Vallejo & Co. trae al público el texto de Luis Verdejo para la presentación del poemario La lengua del Sueño (2024), de Bruno Madrazo.
Por Luis Verdejo*
Crédito de la foto Ed. Pareidolia Records
La lengua del Sueño o de cómo ataca el poema a la realidad
El libro de poemas la Lengua del sueño (2024) de Bruno Madrazo**, escrito a lo largo de más de 15 años, (Paciencia es todo, diríamos, con Rilke y con Bruno), después de haber publicado el libro de poemas, El sueño de la lengua, en 2010, está compuesto por un conjunto de poemas en prosa, no al estilo de los Pequeños poemas en prosa de Baudelaire, la mayoría de los cuales giran alrededor de anécdotas, sino al de poetas como EA Westphalen de Las máximas y mínimas de Sapiencia pedestre, por la extensión de los textos y la condensación poética o como los poemas de Carlos Cociña, en el libro A veces cubierto por las aguas, sobre todo porque los poemas de Cociña se nutren de distintas disciplinas del conocimiento, aunque el lenguaje y tono tanto de Westphalen como el de Cociña son muy diferentes entre sí, y también divergen del tono en los poemas de Bruno.
Por otra parte, junto a estos textos cortos, conviven textos narrativos, cuentos cortos, una especie de fábula inventada, poemas largos, como el Río Quetzalcoatlco, de 22 páginas, poema que recoge y hace un recuento de los orígenes geográficos e históricos prehispánicos, coloniales, actuales y aún familiares relacionados con el río, (la llegada del Tatarabuelo de Bruno de Santander a los “márgenes del Coatzacoalcos”), introduciendo una nota de denuncia sobre el ecocidio y etnocidio que resultó “la construcción de la Presa Cerro de oro en la Chinanta, Oaxaca”, por parte del gobierno federal en 1972, (poema que dialoga con El Gauleguay de J. L. Ortiz, o con el poema Los ríos de Ungaretti), y otros poemas largos, por ejemplo un Cuaderno a la Baja, donde la voz de Bruno, poética, que se embriaga con la vegetación, el clima, la atmósfera del desierto de Baja California, se entreteje con una nota del periódico de un muchacho italiano desparecido en Cataviña, B. C., con un epígrafe de Digna Ochoa que dice: “En México denunciar es exponerse a que te maten”.
También, entonces, este libro de poemas, es un libro de denuncia, de denuncia sobre lo que les pasó a las culturas originarias, a los planes erráticos políticos y de infraestructura de los gobiernos mexicanos a lo largo de décadas, como de denuncia a un cierto estado de cultura en la que vivimos inmersos en nuestro país.
En el libro de Madrazo encontramos una mezcla de distintos registros lingüísticos: por un lado, tenemos el propiamente poético. Por ejemplo, la utilización de adjetivos sonoros constantes en el comienzo del poema XVII: “Jugoso espeso florido palpitante”, sin el uso de un sustantivo), o también en el poema XI: “reflejos dorados cobrizos de cítricos o de corolas olorosas).
Otro registro en el libro es el coloquial, utilizando diminutivos: cito: “Veo la mostacita silvestre”, o uno coloquial narrativo: “El chiste es que el accidente automovilístico contra un caballo muerto en la carretera que viene de San Luis Potosí y va hacia Matehuala lo había causado… vaya usted a saber qué…”.
Otro registro es aquel que tiene un aire, tono o aroma de poema antiguo, un registro elegíaco, prehispánico, (los incas son recurrentes en los poemas, pero también culturas menos conocidas o referenciadas o aún reverenciadas como los Kiliwas, los Seris, los Cochimíes, los Siux, etc.) registro elegíaco, decíamos, en los que la pérdida de un lugar sagrado se rememora:
Cito: “La piedra alta grita… Kuélap… pero se pierde en el aire del silencio blanco.
La sacha oscura murmura”.
Y aún otro registro sería un tono que toca en algunos momentos lo humorístico. Cito:
El cuervo está aprendiendo: “ar…ar…ar…”. El perro repite a su vez: “arf… arf… arf…” El hombre pronuncia como el perro y el cuervo, amén de otras letras. La situación es parecida en general y, es que, todo está aprendiendo a hablar.
Estos registros, conviven con un registro culto, técnico, diremos, utilizando palabras de diversas disciplinas del conocimiento, por ejemplo, de la filosofía y la psicología: cito: “En el extremo de esa enorme Ley enantiodrómica, Yolotzin, no puede estirar la mano hacia la orilla opuesta y comer.” O de la geografía, cito: “Uno percibe 360º los conglomerados de granito intrusivo, como huevos de reptiles, amarillentos, como si ellos mismos fueran las espinas de un cardón inmenso, la península.”
Y dentro también de este registro culto, debemos mencionar el interés de Bruno por las matemáticas y sobre todo la Lógica, ya que Bruno estudio una maestría en Lógica. Lo interesante de la Lógica es que Bruno trastoca, o utiliza, en ciertos poemas, la metodología, diremos, de las proposiciones lógicas, para convertir, un cierto contenido en un poema. ¿Cómo inyectarle calor al lenguaje utilizado en la lógica para convertirlo en poema?, sería la apuesta y la estrategia que Bruno utiliza y logra.
Hay poemas en que el juego formal en la página es múltiple: poemas escritos en prosa, poemas con la forma pegada a la izquierda de la página, con varias palabras o con una sola palabra, poemas escalonados, como el Canto rodado o Estancias estaciones, (que podrían ser un homenaje a algunos de los poemas escalonados de Hugo Gola, por ejemplo, Variaciones), o poemas de dos columnas en la misma página.
También entran de manera natural algunas citas o referencias de sucesos históricos, de oriente, del mundo prehispánico, de la colonia, de China y Japón, al igual que referencias específicas a la actualidad mexicana, al sur del país, (la zona olmeca, de donde Bruno es originario, de la ciudad de México, donde Bruno estudió y del norte de país, donde actualmente vive, desde hace muchos años, algunas referencias tomadas directamente de Periódicos o noticias, que también Bruno trastoca para convertirlas en poemas.
El libro, si pudiéramos abarcarlo en pocas palabras, diríamos, que está fermentado, construido desde la sorpresa. La primera sorpresa sería la del mismo poeta que escribe sus textos, a partir de materiales diversos y la segunda, la del lector. De esta segunda, hablaré.
Al comenzar y avanzar en la lectura de la serie de poemas titulados “Escritos en el Norte”, el lector, sorprendido, no puede sino preguntarse, por la variedad de referentes y de registros lingüísticos, como dijimos antes, a partir de los cuales Bruno escribe sus poemas: ¿ahora qué tipo de poema sigue?, ¿desde dónde “atacará”, el poeta Bruno Madrazo a la realidad? (porque eso es lo que hace Bruno, atacar a la realidad), y nosotros, lectores, dentro de ella, no podemos sino estar a la expectativa, de cómo la atacará, después de cada poema leído.
Como si el libro fuera un crisol en donde cada poema encuentra su lugar (extraño, pero preciso, como en un montaje cinematográfico), encuentra su lugar recibiendo materiales diversos a alta temperatura. Bruno pasa de un poema que dialoga y toma como epígrafe un dicho Sufi, a una cita de EAW, a otro donde se hace referencia a un libro de biogenética y a un cuestionamiento sobre la supremacía de una raza sobre las demás y después pasa a otro poema donde el poeta, Bruno, se embriaga con el olor de un floripondio (que atrae, no sólo a una serie de insectos sino también a animales míticos de culturas prehispánicas) y posteriormente pasa a otro poema que se centra en una frase lapidante de los navajo. Cito: “El pasado está frente a nosotros como una calle y estamos de espaldas, si no al presente, sí a lo que pasa y su futuro”). Y de este poema sigue otro donde se hace referencia a los deseos filantrópicos y artísticos de Tu Fu, poeta chino de la Dinastía Táng, lecturas de este poeta, que al igual que Li Po, Wang Wei, etc., han acompañado a Bruno a lo largo de muchos años.
Sin embargo, no podemos decir que este crisol, que es el libro La lengua del sueño, este recipiente que es capaz de soportar elementos a altas temperaturas, es un libro ecléctico.
O diremos que es ecléctico sólo en la variedad y cantidad de tradiciones, no sólo literarias, como dijimos, pero que no es ecléctico en cuanto a las leyes formales que rigen los poemas, ya que en ellos encontramos “una coherencia interna”, que transforma todos los materiales que toca o de los que se alimenta, en una ley formal propia. Como dice Juan José Saer hablando del pintor argentino Fernando Espino:
el enigma del estilo no se sustenta en el cálculo pedante y laborioso, sino en el gesto intrasferible que cada artista ejecuta aun sin proponérselo y hasta a pesar suyo, con la totalidad de su ser.
Por otra parte, Hugo Gola, también hablando del pintor Fernando Espino dice:
Un tercer rasgo de la pintura de Espino, es el carácter abierto de su pintura, abierto a todas las influencias, no sólo de las artes primitivas, sino a la vanguardia contemporánea… Porque lo que hay que decir inmediatamente es que Espino nunca imitó nada, sino que absorbió y digirió tan completamente las influencias, que las convertía completamente en Espinos. A esto le llamo yo una originalidad abierta.
Podríamos decir, entonces, con las dos citas anteriores, que lo ecléctico en el libro La lengua del sueño radica en los lugares y tradiciones e influencias de pensamiento (todas las referencias antes mencionadas) que Bruno absorbe para convertir todo ese material en poemas personales, en Brunos Madrazos a partir del uso de un lenguaje personal, de una propia ley formal que rige sus poemas y que conforman su estilo, realizado a partir de “un gesto intransferible que ejecuta aun sin proponérselo, y hasta a pesar suyo, con la totalidad de su ser”, como dijo Saer. De esta manera, los poemas de La lengua del sueño, están construidos a partir de una originalidad abierta, como decía Gola.
Analizaré dos poemas. Leo el «poema XII»
¿Qué querría Tu Fu? tal vez, acaso, un simple cuaderno, ya que su “sueño lejano y bello” como reza una canción de “ayudar al pueblo como consejero del emperador” se había ido a la parte más sola de la noche…
Tal vez querría en su exilio a su familia, también, y si no había qué comer, comer, y si había guerra, paz, un cuadernillo y tinta.
La poesía china, el poeta chino, como modelo, modelo de comportamiento y de artista, Tu Fu, desde hace más 30 años, sigue siendo fundamental en la visión de la vida que tiene Bruno.
Este poema es clave, quizás porque ese exilio de la palabra, estar alejado de ella y retornar a ella, es equivalente al exilio del poeta en una tierra que no es la suya: el norte del país. Aunque diremos que el norte, a Bruno, le ha dado otro entendimiento tanto de la palabra, como de la pregunta difícil de Rimbaud, que sigue incidiendo, desde largos años en él, en nosotros: Hay que cambiar la vida, pero ¿Cómo vivir?, o, ¿qué vida cambiar?, diríamos nosotros.
Del poema de Tu Fu, se rescatan por supuesto, los siguientes elementos: el ayudar al pueblo,
la lucha por el sustento cotidiano, el deseo de paz, y por último un cuadernillo y tinta para poder, como Kamo no Chomei, poeta japonés del siglo XII, registrar los acontecimientos que le tocó vivir.
Quizás el afán de enseñar, el afán constante de Bruno de conversar y contar historias para reactualizar los conocimientos de otros tiempos, es algo que le interesa a él desde que comenzó a leer y a escribir como una pasión constante vital.
Después de leer este poema de Bruno, pensé en el I Ching, cuando se señala en el Hexagrama 26: La fuerza domesticadora de lo Grande, lo siguiente
En las palabras y en los hechos del pasado se esconde un tesoro oculto que puede ser utilizado para lograr la afirmación y el acrecentamiento del propio carácter. He ahí la recta manera de estudiar: la que no se limita al saber histórico, sino que transforma lo histórico en actualidad, mediante la aplicación de ese saber.
Un poema clave en este libro, también, es el dedicado a Javier del Cueto, llamado Asco y horror, poema polivalente, que reflexiona, que gira alrededor de caballos, (y al pasado y al presente, y al paso del tiempo) y que en un punto intercambia caballos por autos, este poema me deja perplejo, en su desarrollo. Como si lo anacrónico de un asunto (la fascinación, horror y asco que sintió Atahualpa al ver a esos animales adiestrados, los caballos) se reactualizara, se viera con nuevos ojos o se tuviera que volver a reflexionar sobre la Historia, sobre la Conquista.
Muy probablemente Bruno escribió este poema en el Valle de Guadalupe, ya que existe esta referencia indirecta tanto al paisaje, como a la profesión de Bruno, que es aparte de poeta, Enólogo: Ahora aire con graznidos y olor a vino muerto, y también por la palabra aparkados (con K), palabra utilizada en el norte del país, mexicanización o norteñización, diríamos, de parking: estacionamiento.
Leo el poema completo. El poema está lleno de tres puntos suspensivos, por lo tanto, los señalaré para que no pasen desapercibidos en la lectura.
XIII.
Asco y horror
a Javier del Cueto
La ciudad es un estacionamiento… de caballos.
No era así antes, desde que me vine a vivir -de nuevo- a aquí se llenó de ellos…
Antes había: paisaje, niños jugando en la calle, y de pronto, pasaban galopando… después el juego continuaba.
Ahora aire con graznidos y olor a vino muerto.
Están aparkados como ejército de barbudos caballos que han venido y se habían ido y han vuelto otra vez.
Pero eso no es todo el Mundo… es la Historia.
La Historia es el estacionamiento de caballos… falsos como el de Troya o Reforma, o con carne hierro y razón como el tártaro sumerio hitita español Ford u otra marca cualquiera.
El otro día hubo un desfile. Celebraban… caballos. Pasaron justo frente a mí y pude entender lo que sintió la rosa de Atahualpa babeada por la espuma del caballo del conquistador.
De qué habla el poema… si es que los poemas hablan. Se notan interrupciones, traslape de tiempos y de contextos distintos, La Grecia antigua (el caballo de Troya, México en la actualidad (la Avenida Reforma con La estatua ecuestre de Carlos IV, El caballito y El caballito de Sebastián, y al final del poema, la relación de El inca Atahualpa con los conquistadores españoles, los hermanos Pizarro. Empecé, buscando la referencia que se hace en el poema de Bruno del inca Atahualpa
El otro día hubo un desfile. Celebraban… caballos. Pasaron justo frente a mí y pude entender lo que sintió la rosa de Atahualpa babeada por la espuma del caballo del conquistador.
Encontré una carta de Pizarro y referencias de Jorge de Betanzos (nacido en Cusco en 1510, que murió en 1576) en su Suma y narración de los Incas y en un texto escrito por la especialista en estudios coloniales Beatriz Carolina Peña, sobre los acontecimientos que sucedieron entre los conquistadores y Atabalipa, como le llama Hernando de Pizarro a Atahualpa. Lo interesante en dicha carta, es la constante referencia a los caballos y jinetes. De la carta, extraigo algunas menciones referidas a los mismos
1) Francisco Pizarro envía en principio “un capitán con quince de a caballo a hablar a Atabalipa”
2) Seleccionaron a los quince mejores jinetes para que se presentaran ante el soberano autóctono.
3) Le comunicó a Pizarro su preocupación de que estos pudieran recibir daño y disminuyeran con su pérdida los “sesenta de a caballo que tenía”.
4) . El gobernador, “mandó que yo fuese con otros veinte de a caballo”
Otro testigo ocular de los hechos, narra:
Llegados al dicho pueblo, sin que nadie se apease, se bajara del caballo, se acordó que Hernando Pizarro, su hermano, con hasta treinta de a caballo fuera…
En el libro La coquisista del Perú, llamada la Nueva Castilla otro testigo anónimo, señala: “El señor Pizarro de Soto pidió licencia al señor Gobernador, que los dejase ir, con cinco o seis de caballo para hablar con el cacique Atabalipa”
Y, por último, esta cita, que quizás no fue la que detonó el poema de Bruno, pero sí es la misma escena narrada en el poema de Madrazo:
“Soto toma la iniciativa de ofrecerle al Inca Atahualpa una exhibición de las habilidades de su caballo ponedor —es decir, “adiestrado para levantar las patas delanteras y sostenerse sobre las traseras”—, y que el monarca aceptó:
[…] un capitán, Hernando de Soto llevaba un caballejo ponedor y preguntóle si quería que lo corriese por aquel patio, y él (Atahualpa) hizo señas que sí; y así escaramuzó por allí, con buena gracia un poco. El caballejo era animoso, echaba mucha espuma de la boca, de lo cual, de ver la presteza con que se revolvía, él (Atahualpa) se maravilló, aunque más admiración tuvo la gente común entre sí, había gran murmullo; y un escuadrón de gente, viendo venir el caballo para sí se retrujo hacia atrás; lo cual, los que lo hicieron pagaron aquella noche con las vidas; porque Atabalica los mandó matar, porque habían mostrado temor.
Regresando al poema de Bruno, podemos decir, preguntarnos, ese acicate que resultó, al unir o montar, cinematográficamente, la observación de los caballos, en la actualidad (transformados por un momento en autos), relacionándolos con el horror y el asco, diría Bruno, que Atahualpa sintó ante la demostración espectacular de los caballos adiestrados de los conquistadores, “caballos como armas animales”, diríamos.
Por último, no puedo dejar de referirme, como admirador de la pintura de Bram van Velde, al libro que Hugo Gola tradujo, Encuentros con Bram van Velde de Charles Juliet.
Juliet escribe:
Era la primera vez que venía a visitar (a Bram van Velde) en Ginebra. Subimos a nuestro coche y en el lugar del paseo Bram advirtió la presencia de un caballo.
Volviéndose hacia mí y con la alegría de un niño extasiado exclamó:
Caballo… caballo… caballo… No cesaba de repetir, señalándomelo con el dedo.
Hasta aquí la cita. Esta pequeña investigación que realicé podría realizarse con muchos poemas de este libro, yendo, buscando en sus orígenes, preguntándonos el por qué específicamente escogió Bruno alguna cita o cierto suceso histórico o aún, cómo utiliza el lenguaje Bruno para construir un poema a partir del diálogo con distintos textos. Por supuesto, me faltaron elementos de los cuales hablar: por ejemplo, el humor en los poemas de Bruno, un humor constante, con distintos matices. Este elemento lo tendrá que encontrar el lector que compre este libro hoy.
Sólo resta decir que la aparición La lengua del sueño de Bruno Madrazo es un acontecimiento que hay que celebrar de la manera más concreta: leyéndolo, gozándolo.
*(Tijuana-México, 1967). Pintor, escultor y poeta. Ha publicado en poesía Poemas de la mano izquierda (2008), Los poemas de la musa negra (2016) y El ojo de Chile (2020).
**(Coatzacoalcos-México, 1971). Poeta y enólogo. Licenciado en Literatura Latinoamericana por la Universidad Iberoamericana (México) y magíster en Filosofía por la Universidad Veracruzana (México). Además, estudió la Especialidad en Enología y Viticultura en la Universidad Autónoma de Baja California (México). Es fundador de la vinícola Diosa Vid. (2005). Ha publicado en poesía El sueño de la lengua (2010) y Lengua del sueño (2024).