notas bajas del piano o entre la voz de soprano y la laca roja oscura.
Simultáneo sucesivo (2022) de Rocío Cerón, recuerda el trabajo de la poesía espacial de Pierre Gardier y sus sunies, que tratan el lenguaje como materia y el espacio como agente estructural. Al explorar el potencial expresivo del lenguaje, tanto visual como sonoro, Cerón apuesta por erigir la estructura del poema/apertura enraizado en una sólida tradición. Acá viene el cliché más grande pero inevitable: el juego tipográfico y el uso del verso libre sobre la página en blanco mallarmeana: separaciones y conjuntos de palabras, que son sostenidos por una estructura rítmica de signos visiblemente cercanos a la poesía textual: comas, puntos y dos puntos, paréntesis que se acercan al lenguaje de las vanguardias (futuristas) a través del lenguaje descompuesto en unidades significativas. Hay quienes “sostienen” una destrucción de la sintaxis para revelar el asunto y las fuerzas que están en juego en la palabra. De hecho, en Sucesivo simultáneo es así, al menos desde mi lectura: escrituras enérgicas brotan del tórax, esófago, cuerdas vocales en una multiplicidad de imágenes elaboradas a maneras de landscape.
En este nuevo libro de Cerón, es relevante mostrar a los lectores que la construcción sintáctica de los poemas es breve y se representa en apaisado; la poeta escribe: “los bordes de la frase final de cada libro, de cada párrafo, de cada poema”, para buscar acercase o tratar de llegar al horizonte de la página, aunque se sumerja en una imposibilidad dictada más por el cobijo de la estética que de la crítica de la escritura misma. Ya lo dice el epígrafe que abre el volumen de textos: “En el espacio cero del silencio, en busca del sonido” es donde Cerón transita a lo largo de
[…] todas las orillas, en la corriente más íntima, pulverizado por la brisa, en la arena de una playa ajena, en el canto del petrel, en la nota única que permanece en las manos como resabio de aquel inicio, aquí –terrestre y solo–, el punctum.
Lo anterior, previo haber leído los libros anteriores de la autora, me hace pensar que de esa larga tradición del verso en picada mallarmeano que explora la página, su construcción horizontal “Imagina el contorno de un timbre, su vocal de aire”, no sólo permite que se aleje de la verticalidad del texto sino que hace que se aproxime, nuevamente, a la exploración de la figura paterna, el tópico recurrente en la obra de Cerón que, visto y leído a la distancia, no hace sino fortalecer una visión entre el imaginario de la infancia y la voz cada vez más madura de la poeta.
En este nuevo trabajo también encuentro, a diferencia de libros anteriores suyos, cierta reducción en las unidades verbales del poema, como dice Eugen Gomringer: “La constelación es el tipo de configuración más simple en poesía que tiene como unidad básica la palabra”. Eso lo encuentro en Sucesivo simultáneo; aquí no hay ríos del decir —ese neobarroso que impuso un marcaje en los años finales del siglo pasado latinoamericano— sino brevedad en lo que el ojo percibe de lo sonoro, o quizá de otra manera, lo que el oído percibe es lo que el ojo, a través del detalle, insiste en perifonearlo, en cantarlo, en aumentar la unidad básica de la palabra a través de imágenes sonoras: “Donde el oído apunta y la mirada cae, desciende también el pasado”, que es su búsqueda retrospectiva.
Entre memoria, construcción de una estructura y observaciones visuales/sonoras el ensamble en Sucesivo simultáneo permite que la unidad de los poemas gravite entre lo dicho, lo que no se ha dicho (el silencio) y el espacio inexplorado de la palabra (“Matriz de signos. Cada imagen un susurro”).
*(México, 1972). Poeta, ensayista y performer. Su obra transita entre lenguajes artísticos (poesía, música, cuerpo e imagen) creando piezas transmediales. Ha publicado Simultáneo sucesivo (2022), Sonic Bubbles (2020); Spectio (2019); Materia Negra (2018); Borealis (2016); Diorama (2012; 2013; 2014; 2017), entre otros. Obra suya ha sido traducida a más de siete idiomas. Por su libro Diorama, en traducción de Anna Rosenwong, recibió el Premio Best Translated Book Award 2015 en EE.UU. Desde 2010 es miembro del sistema nacional de creadores de arte. Lee/escucha/ve su obra en: www.rocioceron.com