Por Augusto Munaro
Crédito de la foto (izq.) Ed. Mansalva /
(der.) www.telam.com.ar
“La poesía es subversiva”.
Entrevista a Blanca Lema
Estrellas y trotyl (Mansalva, 2017), de Blanca Lema, es una muestra exacta de lo que representa una poética única, absolutamente original. Podría decirse que toda su poesía es la mise en scène que recrea un artificio: el de armar y desarmar las partes de la “realidad”, de lo que se intuye bajo ese rótulo. Lema acomoda cada acontecimiento al ritmo preciso y singular de lo que debe aceptarse como inevitable, combinando lo cotidiano con lo imaginario y lo metafísico. Un modo de volver íntimo lo permanente.
Entrevista
Augusto Munaro [AM]: Me gustaría te refieras al contexto, motivos y formas en que fuiste trabajando este libro hasta darle su carácter definitivo. Está dividido en dos partes: Buenos Aires y Londres, cada una conserva un tono y tema diferente.
Blanca Lema [BL]: El libro, como libro, nace a fines del 2016, en las calles, museos, y bares de Londres. Todos esos poemas tenían como común denominador el dolor del mundo mezclado con un humor flemático que en los textos está expresado en las palabras en inglés que usé como parte del tono irónico e hiriente. Al regresar del viaje, retomo los poemas de Londres como una continuidad de algunos poemas que tenía escritos en Buenos Aires, hacía unos años atrás. Así nacen estas dos partes, que fueron creciendo al unísono con poemas nuevos. La primera, más íntima, la segunda, más abierta al mundo y con los ojos pródigos de la extranjería. Ambas como espejo y reflejo una de la otra, en distintos planos del escenario poético.
[AM]: Estrellas y trotyl comienza y finaliza con versos en estado de interrogación. La circularidad perfecta de un tono lírico siempre atravesado por la inquietud de la duda. ¿Por qué siempre la intemperie de la pregunta?
[BL]: Empecé a escribir desde niña, y ya desde entonces, usaba espontáneamente la pregunta como algo muy propio de mi poesía. No una interrogación de duda sino de dolor. Una interrogación preñada de lo que llamo ese “feliz no saber”. La pregunta reverbera, tiene un eros, una pulsión de diálogo. Es, como dijiste, una “intemperie”. Una intemperie compartida con el lector.
[AM]: A su vez, es una voz que se imagina ser muchas cosas. Hay, como en Novalis, una concepción panteísta de la naturaleza. Por momentos la voz se imagina flor, por otros avispa, cierva… Un sostenido desplazamiento del “yo”, ¿no? En otras palabras, el ego de la autora aquí, en este poemario, alcanza su mínima expresión. ¿Un buen poeta debe ser un poco egocida?
[BL]: Ay Augusto… ¡me fascina tu palabra “egocida”! Sí, es cierto, un poeta debería confiar más en la voz propia del poema que en su ego. El borramiento del ego es algo para entrenar. Es una práctica común de la danza teatro Butoh, donde antes de bailar el performer se pinta de blanco para despojarse de su yo y entrar a un estado de escucha abierta. Creo que a un poeta egocida le resultaría más fácil no ser catártico. Ser más concreto y claro en la metáfora. Aprender a tachar y a no enamorarse con el texto, porque sabría que incluso no es suyo. Como nos diría, mi amado Rimbaud: “Yo no soy, soy el otro”. Un otro que muchas veces, ni siquiera es humano.
[AM]: ¿La poesía y el asombro van/deben ir juntos?
[BL]:El asombro rompe la literalidad, deshace el pensamiento y la sensibilidad en automático. La poesía tiene en sí ese magma. No espero que un poema me asombre, pero sí que no sea predecible.
[AM]: Leo el inicio de “Quiero ir vestida de paloma”: “Imagina que el sol tiene un cuello/ y lo puedes estrangular/ Y en ese crimen desesperado/ hacer dos mundos”. ¿La invención es genio o ingenio?, ¿por qué?
[BL]:La invención es un permiso que por suerte me he dado siempre sin saberlo. Sólo en el miedo del otro, cuando me confiesa que le da temor inventar, descubro que vivo en estado de invención permanente con la mayor naturalidad del mundo pero que no es así para toda la gente. Creo que no podría vivir sin hacerlo. Me produce desconcierto por lo tanto responder: ¿genio o ingenio? No soy consciente. Sólo invento. ¿Cómo no hacerlo?
[AM]: En muchos versos trabajás ―y con acierto― la musicalidad de la repetición. ¿Qué efectos te permiten indagar en relación al tono?
[BL]:Deleuze nos habla de: “repetición, repetición y diferencia”. Para mí la repetición en el poema tiene esa fuerza coreográfica del sentido que brinca y se rizoma. Esa música rítmica en que las palabras se de construyen y pierden su cáscara dura.
[AM]: “Los pájaros comen los afiches de la calle./ La montaña va saltando detrás de los autos/ como una gran ballena nevada”. En el libro prevalece una mirada que se queda sobre los eventos, hasta sobredimensionarlos. A lo que me refiero es que existe un fuerte sesgo surreal en muchos de tus versos. Lo onírico está presente, irrumpe y descoloca como una máquina de fabricar indeterminación.
[BL]:Me encanta, Augusto, que veas lo surreal como una máquina que irrumpe e indetermina. Me ayuda mucho tu visión para responderte. Yo no creo en la determinación de lo real. Uno de los versos de libro dice: “Si preguntas por la realidad, como a una hija olvidada en el supermercado, está ahí: es la medusa que flota entre lo que está sucediendo y lo que estás creyendo”.
[AM]: Como ocurre con tus poemas “Cinco huevos en la tarde” y “Estrellas y trotyl”, a menudo tus versos incluyen onomatopeyas y exclamaciones. ¿Qué resonancias buscan atravesar esas expresiones?
[BL]:A veces el poema te muerde y tu dices: ¡Ay! Simplemente eso. Las palabras no alcanzan para escuchar el poema. Su respiración, sus sonidos o sus rugidos. Sus “Mmmm…” o sus “Rufttt…”
[AM]: En algunos de tus versos utilizás el “tú”. Nunca el voseo.
[BL]:Yo hablo con tú la mayoría de las veces, por eso me es más natural escribir en tú. Es algo espontáneo. Creo que en parte se debe a que viví trece años en Latinoamérica. Me cuesta hablar de vos, tanto en lo cotidiano como en la escritura.
[AM]: “Morfina” es un poema estremecedor, porque es una voz sufrida, que se imagina, precisamente, morfina en la pulpa de las naranjas para hallar cierta tregua a su dolor. Metáforas de lado, ¿pensás que la poesía nos brinda algún tipo de aliciente?, ¿por qué?
[BL]:Creo que la poesía no nos permite aliviar el dolor, nos permite atravesarlo. No hay tregua, ni aliciente, hay coraje. Calvino, nos dice en su libro Seis propuestas para el próximo milenio, que la poesía tiene el don de la precisión. Una precisión que nos lleva con certeza a salir del mundo Cartesiano y surfear la incertidumbre sin temor. Yo creo en eso, creo en la militancia semántica del poeta. Por algo Platón, nos expulsó de la República. La poesía es subversiva.
[AM]: Por cierto, ¿creés que el poeta evoluciona en su escritura?, ¿por qué?
[BL]:Creo que el ser poeta es un oficio autopoiético. Escribir poesía es tener el vínculo con una máquina que aprende de sí misma en un proceso voraz de producción y transformación. Es un gran regalo. Estoy muy agradecida y feliz de contar con esa posibilidad de evolución.
[AM]: ¿Recordás la historia o anécdota que te llevó a escribir precisamente el poema que lleva como título: Estrellas y trotyl?
[BL]:¡Glup! Dicen que no hay preguntas incómodas sino respuestas incómodas. Espero por lo tanto no incomodar a nadie. Escribí justo ese poema cuando fue el atentado a la AMIA. Estaba enferma en mi cama y sentí la vibración de la bomba. Imaginé las cicatrices de las paredes luego del derrumbe. El silencio del después y esa mezcla de mi biografía en la que se juntan en una misma palangana roja, lo que dice el verso final: “Sin que nunca nadie nos dijera nada, esto fue así: sangre, piel, estrellas y… Trotyl”. Esta forma de poner en metáfora una situación real y concreta, también está en el poema: “Palos de Jacob” que narra una sesión de tortura de la dictadura militar, en medio de algo que parece una inocente receta de repostería.
[AM]: ¿Cuál es el sentido racional que le otorgás a la poesía?
[BL]:El sentido racional sería el de una flecha de fuego que va directo al corazón de la mente. Es deshacernos de la imagen tiempo y columpiarnos hacia esa deleuziana “imagen cristal”.
[AM]: Además de poeta, sos novelista, guionista de cine, y performer de poesía y danza Butoh. ¿Cómo sentís que estas actividades hayan influido en tu pulso escritural?
[BL]:Poeta y bailarina empezaron a estar casi unidas desde mis cuatro años. Luego a los cinco empecé a inventar obras de teatro muy abstractas y poéticas que continúe en la adolescencia y que recién entendí lo que estaba haciendo cuando leí a Artaud. Fuera del país empecé a trabajar como creativa publicitaria y ahí tuve la suerte de aprender el oficio de guionista, pero también el de dirigir y editar películas. Ese oficio, en especial el de montajista, es el que me ayudó muchísimo a pasar de poeta a novelista. Salir de la micro escala del poema y manejar en cambio estructuras grandes de macro complejidad. Con el tiempo pude pasar de una faceta a otra de manera más fluida. Aprender con humildad de cada una de ellas.
[AM]: Hay un poema que lo transcribo en su totalidad, me refiero a Alicia N.º 5: “Detrás del ropero./ A un centímetro, o a un kilometro./ Detrás o delante de cualquier cosa…// Una mujer se levanta de noche/ para ponerse perfume.// Ella es mi desafío matemático.// ¿Dónde estaré yo en ese momento?.” La tuya es una poesía muy imaginativa. ¿Qué operación estética marca el ritmo, el pulso de tu ars poética?
[BL]:La operación estética que mencionas es la del “trance”. Desde que escribo poesía, o sea desde mis cuatro años, cuando aparece el verso, cuando nace el poema, lo digo en voz alta. O sea que antes de escribirlo lo digo. Pero el idioma que uso, en estado de trance inexplicable, es un lenguaje desconocido, totalmente extraño, como si no fuese terrestre. O sea, que, al escribir luego el verso, lo que estoy haciendo es traducir del lenguaje E.T. al español. Muy loco ¿no?
[AM]: Leo los siguientes versos, de “Avispa”: “¿Quién dijo que yo no fui,/ que no he sido, que no he estado ahí?”. ¿La poesía es un despertar hacia otro grado de lucidez?,
[BL]: Sí. Definitivamente hay un estado de lucidez. Una tensión en diagonal que se anima a pulsar otra forma de ver.
[AM]: ¿Por qué?
[BL]: Quizás porque esta exploración lúcida que hace la poesía, la hace desde el inconsciente poético. Y el inconsciente es sabio.
[AM]: Según tu criterio, Blanca: un buen poema, en general, ¿qué tiene que generar al leerlo?
[BL]:Quizás un buen poema genere una epifanía. Una huella mnémica que nos afecta para siempre a nuestro cuerpo sin órganos. Me gustaría en ese sentido unirme al deseo de Antonin Artaud: “Yo quisiera hacer un Libro que transforme a los hombres, que sea como una puerta abierta que los conduzca donde ellos no habrían jamás consentido llegar, simplemente una puerta enfrentada a la realidad”.
[AM]: Mirando hacia atrás en el tiempo y haciendo un balance. ¿Podés reconocer algunos autores que gravitaron en tu formación poética?
[BL]:Amo a muchos poetas, pero quizás que me hayan gravitado en mi formación, serían: Antonin Artaud, T. S. Eliot, e. e. Cummings, Luis Alberto Spinetta, Wislawa Szymborska, César Vallejo, Pedro Salinas, Yves Bonnefoy… También me han marcado mucho autores del área de la ciencia, es especial los físicos cuánticos como: David Bohm, Fritjof Capra, John P.Briggs y F. David Peat.
[AM]: ¿Cuáles son tus próximos proyectos relacionados a la poesía?
[BL]:Estoy ahora con dos almácigos en paralelo. Un libro de poemas y una nueva novela, que no puedo dejar de verla como poesía, al igual que mis otras tres novelas que usan a la trama como una excusa para montar una macro metáfora mucho más aguda que lo aparente en el argumento.
[AM]: Por último. Cuatro palabras que ayuden a definir a Blanca Lema.
[BL]:Para Blanca Lema escritora, quizás serían: Indefinible. Inatrapable. Ingenua. Mortal.