Lo que una voz está dispuesta a contar. Entrevista al escritor Marco Zanger

 

Por Natalia Litvinova

Crédito de la foto (izq.) Evaristo Ed. /

(der.) el autor

 

 

Lo que una voz está dispuesta a contar.

Entrevista al escritor Marco Zanger

 

 

Marco Zanger nació en 1982 en la ciudad de Buenos Aires. Es editor de audisea, editorial de poesía, dicta talleres de escritura creativa, es fotógrafo y miembro de La Coop, cooperativa de editoriales independientes. Evaristo Editorial acaba de publicar su primer libro de cuentos Para entender algo del mundo (2019). El narrador Martín Sancia Kawamichi dijo que los cuatro cuentos que componen el libro, son exquisitos y que “el lector ingresará a un universo alucinante, de desmesuras por momentos morosas y arrolladoras, por momentos frágiles hasta el vértigo. El ritmo respira poesía, y esa poesía queda encarnada entre cada palabra, acechando las inteligencias de las tramas y el encanto de los personajes, irrumpiendo a veces en el borde de un adjetivo, o en una coma o un punto”.

 

 

Entrevista

 

Natalia Litvinova [NL]: La filosofa francesa Hélène Cixous dijo que los géneros se han mezclado, que ya no podemos hablar de un género puro, en tus cuentos el lenguaje poético tiene un lugar importante, genera climas, tonos y una cercanía al realismo mágico, Cixous piensa que en el poema es donde puede producirse algo de la vida misteriosa.

Marco Zanger [MZ]: Yo sé que escribo novelas y cuentos y que no escribo poemas —por decir algo—, pero eso es todo. También sé que me interesa lo que podría llamar mundo maravilloso o lo maravilloso del mundo. Pero por más que se le parezca no siento que eso sea un género.

A lo que intento dedicarme todos los días es a entender lo que una voz está dispuesta a contar. Y lo más importante es que esa voz no sea la mía. Por eso, los hechos son para mí joyitas rescatadas de historias de otras personas que me sirven para que una voz se encarrile. El problema es que no tengo idea hacia dónde va. Puedo tener una sospecha, pero casi siempre terminan por despistarme.

De estos cuatro cuentos no tuve el final hasta que entendí de qué querían hablar estas voces y por qué yo les prestaba tanta atención. Todas ellas estaban hablando de algo que para mí era muy importante: el odio a todo aquel que fuera dueño de una parte de la vida de los demás. Por eso les di mi tiempo.

Pero la mezcla también puede que se deba al recorrido que hice trabajando con diferentes escritores: Hugo Correa Luna, José María Brindisi, Javier Galarza, Leonardo Oyola, María Malusardi y Luis Mey por nombrar algunos. Y mucho de estos textos tienen detalles fundamentales de su influencia.

 

 

Fragmentos del cuento “Lo que una está dispuesta a amar”

 

…………….(…) La playa va desde la espuma hasta las piedras, hasta ahí está permitida la arena entre los dedos de los pies. El cielo, como yo, no se admira de nada, aunque quizás el mar… Las palabras te abandonan a cada rato. Yo creí tener un adjetivo para todo.

…………….Salgo por la mañana vestida con lo más blanco que tengo. Llevo pantalones largos a donde quiera que vaya. Elijo mal qué vestir.

…………….— ¡Una mujer no debe tentar a los lobos! —decía Licha.

…………….La ropa era aquello que te salvaba del mundo. Todo lo que compré con ella era un talle más.

 

…………….En este lugar reinan las mujeres que ven su rostro en la luna. Yo soy una de ellas.

…………….Licha murió fuera de casa. El día que se fue dejó que la vistiera por primera vez. Elegí el vestido blanco que guardaba en su ropero y que nunca le había visto puesto, el de los caminos bordados de hormigas. Estaba tan flaca que era como colgar un pedazo de tela de una percha.

…………….— ¡Una mujer debe saber siempre qué vestir!

…………….Ella solo se permitía una mirada para cada cosa. La casa era oscura, Mar del Plata estaba equivocada, y mamá… Mamá había sido buena con ella como lo podía ser con un perro que hace caso. Yo siempre estuve dispuesta a ser todo lo que Licha había amado.

 

(…)

 

…………….Por la mañana el sol resplandece sobre nosotros, el ruido de semejante maravilla no me deja escribir una sola línea. Nadamos hasta que la costa naufraga y regresamos a ella sin aire, con una mano en el pecho y diciendo gracias en secreto. En esta playa se pasean las mujeres junto a hombres que no las miran; hay que ser niño para entender algo del mundo y no terminar horrorizado. Recostada sobre una lona mamá se quita los anteojos de sol y admira su propia ausencia en la imagen de su esposo con sus amigos.

…………….Yo jamás podría haberme enamorado de algo como eso. Sé que una mujer se defiende mejor que nada en este mundo, pero no logro decirlo en mis poemas.

 

(…)

 

…………….Solo podré escuchar algo si logro callarme. Hacer silencio y gritar con la garganta. Un adjetivo mal puesto dice demasiado sobre todo lo demás que no está en el poema. Si busco recrear una vida busco algo que traicione su historia y que sea cierto solo en la medida en que logra engañar. Cuando era chica escribía cartas para una tal Rosa. Una puede vivir en un mundo que nunca llega a tocar.

 

 

[NL]: La protagonista del cuento “Lo que una está dispuesta a amar” es una poeta.  Contanos cómo fuiste construyendo a este personaje, en quién (o en qué) te basaste, y si tuvieras que analizar a este personaje, qué dirías de él.

[MZ]: La voz de ella la encontré leyendo a Anne Sexton, pero la historia que cuenta no tiene nada que ver con su biografía. Tenía fragmentos de la vida de una empleada doméstica y su relación con una niña y sus padres, una historia que alguien me había contado y que me había quedado rondando, y que cuando encontré esa voz se contó prácticamente sola. Ante esa voz se fue develando algo que era una intriga para mí; ¿por qué no olvidaba eso que me habían contado? Descubrí que la vida de una mujer dedicada a la de una familia que no es la suya era una historia que me interesaba contar.

Las voces a las que me siento más cercano a la hora de pensar el mundo fueron siempre voces femeninas. Nunca me alcanzó la reflexión fría, sino que siempre me sentí atraído por algo que yo no experimento en el cuerpo, pero a lo que le otorgo el adjetivo de belleza porque no encuentro otro. Una comprensión que no aparta las sombras, sino que distingue en la oscuridad. Pero una distinción que no sirve como herramienta, sino como una experiencia de vida. También creo que es la única forma que encuentro de narrar las injusticias que me obsesionan.

 

El narrador Marco Zanger.
Crédito de la foto: Federico Gori

 

[NL]: En los cuatro cuentos de Para entender algo del mundo, percibimos temas, estructuras y estrategias narrativas que difieren entre sí. Qué podés contarnos acerca de esas decisiones, y qué une o emparenta a estos cuatro cuentos.

[MZ]: Estos cuentos me rondaron durante una misma época y los trabajé sin entender del todo si estaban emparentados o eran sólo cuentos de cuatro voces a las que me puse a escuchar. Me llevó mucho tiempo, pero un día descubrí que todas hablaban de lo mismo y eso le dio sentido de unidad. Yo estaba obsesionado con la figura del patrón. Cuando entendí eso, cerrar los cuentos fue algo relativamente fácil; me dediqué por completo a prestarle atención al acento y a cuidar lo que se estaba intentando contar. Quité todo lo demás.

 

 

[NL]: ¿Qué obras o libros de otros autores o autoras te acompañaron durante el proceso de escritura?

[MZ]: Una vez un guionista de Pixar dijo: “las novelas son a las series de televisión, lo que los cuentos a las películas”. Imaginar una película me pareció mucho más fácil que imaginar un cuento.

Y cuando pensé en una película, pensé en Tarantino y me pareció que él podría contar una película con un tono argentino, con lo ridículo y lo absurdo y lo dramático de los argentinos. Después lo mezclé con poetas que estaba leyendo.

Durante esa época estaba leyendo Raúl Gonzales Tuñón. Me pareció un poeta del pasado y del futuro y no solo me fijé en sus trabajos sino en su vida, en sus amistades: los nombres de sus amigos me parecieron fantásticos. Muchos de ellos los tomé prestados para dar con un tiempo que no era el mío. En más de uno de los cuentos incluso los personajes recitan versos de él.

También había escuchado cientos de veces a Anne Sexton leyendo «Wanting to die». A veces, cuando estaba perdido y quería dar con el tono, solo necesitaba escuchar ese poema y ver sus gestos para sospechar por donde tenía que ir.

Todo eso se mezcló con mis ganas de cosas maravillosas y salió este experimento.

 

Waiting to die / Querer morir

de Anne Sexton

 

Ya que preguntas, la mayoría de los días no recuerdo.

Paseo con mis vestidos, no se me nota ese viaje.

Entonces vuelve la casi indescriptible lujuria.

Ni siquiera entonces tengo yo algo contra la vida.

Conozco bien las briznas de hierba que mencionas,

los muebles que has colocado al sol.

Pero los suicidas tienen un lenguaje especial.

Como los carpinteros quieren saber qué herramientas.

Nunca sin embargo por qué construir.

Dos veces me he manifestado simplemente a mí misma,

he poseído al enemigo, he comido al enemigo,

he asumido su arte, su magia.

De esta manera, pesada y pensadora,

más caliente que el aceite o el agua,

he descansado babeando por el hueco de la boca.

No he pensado en mi cuerpo en el punto crítico.

Incluso la córnea y el último resto de orina se fueron.

Los suicidas han engañado siempre al cuerpo.

Nacidos muertos, no siempre mueren,

pero deslumbrados, no pueden olvidar una droga tan dulce

que incluso los niños mirarían sonrientes.

¡Empujar toda esta vida bajo tu lengua! –

eso se vuelve pasión por sí mismo.

La muerte es una triste canina; magullada, dirías tú,

y sin embargo me espera, año tras año,

para eliminar tan delicadamente una vieja herida,

liberar mi aliento de su mala prisión.

Allí equilibrados, los suicidas se encuentran a veces,

rabiosos contra el fruto, una luna bombeada,

dejan el pan que confundieron con un beso,

dejan la página del libro abierta por descuido,

dejan algo sin decir, el teléfono descolgado

y el amor, sea el que sea, una infección.

 

(Traducido por José Luis Reina Palazón)

 

 

[NL]: Hablanos sobre tus próximos proyectos de escritura.

[MZ]: Después de que saliera el libro tuve una “revelación”: me di cuenta de que nunca iba a nombrar lo que no hubiese publicado, que necesitaba reservarme esa intimidad.

Pero puedo decir que la figura del patrón probablemente sea un tema recurrente de mi trabajo, así como la experiencia de un mundo maravilloso con diferentes matices. Mundos maravillosos escondidos tras una puerta, o esperando en las cosas más cotidianas. La idea de que pase lo que pase lo maravilloso está ahí, al alcance de la mano, es algo que siempre regresa.

 

 

[NL]: ¿Qué libros leíste recientemente y te volaron la cabeza?

[MZ]: Sigo intentando entender lo que sucedió en La pasión según G. H., de Clarice Lispector. Acabo de entrar en el Gran Sertón: Veredas de João Guimarães Rosa y estoy azorado. Y ando leyendo y releyendo a Raúl Zurita: creo que es una voz que tiene algo para contarme.