Vallejo & Co. realiza un pequeño homenaje por el Centenario del movimiento Colónida (1916-2016) y la importancia de la fundación de este movimiento y de la revista Colónida, dirigida por Abraham Valdelomar, que con sólo 4 volúmenes remecieron y cambiaron el arte y la literatura peruana.
Los poemas que se presentan a continuación, fueron publicados por sus autores, originalmente, en las cuatro ediciones que presentó en 1916 la revista Colónida, N°1-4.
Por VV. AA.
Selección de poemas Mario Pera
Crédito de la foto Archivo Mario Pera
8 +1 poemas de Colónida (1916)
Antigua
De la herbosa brillante hacienda
en la capilla colonial,
se veían los lamparines
cerca de enconchado misal.
Y en solitarias hornacinas
de vetusto color añil,
cuatro madonas lineales
óleos de negro marfil.
Y su retablo plateresco
sus columnas de similor,
estaban mustias, verdinosas
por el tiempo deslustrador.
Y los pesados balaustres
e incrustaciones de carey
eran de años religiosos
quizá del último virrey.
Era obra de antiguos jesuitas,
techo de roble y alcanfor
que despedía de murciélago
un anciano y mustio olor.
Sus caprichosos ventanales
veían pesebre y pancal
donde trinaban golondrinas
al balido del recental.
Oíamos arrodillados
los niños desde el coril
la misa llena de murmurios
y de fresco aroma cerril.
Divisábamos cerro alegre,
por el antiguo tragaluz,
la murmuradora compuerta
y los sauces llenos de luz.
Y llegar oímos un coche
de híspidos galgos al rumor;
dos huéspedes se acercaron
y una niña de Van Dyck flor.
Estaba de blanco vestida,
con verde ceñidor gentil,
su cabello olía a muñeca
y a nítido beso de abril.
Diamante era en luces añosas,
luz en cofre medioeval,
acallaba aroma de cirio
con su perfume matinal.
Y nos miraba dulcemente
con primaveril sensación,
junto al melodio desflautado
que era de insectos panteón.
Relinchaban en el pesebre
el picazo y el alazán;
soñamos pasear con ella
a la luz del día galán.
Llevarla ofrecimos, fugaces
por la toma, por el jardín,
por la cerrada vieja colca
y por de la hacienda el confín.
Sus mejillas se coloreaban
con primaveral multiflor,
sus lindos ojos se dormían
al áureo y tibio resplandor.
Y nos hablaba con dulzura
y cariñosa inquietud;
cundían sueños plateados
al ígneo sol de juventud.
Sonó la campanilla clara
seguida de dulce rumor
de los tábanos. Nuestros padres,
los de ella oraban con fervor.
Al lado, con grandes espuelas,
rezaba ronco el caporal,
y también los peones que saben
misterios del cañaveral.
La acequia de cal y canto
que iba del estanque al jardín,
nos llamaba con el ensueño
de madreselva y de jazmín.
Correr ansiamos con la niña
y en camelote navegar,
para sentir, al aire verde,
un repentino naufragar.
Y salvarnos en la isla rosa,
vivienda del insecto azul,
como en el árbol de los cuentos
donde canta el dulce bulbul.
O llegar a la gruta vistosa
con los brillos del zacuaral,
que habita el hada del estanque,
que es una garza virreinal.
Mas ella lanzó agudo grito
a un pajizo reptil zancón,
y los orantes la rodearon
blancos de desesperación.
En su cara sombras de muerte
y de amargura descubrí:
tenía en la pierna celeste
un negro y triste rubí.
José María Eguren
XX
Mi alma te dirá las palabras
verdaderas, cuando la carne
no exista. Las vagas
frases nunca dichas.
Entonces serán nuestras almas,
sin dolor ni melancolía,
como la fragancia
de las rosas muertas.
Serán nuevas en esa clara
aurora inmóvil muchas frases
que resucitados
desconoceremos…
Las de éxtasis tendrán la gracia
y el sabor acre de una boca
que fue como mala
hermana de la otra.
Enrique Bustamante y Ballivián
A toda velocidad
El automovil pasa………
Fuga inquieta una liebre;
el Sol como una brasa,
dora como un orfebre.
Una iglesia, una plaza,
la campiña, el pesebre,
corren tras una casa………
La brisa está con fiebre.
Somos tres. Es Domingo.
Ya hemos pasado Tingo;
Lili: ¿quieres darme eso?
Mi gran amigo Z,
mira el campo: es poeta
i no ve nuestro beso.
César A. Rodríguez
Lied III
En la costa brava
suena la campana,
llamando á los antiguos
bajeles sumergidos.
Y como tamiz celeste
y el luminar de hielo,
pasan tristemente
los bajeles muertos.
Carcomidos, flavos,
se acercan bajando…
y por las luces dejan
obscuras estelas.
Con su lenguaje incierto,
parece que sollozan,
a la voz de invierno,
preterida historia.
En la costa brava
suena la campana
y se vuelven las naves
al panteón de los mares.
José María Eguren
Los Psalmos del dolor
III
PLEGARIA DEL CANSANCIO
A ella…
Yo siento haber vivido de prisa. Mi sonrisa
es una mueca triste de cansancio mortal.
Solloza en mis recuerdos la temprana, indecisa
violación del secreto del Bien y del mal…..
Es solo mi tristeza la tristeza enfermiza
de un niño un poco místico y otro sensual,
cuyo raro destino leyó una pitonisa
o el astrolabio intérprete de un oráculo astral.
Pasan por mí las cosas vertiginosamente
y una arruga anacrónica se insinúa en mi frente
como la huella amarga de mi última ilusión.
A veces me sonríe la visión de mi infancia
y en un dulce paréntesis de luz y de fragancia
digo tu nombre como si fuera una oración…..
VII
INSOMNIO
A Federico More.
¡Oh las noches en que hablan fantásticos conjuros
y en que muerde una angustia en cada pensamiento!
Vagan voces de incestos y de ritos oscuros
y hasta las sombras tienen un estremecimiento…..
La mano del misterio traza en preclaros muros
el mane thecel phares de algún presentimiento
y el licor dionysiaco de los brindis impuros
produce en los orgiastas un desfallecimiento.
Hay un crimen aleve que venga un adulterio
en la penumbra tibia de una alcoba nupcial.
Los aquelarres turban la paz del cementerio.
Hastía a dos amantes un pecado mortal.
Yo escucho una tras otra las notas de un salterio
de agonía. Y la muerte ronda en el hospital…..
José Carlos Mariátegui
Espirales de amor y de olvido
Con tu vestido rosa de tres volantes
―jeroglífica y rara― te conocí;
fulgían tus pupilas vivos destellos
y se clavaron tercas dentro de mí.
En las olas cercanas, como un rezongo
(misterioso y siniestro dúo de mar
con el sonambulismo de tu figura
que en mí vibraba) pude escuchar…..
Y ese rezongo turbio, ronco y constante,
como el ritmo en sordina de un corazón,
me sugirió en el alma dos espirales,
dos curvas expresivas de mi pasión.
Una: el ansia pugnante, desorbitada,
magnética y demente de tu querer,
la Gran Curva Suprema que va, de un punto,
envolviendo tu cuerpo ¡tu alma! mujer.
Otra: la concentrante, la línea de fuga,
la curva de un Olvido que huye veloz
hacia el punto de origen donde una noche
tuve el escorzo lírico de oír Su voz.
Las olas van y vienen discretamente…..
Pasan dos….. tres gaviotas. Me pierdo en mí,
y al tornar de mis íntimos cenobitismos
pienso en Ella (¡en Aquella!) que ya perdí…..
Y te miro y me miras y nos miramos;
sobre un espiralismo vamos los dos,
inconscientes, hipnóticos, como en un vértigo…..
quizá como un capricho loco de Dios…..
Alfredo González Prada
Cosmopolitismo
!Cómo fatiga y cansa, cómo abruma,
El suspirar mirando eternamente
Los mismo campos y la misma gente,
Los mismos cielos y la misma bruma!
Huír quisiera por la blanca espuma
Y a Sol lejano calentar mi frente.
¡Oh, si me diera el río su corriente!
¡Oh, si me diera el águila su pluma!
Yo no seré viajero arrepentido
Que al arribar a playas extranjeras,
Exhale de sus labios un gemido.
Donde me estrechen generosas manos,
Donde me arrullen tibias Primaveras,
Ahí veré mi patria y mis hermanos.
Manuel González Prada
Disonancia
En la polifonía de este Album que proclama
―a la manera de una trompeta de la Fama―
tu gracias y tu belleza, tu estirpe y tu esplendor;
mi acento tiene apenas la entonación doliente
de un ruiseñor herido que, ilusionadamente,
sus trinos sollozara con íntimo temblor.
(Temblor donde palpita toda la poesía
sutil y sosegada de mi melancolía
que siempre es el espíritu lilial de mi canción:
temblor, bajo la Luna, de florecidas frondas;
temblor pleno de angustias y de inquietudes hondas;
temblor de Amor, de Vida, de Ensueño y de Emoción).
Yo hiciera de mis versos, admirativamente,
un arco exorbitante de luz resplandeciente
para que tú pasaras magnífica y triunfal;
e iría deshojando, con ansiedá infinita,
el arduo enigma de una cándida margarita
de amor, sobre el utópico sendero inmaterial………..
Pero es en vano! Tántos son mis anhelos, tántos,
que, ante el florecimiento glorial de tus encantos,
se agolpan mis anhelos y ríndanse a tus pies;
pues triunfan en mis armas, donde el amor fulgura,
los dejos de mi vasta tristeza prematura
y el hondo pesimismo de mi honda languidez.
Por eso en la armonía de este Album que proclama
―á la manera de una trompeta de la Fama―
tu gracias y tu belleza, tu estirpe y su esplendor;
mi acento tiene apenas la entonación doliente
de un ruiseñor herido que, ilusionadamente,
sus trinos sollozara con intimo temblor…….
Pablo Abrill y de Vivero