Poemas por María Paulina Briones*
Texto Yanna Hadatty Mora
Selección de poemas por María Malusardi
Crédito de la foto (izq.) www.eluniverso.com /
(der.) Himalaya Ed.
Sobre Labor de duelo (2022),
de María Paulina Briones
Labor de duelo traza un arco entre 1929 y el presente, que nos permite asomarnos a un Guayaquil dolorosamente familiar en contraposición con un Nueva York afantasmado. Lo componen versos de gran contención, precisos, que susurran, plañen, lloran, imprecan, para amortajar pérdidas propias y heredadas. Entre ellas, también las de la ciudad, muertes colectivas, las de la fiebre amarilla, las de los incendios, las de la pandemia. El poemario de María Paulina Briones teje entre silencios e imágenes una historia familiar fragmentada en clave de responso laico, desde una voz poética femenina responsable de este obituario en verso. ¿Quién que sobreviva a nuestros días no tiene pendiente una extenuante labor de duelo? ¿Quién no precisa de ensalmos, rituales y poemas que ayuden a asumir tanta muerte, tantos cadáveres, en tiempos por demás apocalípticos?
Yanna Hadatty Mora
9 poemas de Labor de duelo (2022),
de María Paulina Briones
Premonición
No son azar los cerros mutilados
o este brazo de mar como inquietante vitral de la noche
estrangulada
es la señal de la muerte que torna las aguas oscuras
y detiene su dialéctica misión de ser siempre distinta
otra
ya nada respira en esta ciudad
ni las palmeras de la necrópolis de mármoles
ni los lechuguines inquietos del río seco
esperamos el milagro de la lluvia con la lengua partida
tememos nuestra muerte en la sequía
irónico fin para los habitantes de un puerto.
Para nadar se necesita fe y unos brazos enormes
no se trata de flotar aunque se puede levitar en las aguas
la idea es ir a contracorriente y sortear la fuerza desmesurada de la naturaleza
de una ciudad pantano
Una mujer avanza sobre las aguas con la precisión de un escualo
llega al futuro
isla
remonta las cascadas y retrocede hacia el porvenir
combustiona sobre las aguas
el acto es innombrable aún
se encargará ella de escribirlo
El provenir las lomas mutiladas
ni un Ceibo sobrevive
espectáculo siniestro de reconstrucción y escombros
los cerros capados crujen los esteros crecen y el agua siempre el agua dispuesta a cubrirnos con su olvido.
La melancolía se extiende el asfalto.
Poema de los días
¿Quién nos salvará de la cama eterna
de sus hedores turbios y la tierra?
aquí los restos la comida de los días los sudores de las noches de encierro y agonía
trina un jilguero
el silencio crece
otros ruidos
materiales todos de mi memoria
es el viento que nos atraviesa solitario
un sueño pesado cae en cada cuerpo
la vegetación se expande durante años
penetra en la casa de los durmientes
animales reptantes recorren el asfalto
Es una determinación la vida entre tanta muerte.
Que ponen el cadáver en el congelador
quién podría dormir
sabiendo que su amor yace en un
sueño paralelo de frigorífico
un cuerpo helado se resquebraja y los residuos se levantan con el viento
yo soplo con fuerza se extingue mi hálito y aspiro los sueños del mundo que retornan a mis fauces
para arderme de memoria
quién podría dormir llena de material incandescente
Labores inútiles
El Tiempo me propone las tareas más inútiles
bordar laboriosamente
el horno recibe mis creaciones más sofisticadas
es nuevo el arte de la dificultad
me convierto en la mejor cocinera
elaboro exquisitos manjares
disecciono con la lentitud que ahora me caracteriza y hago puntos sospechosos con una lana escarlata
me regodeo
¿para quién cocino?
Antes rechacé labores domésticas
me sienta este saber postergado
una guarida nos acoge
escapar ya no tiene sentido
solo la cocción del pan el corte de la cebolla la puntada precisa
las horas púrpuras se despliegan ad infinitum
cernir el jugo
fin de la utopía
la gran odisea
Lengua de acero
Pero cómo despliego una lengua
la mía
cómo la acoplo a las superficies o cómo perforo las formas y me adhiero yo a algo parecido al mundo
como si fuera juego
una niña lame un chupete de fresa
la lengua
ese rollo de cajas palpitantes
inútil
dragón que se arrastra
que no encuentra el fuego
que no encuentra un camino
registro
esta lengua cómo pesa cómo se traslada cómo se transforma
Me dices que sueñas que yo te ofrezco cultivar una tierra para que nunca mueras de hambre
los vegetales crecerán descomunales
es imposible saciar el abandono
Los pájaros
El guaraguao se desplaza por los cielos azules y observa
no es el único en esta danza de la carroña
se ha elevado el olor de la carne
yace ella debajo de los techos de zinc oxidados
acuna el llanto
la cal guarece
inevitable ver la muerte
dormir con ella con el corazón menguado
y el estero se arremolina por el aguaje acompasando los olores de los cuerpos
los guaraguaos despliegan sus alas y circundan
el rito es antiguo
tres incendios
la fiebre amarilla
la gripe del murciélago
una ciudad puede morir tantas muertes
hay cadáveres que iluminan el fuego del hogar
y nos aferramos a ellos
Labor de duelo
La labor de duelo es la piedra de Sísifo
yo con mis atavíos perdida entre los fantasmas a media luz
una confusión es la única certeza
una queja interior
abro mi boca y las palabras no acuden
hablar hacia dentro tragarme la lengua
esta labor de duelo no es más que un nudo un simple atar mi vida
sembrarme en un patio esperar días meses años
un artificio bordado de filigrana
un artilugio que comienza cada día para siempre.
Documentar el silencio
Se dice tanto y es tan poco cantar
los sonidos que se emiten no llegan a los oídos porque la sordera no tiene que ver con la escucha
sino con el profundo deseo de ver así se conecta la mirada y el oído a través de una guirnalda que
corto y recorto según mi humor
y mi tiempo tan vilipendiado
ese decir mi tiempo
como un duelo y un gato que caminan estratégicos para cazar una indefensa salamanquesa diosa
natural que trepa por las paredes y las noches y ulula casi como búho mínimo
el viento que trae el ruido ajeno de las hojas de los árboles de las olas de los resquicios todos de
los objetos que ocupan un lugar en el espacio
y ese espacio iluminado por un aluna desmesurada ese vacío ese vórtice de una eternidad que
duerme para siempre el sueño
el mundo descomponiéndose lanzando los dardos venenosos
una película muda un mundo que no necesita las palabras ¿qué es? un prado de rosas
las espinas brillantes anhelantes
pronto empezará la cosecha y decapitaremos todas esas flores inútiles porque el hambre es una
extorsión del propio cuerpo.
*(Guayaquil-Ecuador, 1974). Poeta. Comunicadora cultural y Literata por la Universidad Católica de Guayaquil (Ecuador), magíster en Estudios Avanzados en Literatura Española y Latinoamericanas por la Universidad de Barcelona (España) y magíster en Edición de textos por la Universidad de Salamanca (España). Obtuvo el Concurso Nacional de Poesía Ismael Pérez Pazmiño (2016). Se desempeña como editora de Cadáver exquisito y catedrática de Literatura en la Universidad de Las Artes (Ecuador) y en la Universidad Casa Grande (Ecuador). Tiene una librería en la sala de su casa. Ha publicado en poesía Extrañas (2013), El árbol negro (2014), Tratado de los bordes o cercenación del estero (2016) y Labor de duelo (2022).