Sobre Nana Gutiérrez – Les ruego a ustedes señores, tomar nota

 

Por Daniel Rojas Pachas*

Crédito de la foto www.issuu.com/granlogiadechile/

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Nanaprólogo – Les ruego a ustedes señores, tomar nota

 

 

Nana Gutiérrez** es una de las poetas más importantes de su tiempo y una de las voces autorales chilenas por redescubrir. Perteneciente a la llamada generación del 50, hoy más que nunca resulta imprescindible que nuevos lectores puedan acceder a su poesía y gracias a esta edición, Mariposa Revolucionaria, que compendia tres de sus obras, ¡Manos Arriba! (1968), Por el rabo del ojo (1970) e Insectario (1980), podemos tentar la ruptura con esas formas artificiales que ubican a voces creativas en estancos reduccionistas. Me refiero a lecturas que se sienten muy cómodas con epítetos como la poeta de provincia, la poeta de Arica, la poeta del norte, porque si bien Nana fue eso, fue además y ante todo una creadora chilena y latinoamericana total.

No olvidemos su trayectoria: autora de más de media docena de libros, algunos híbridos escritos a cuatro manos con voces de otras nacionalidades como Marco Denevi, en esa medida es una escritora transnacional adelantada a las facilidades que tenemos hoy para comunicarnos en segundos. Nana hizo uso de la correspondencia y el diario como formatos que le permitían romper con la monotonía del discurso. Edificó obras objeto como Tiempo de palomas (1975), antes que se masificase el fetichismo por romper la noción clásica que tenemos del libro, llego a ser antologada en numerosas selecciones internacionales, reconocida por sus pares chilenos, Sabella y Neruda entre otros y fue traducida a muchas lenguas, de modo que estamos ante un genio innovador y rupturista.

Al hablar de su trabajo, la especificidad no debiese ser una limitante, sino una suma de rasgos que ratifican su diversidad y riqueza, sin embargo, sabemos que se usan ciertas adjetivaciones no como mecanismos para situar, sino como formas de dividir y restar para comodidad de actualizaciones que prefieren mantener un campo homogéneo y seguro y si hay algo en Nana Gutiérrez es rebeldía, riesgo, quiebre de normas, experimentación, una búsqueda constante por ir más allá de las convenciones y sobre todo una mirada de futuro y una capacidad de mantener la cuerda flotante y diálogo con su tradición.

 

 

Nana posee una voz que comunica logrando un equilibrio entre lo familiar y lo extraño del porvenir y desde luego, mucho humor, una capacidad única por reinventarse, un espíritu explorador que no teme a la monstruosidad ambiental y que irradia sorna, picardía e interpela con una retórica traviesa, inteligente y mordaz.

En esta lectura quiero destacar algunas de sus muchas estrategias textuales. Comunicar al lector mi diálogo con su poesía y no ser un ancla para la apreciación de su escritura, porque la poesía hay que gozarla con libertad, encontrar nuestro propio camino para sentir el ritmo, descubrir los símbolos, sus alegorías y maravillarnos con los temas y mundos que una obra provee. Mi intención es compartir algunos puntos de vista y quizá de forma distante tener un intercambio amistoso con ustedes y reafirmar una serie de momentos que he podido disfrutar gracias a los Nanapoemas.

En ¡Manos Arriba! lo primero que podemos destacar es la relación de este libro con Nicanor Parra y la antipoesía. La autora declara que el título fue un obsequio del Cristo de Elqui en el marco de un encuentro de literatura en la ciudad de Arica. Desde el primer poema el tema de la muerte aflora y de la mano va la autorrepresentación. En “Medida de la soledad”, Nana da pie al autoescarnio que se vale de construcciones que nos hablan de vejez, el cuerpo enfermo, abúlico, agotado y trabaja la palabra en relación con la naturaleza, pero también canta su hartazgo frente a la forzada socialización. Utiliza la luna, las ramas de un árbol, el cielo y la tierra como prolongaciones de una voz que se manifiesta escatológica y también enraizada con un mundo que sufre a los humanos. Habla de su pelo verde de muerto o sus pies fríos de hastío y en otros momentos su cara de luna sonriente y burlesca pesa sobre todos los poetas.

 

La poeta Nana Gutiérrez.
Internado de la Escuela de Derecho de la Univ. de Chile.
Santiago de Chile, 1951

 

Esta prefiguración de su hablante se edifica en una conexión siempre fina e intercambiable con su yo autoral, Nana Gutiérrez, y también con lo que Mijaíl Bajtín llama el acontecer ético y social de la vida, o sea, el sujeto de carne y hueso, Yolanda Teresa Gutiérrez Bonelli. Esta curiosa mixtura se irá intrincando en sus libros y se producirán metalepsis o transgresiones en los niveles de realidad, de manera que Nana, autora y voz diseñada ingresa al poema y toma el lugar del hablante, también aflora un diálogo con lo extratextual, Yolanda aparece, su hijo sale al ruedo, la provincia es imprecada, sus fobias o ciertos hechos ligados al aislamiento de la ciudad fronteriza cobran protagonismo y esto no sólo como un tópico o representación, sino como mecanismos que interpelan al lector rompiendo la cuarta pared, porque su poesía nos desafía y la autora se vale de muchos recursos para estimular nuestra imaginación.

Estas nociones están presentes en la literatura, los juegos de máscaras, el Je est un autre de Rimbaud, los heterónimos, la muerte del autor, según Foucault, aunque también pienso en representaciones biográficas de la muerte y la enfermedad que anidan en la literatura chilena, como el trabajo de Gonzalo Millán y Enrique Lihn que se pasearon por esos terrenos inefables y claro, tenemos autores extranjeros más recientes como lo escrito en La carte et le territoire del año 2010 de Michel Houellebecq o Summertime del 2009 de J. M. Coetzee.

En su poema “Funeral”, Nana reafirma este sentimiento, el de poetizar su propia extinción y nos habla del tedio, su abulia ante la cortesía y la pompa excesiva, los rituales y las buenas costumbres le sirven para cuestionar las prácticas sociales y el agotamiento de ver su propia muerte como una puesta en escena, descansar entre lino y todos arreglados para la ceremonia.

En el poema “Vivir” también habla de ese cansancio que le provoca el otro y lo expresa desde su fisiología, es un cuerpo el que resiente a sus congéneres, un estómago, unas extremidades vapuleadas por el zoológico social. Al llevar el spleen a una escenificación colindante con la finitud sólo ratifica la extensión de la soledad y hartazgo, el sentir se extrema.

 

 

En “Viudo melancólico” la muerte vuelve a aparecer, pero se diferencia de los otros poemas, porque aquí Nana nos cuenta la historia de un tercero y edifica un personaje. Clave que marcará el tono de varios de sus poemas, al generar pequeños relatos con divorciados, artistas melancólicos o los insoportables poetas y la escena cultural que son blanco constante de su sarcasmo. Hay otra estrategia que también es importante resaltar, el carácter taxonómico en su poesía, sobre todo en relación con la pasarela artística. En textos como “Los poetas” o “Las poetisas” pasa revista con enormes listados y fija una serie de referentes de la época, algunas son citas sin entrecomillado a la música y otras de tipo literario en un entramado intertextual en que aparece la poesía Beatnik, Nabokov, Los Beatles y el afrancesamiento, en una operativa desacralizadora de los procedimientos canónicos. Nana genera sus propios catastros estableciendo relaciones antojadizas o socarronas, por ejemplo: Poetas adictos a tomar Nescafe/ Poetas que parecen el fantasma de Hamlet y quizá el más alusivo a la idea del poeta único o poeta cumbre: Poetas grandiosos, en espera del Premio Nacional/ Poetas conspiradores.

Para la autora, la institucionalidad y todo lo que tenga un sesgo normativo o positivado será materia prima a deconstruir o detonar. En esa medida, resulta ineludible la mención a la liturgia y a la religiosidad; elementos bajo su escrutinio. La escritura de la poeta juega además con los vocativos, las formas dialógicas y lo imperativo, siempre llamando a la acción o a la crítica, con exordios que desafían también la conversación privada con el dogma y sobre todo con la culpa, la represión y la fe ciega en mandamientos. En “Para Ilusos” emprende cuestionamientos ante los beatos y la predestinación.

Estos temas variopintos, la autora los aborda manipulando las tipologías textuales, pues, en su inventario se encuentran estructuras propias del aviso, por ejemplo, cuando exhorta a la reescritura de los obituarios, tenemos la carta de invitación a matrimonios, el diálogo teatral y el lenguaje de la publicidad con marcas como Pepsi y Coca Cola y estridentes voces que hacen pastiche del lenguajear periodístico y la prosodia del locutor televisivo. Insectario es una caja de resonancia en forma de libro fragmentado y trabaja lo lúdico y experimental desde lo epigramático acercándose al microcuento o si queremos ir más lejos, a lo que en años recientes ha sido la escritura literaria en redes sociales, como twitteratura, practicada en nuestra lengua por Alberto Chimal.

 

La poeta Nana Gutiérrez.
Internado de la Escuela de Derecho de la Univ. de Chile.
Santiago de Chile, 1951

 

Ya mencioné que Nana tiene una poderosa mirada de porvenir, ella trabaja a la manera de los ensayistas, navegando de forma exploratoria, sin un mapa definido, en una búsqueda incesante con la vista en horizontes desconocidos, eso la lleva a pronosticar cómo será la vida en el siglo XXI. Hace constantes alusiones al año 2000, proyecciones de un mundo cambiante, la carrera espacial y los nuevos medios, jugando al límite del conocimiento y anticipando noticias que emanan del futuro, como las que los cronistas del XIX, Darío, De Zayas o Martí enviaban a América desde Europa o Estados Unidos, la diferencia es que Nana se las envía a su yo del mañana desde la recta provincia, como una señal de auxilio o bálsamo ante el tedio de lo local, malestar que dibuja con maestría en su poema “Cartas a Viterbo”.

En Insectario también se luce el poema río y extenso y transita con libertad desde la economía al derroche o de la parquedad a la cháchara. En este libro establece un hilo conductor que no se puede obviar, la figura de la mariposa que en momentos es ella, en otras una encarnación de su ars poetica, también una manera de reescribir rezos o un modo de exponer situaciones tan mundanas como la compra de calzado y más tarde la mariposa sigue transmutando para ser objeto de estudio del hablante entomólogo o quizá una metáfora para imprecar el racionalismo de lo positivado, zaherir al hombre de ciencias, la norma, el método, algo similar a lo que realiza en los poemas “Colegial contemporáneo”, referido a una escolaridad que corta las alas de la imaginación. La mariposa también aparece con ese sentido de libertad en “Nanapoema para un pintor surrealista”, de este modo genera un soliloquio con sus propias obras, las cuales se retroalimentan en un juego de reinterpretaciones y códigos propios. En ese texto el pintor surrealista, al igual que Nana con su poesía, produce un autorretrato y en sus ojos revolotea una mariposa junto a una sonrisa malévola, práctica de autorrepresentación que la autora considera un oficio de alta seriedad y un trabajo que codo a codo le roba unos secretos a la muerte, pues el cuadro del aprendiz de Breton termina colgado en la puerta del cementerio, como un obituario y una invitación a los viandantes.

El poeta surrealista funciona como un doble, un alter ego de las pulsiones de la poeta. Quiero concluir esta invitación a su lectura, hablando de Nana lectora, es importante como maneja el tema de las tipologías textuales en un continuo que reafirma su consciencia letrada, pienso en el diálogo no sólo con Parra o Germán Belli sino con Confabulario de Juan José Arreola. Hago esta mención no sólo por la posible familiaridad entre el título de su poemario y el libro del mexicano, sino por el carácter intermedial y la mirada ácida hacia el porvenir.

 

 

En ¡Manos arriba!, Nana entrega un anticipo de estas prácticas con su texto “Cuidado con el perro”, jugando también desde el título con una peculiar forma textual, el cartelón de advertencia. En ese poema se burla de las mascotas que se humanizan o que sirven como utensilios, casi anticipando conductas que hoy nos parecen tan comunes en redes sociales y en el día a día. Su lucidez dispone un texto en que se burla y nos advierte del humano atrapado por sus modas y accesorios. En el poema “Love año 2000?” publicado en Por el rabo del ojo, asume el ropaje discursivo de una misiva que emana de una empresa transnacional. La secretaria del conglomerado comunica la posibilidad de garantía y reembolso de un producto, en este caso el marido defectuoso, a la manera de Pablo de Rokha que satiriza en Gemidos a las USA Companys en un mundo saturado por radiogramas y telegramas o similar a lo que Arreola hace en Baby HP o Plastisex con sus extravagantes comerciales de enrarecidos aparatos. En Insectario con el texto “Noticias año 2500” reafirma una poética que disfruta manipular las máscaras del consumo.

Es innegable que la escritura de Nana genera caídas en abismo, imagen y forma, se presentan en un maridaje en que símbolos y mecanismos textuales cooperan originando un peculiar equilibro entre desacato y belleza. Espero que este proemio sirva de umbral, en palabras de Nana: les ruego a ustedes señores, tomar nota.

 

Bélgica, 2023

 

 

 

 

 

*(Chile, 1983). Escritor y Editor. En la actualidad, reside en Bélgica a cargo de la dirección del sello editorial Cinosargo. Ha publicado los poemarios Gramma, Carne, Soma, Cristo BarrocoAllá fuera está ese lugar que le dio forma a mi habla y Mecanismo destinado al simulacro y las novelas RandomVideo killed the radio star y Rancor. Sus textos están incluidos en varias antologías de poesía, ensayo y narrativa chilena y latinoamericana. Más información en su web www.danielrojaspachasescritor.com

 

 

 

**(Arica-Chile, 1924 – Arica-Chile, 1985). Pseudónimo de Yolanda Teresa Gutiérrez Bonelli. Poeta y narradora. Conocida como la antipoeta, fue parte de la Generación del 50 de los literatos chilenos. Obtuvo el Premio Municipal de Poesía de Arica (1968). Publicó Manos Arriba (1968), Por el rabo del ojo​ (1970), Abril (1971), Calendario (1972), Correspondencia (junto a Marco Denevi, 1972), Luna Llena (1974) y Tiempo de palomas​ (1975).