Original misticismo, sobre «Corazón Sagrado» de Enrique Solinas, por Daniel Gigena

Reproducimos en Vallejo & Co. una nota publicada por Daniel Gigena en el diario argentino La Nación, suplemento ADN Cultura sobre el poemario Corazón Sagrado (2014), del poeta argentino Enrique Solinas.

 

Por: Daniel Gigena

Crédito de la foto: Izq. Editorial Viajero Insomne

Der. www.crearensalamanca.com

 

 

Original misticismo

 

Voz por completo atípica pero no disonante en el panorama de la poesía local, Enrique Solinas (Buenos Aires, 1969) ha publicado ampliamente y su obra recibió varios premios. En algunos trabajos, como Libro de las horas, visitaba la temática religiosa y mitológica. En Corazón sagrado, esas dos vertientes confluyen y crean reflexiones sobre el amor a Dios, la belleza del dolor y el sacrificio. Como en otros autores de poesía mística, el erotismo latente se expresa de modo ambiguo con analogías bien terrenales: «Y yo te amaré/ como el amante/ que en la noche/ regresa/ y cierra las puertas del mundo/ para irse jamás». La poesía de Solinas manifiesta con cautela una especie de misticismo queer, en el que resuenan los ruegos de Cristo a su Padre durante la crucifixión, la tradición literaria de san Juan de la Cruz y el legado filosófico de Ulrich von Balthasar. Sin efectismos y con unas pocas anécdotas personales en las que la voz poética aspira a la universalidad -pero donde también increpa al mundo, a la historia humana escrita con «palabras para morir»-, Solinas entrega canciones resplandecientes.

A partir del símbolo del Sagrado Corazón de Jesús, síntesis de la alquimia cristiana que fusiona pasión y entrega, sufrimiento y altruismo, los poemas apelan a «las voces antiguas,/ las voces nuevas,/ las voces viejas/ de la locura/ preparadas para el amor» con el fin de figurar una búsqueda ancestral. El vínculo de la escritura con la divinidad adquiere en estos textos formas diversas: tanto el efecto de una lluvia fresca sobre el corazón cansado como la luz de la gloria opacada por las sombras del Gólgota.

 

Tapa Corazon Sagrado

 

7 poemas de Corazón Sagrado (2014)

de Enrique Solinas

 

 

Traición

 

Oscuro y lento, amor,

navego y beso

todas tus heridas.

 

Es entonces cuando

clavas en mi pecho

palabras para morir.

 

 

 

“Jesús,

de mí

no esperes

el olvido.

 

Yo no sé

cómo se hace

para no recordar

y sentir

 

aquí en el pecho

todo el vacío

 

que el amor nos deja,

 

 

cuando se va.”

 

 

 

En el desierto

 
Si lo que digo existe porque es cierto

y el resto es simulacro, ensoñación,

imágenes creadas para distraer

la atención del sentido verdadero

y comprobar la certeza

de que todo es incierto,

entonces callaré.

 

Coseré mi boca

con los hilos bellísimos del sueño

para que las palabras

desconozcan

su destino.

 

Pequeño corazón,

                                    la soledad es esto:

un hombre sumergido

en el interior de su sombra,

en la alta noche.

 

 

 

Distancia

 

Cae una hoja desde la copa

de un árbol altísimo.

Mis ojos atrapan la imagen

en ese instante lento

y siguen su recorrido.

 

Esa es la distancia absoluta

que existe

entre vos y yo.

 

Esa es la distancia

cuando mi corazón

cae de tus manos

 

y contra la noche

 

 

se estrella.

 

 

 

Crucifixión

 

Sobre el caballo de la muerte

andaré,

con los ojos vendados

y la alegría

de quien cabalga

desde lo oscuro hacia la luz.

 

Dame tu mano esta noche,

no quiero partir.

Dame tu abrazo de silencio.

 

Desde la luz hacia lo oscuro

cabalgaré,

con la alegría

y los ojos vendados

de quien ha de morir

 

para encontrar

la vida.
 

 

 

Lo que queda

 

Han partido las horas, los días,

las semanas de aquí,

como elefantes que se diluyen

en el agua del sueño.

 

He visto los crepúsculos,

la lluvia que cae con violencia

y he visto cómo cesó.

He presenciado

la risa de los manantiales

y el comienzo del miedo.

 

Se han ido las miradas,

el silencio,

los números,

los cuerpos de mi voz.

 

Han partido

las teorías sobre el tiempo

y la cercanía de la distancia.

 

Se ha ido el amor,

su cuerpo frágil

y yo lo dejé ir.

 

Ha llegado el tiempo

de pensar el mundo

y de saber lo que se tiene.

 

Se han ido las ventanas,

los abrazos,

el cacareo,

esta tarde de canción,

 

el aliento de las ciudades,

la alegría de los cementerios;

 

se han ido

 

las antiguas bonanzas

de la noche,

las alucinaciones

durante el amanecer.

 

Han partido

las formas conocidas

de los nombres,

para poder llamarte.

 

Porque aunque sientas

que la esencia de las cosas

te abandona,

no todo es

un adiós sin fin.

 

Algo queda, en verdad,

algo se queda:

 

Es el poema, su corazón,

el fuego sagrado.

 

Porque la poesía

es la única posesión

que te pertenece.

 

 

 

Cristo Jesús,

Padre de sí,

dame

en tu cuerpo

la canción de la esperanza,

cuando tu rostro

muestra nuestro dolor

y expresa

la belleza del existir.”