Poemas por Elvira Roca Rey*
Nota por Yulino Dávila**
Crédito de la foto la autora
La desconocida que nos habita
Dada la dificultad de encontrarnos con los libros de Elvira Roca Rey, debemos confesar que es una suerte para el lector tener la posibilidad y el privilegio de disfrutar de estos frutos extraños, llenos de sabores imperecederos y tonos que reverdecen el otoño y fracturan de luminosidad y calor la fría sombra de lo desconocido. Ella misma como persona es una singularidad que se puede ficcionar de forma poliédrica, y sin embargo, nos deja los rastros de su hondura entrañable que tiñe de amistad. Causa extrañeza que con una sólida visión en su quehacer poético, siempre ha dejado en segundo plano su potente manera de abordar la poesía propia para dejar paso y apoyo a la de su compañero de toda la vida, el poeta Walter Curonisy. Ella, tan preocupada por la obra de su compañero, ralentizaba la suya, y sin embargo, su voz propia –soterrada– discurría con sigilo y seguridad. Su poesía no avanzaba a la sombra de la obra de su compañero, porque se daba en un cosmos paralelo, al que ella se encargaba de no darle la debida resonancia, pero una vez que se conoce su magma poético, nos damos cuenta que no hay ninguna deuda, ni yuxtaposiciones. Elvira Roca Rey brilla con su sonido propio e ilumina con su tono esos espacios desconocidos de lo cotidiano. Ella maneja una poesía que arriesga desde una praxis heterodoxa y compromete su condición de mujer verso a verso, con mirada lúcida tanto como madura. No juega a trascender y sin embargo lo logra de párrafo a verso.
No tiene el afán dislocado de figurar en canon alguno como muchos jóvenes, y esto hace que su manejo del lenguaje vaya a la par con su ética en el vivir la realidad. No busca la palabra complaciente ni la imagen fácil para encandilar incautos, sino la robustez recia que da la experiencia, elevando su discurso hasta mostrarnos la insensatez del ser humano. Lo absurdo que teje la existencia lo señala sin reparo, posándose sobre nuestras noticias como una zarpa que verifica los interiores que pasamos por alto. Una ontología doméstica hecha verso que nos desnuda sin concesiones.
El crítico Ricardo González Vigil, dice al respecto de la obra de Elvira R. R.
«Desde el título luce un lenguaje cernido, rico en matices expresivos y niveles de significación, capaz de abrirse al mundo externo y abrirnos al mundo interno de una sensibilidad de hondas vibraciones existenciales y referencias culturales.»
Descubramos pues la poética de Elvira Roca Rey
5 poemas de Elvira Roca Rey
***
El esqueleto del cormorán
flotando en la ola negra.
Las olas lamen la orilla con mansedumbre
hoy han despertado humildes, pequeñitas
apenas si se oye un murmullo de guijarros que se arrastran.
Desde el horizonte viene volando hacia nosotros
un escuadrón bien ordenado de pelícanos.
El generoso mar depredado por las cuatro edades del hombre
ya no puede ofrecer más que un puñado de algas.
Dos mujeres chimús hundidas hasta la cintura
luchando contra la marea, recogiendo mococho
sin comprender lo que están cometiendo
apresan a un pelícano que empieza a agonizar
pretenden comerse a su progenitor
piensan prepararlo en una olla
riendo como ríe la soldadesca
han logrado capturar al pariente más cercano
las alas de plata abiertas en cruz
el largo cuello ondulante llamándome
defendiéndose en los últimos estertores con dolor
enterrando el humillado pico a cada paso
alejándose entre vasitos descartables
tratando de zafarse picoteándolas
dejando testimonio de su martirio sobre la arena
chillando se lo llevaron arrastrado por las alas
reclamando su derecho a morir junto al mar.
De la 1era parte, TUP GUAXME = Caballito de totora, en lengua Chimú.
***
Me levanté para orinar en el jardín
cuando vi la noche tan cuajada de estrellas
me quedé iluminada cual una luciérnaga
no debí nunca moverme de aquel centímetro de tierra
donde se posaron mis azules patas
donde mi orina fluía armoniosa
silbo dorado sobre el pasto
en la noche embalsamada de floripondios
las blancas campánulas cayendo en cascada cerca de mi cuello
su ardoroso perfume perturbando mis sentidos
y una viuda negra tejiendo sigilosa la trama de nuestro destino
deslizándose por las constelaciones
entre las ramas del sueño.
***
Dormirse prendada de la noche
dando vueltas por la cama como el pez en la mar
arroparse con la espuma buscando tu presencia
desmadejarse en sueños
acunarse con palabras disonantes
obsesionarse con los cometas fugaces
entregarse sólo a pasiones imposibles.
Mientras yo inocente dormía
mi cabeza insensata de cuajo se separó de mi cuerpo
y volando por los aires se fue a través del arenal
con los ojos cerrados a beber en el puquio
al manantial que guarda tu imagen
hasta allí fue a saciar su sed.”
De la 2da parte, LA LECHUZA EN EL CACTUS / La temática gira en torno a su relación de pareja.
***
Preparando el chupe del almuerzo:
pelo las alverjas uniformadas
como los cachacos que dominan el pueblo
desde la cima del barranco,
corto la zanahoria
la mentirosa nariz del comandante en jefe,
echo la langosta en la cazuela
su grito asciende desde el infierno de algún calabozo,
tuesto cancha en mi cayana
bombas reventando contra la bóveda insensible,
le quito la corteza a la yuca
el cabello hirsuto la nuca chata del alférez,
le arranco las patas al cangrejo
con la heroicidad de un combatiente,
trituro escabeche en mi batán
con el ritmo de marcha de un ejército
pisoteando los pastizales,
rompo el cascarón del huevo
el sol flamante de su yema mirándome
desde el centro del universo,
al despedazar el mero constato compungida
la división de un imperio,
pico la cebolla con inocente devoción
lágrimas saladas de vida
cayendo dentro de la sopa,
y cuanta mayor cantidad de leche candorosa
pueda verter en ésta
y cuanto más clamor le agregue y más pasión le añada
y cuanta mayor fuerza cobre la mano que maneja el cucharón
más recio y más sabroso será mi popular puchero criollo.
De la 3ª parte, “Ana Candela”, la autora entrampada en su cuotidiana labor de hostelera.
(De El último del fin)
01 de agosto
He dejado largo rato correr la vida, correr el agua, que caiga con fuerza sobre mi nuca, hasta que al fin el llanto ha brotado liberado bajo la regadera, cayendo en picada, verticalmente tres mil metros desde Huamachuco sobre el nivel del mal. Nitroglicerina pura en verso libre, en caída libre, mi ansiedad en este mismo instante acaba de desencadenar una lluvia torrencial sobre la playa de Huanchaco.
Lo sé, puedo sentirlo. A causa de mi abandono, reunidas en la orilla a la manera de un coro griego, aúllan las negras piedras. Esas hijas de Océano sí me extrañan, por causa de mi cobarde huida las olas se ahogan en bramidos.
Desde las anchas hojas de las palmeras doblegadas por el viento resbalan mis lágrimas. Mi llanto inútil derramado sobre una vida anclada en el abismo se diluye bajo el chorro vital de la ducha, se pierde en el hueco del desaguadero, desde las alturas esteparias de los Andes va a caer sobre el tejado de una habitación al fondo del patio de nuestra casa frente al mar. Mi llanto como chorro rabioso con fuerza hidroeléctrica de tres mil metros golpea sobre el techo donde mis gatos guarecidos en la tormenta, con sus ojos enlagunados contemplan el vacío que he dejado.
***
Grandiosas alas blancas, con majestuoso vuelo la lechuza ha pasado casi rozándonos y ha ido a posarse sobre la palizada. Solitario el camino bajo la noche espumosa de estrellas, y sin embargo…en una fracción incomprensible ha despertado el día con las voces de los negros estorninos. ¡He aquí el numen de toda existencia revoloteando alborotado por la playa vacía! Los pescadores en sus caballitos tiran de las redes pacientemente, y sin embargo…en un fragmento indescifrable el tiempo ha cruzado sobre sus cabezas.
Raudo, herético, el jet remonta el cielo sobre los verdes totorales, hoy domingo, repletos de basura. Gigantescas botellas de cerveza ondeando como infladas banderas de la zafiedad sobre la playa. El enjambre de la estulticia mancillando la mar. Camionetas de colores chillones como brontosaurios sobre ruedas corriendo a toda velocidad, adentro una tribu apiñada brama su estridente música monstruosa. Ambulantes sonorizados, bocinas y sirenas, desde el megáfono nos anuncian que el alcalde inaugura “el festival del progreso”, nos invitan al izamiento de la bandera arriba en la iglesia.
Ese energúmeno alterado al que afectuosamente llamamos “modernidad”, ese aborto contra natura, esa almorrana tumorosa irreversible, ese engendro grotesco, ¡ese avatar de arpía!
(De Diario del asombro)
*(Lima-Perú, 1950). Poeta, novelista, columnista, políglota y viajera empedernida. Estudió en Bellas Artes en Lausanne. Junto a su compañero, el poeta Walter Curonisy, formó parte de un grupo de teatro experimental en Barcelona y Madrid hasta que en 1976 regresan al Perú donde construyen un hostal en la playa de Huanchaco. Convertido en un Centro Cultural, durante 30 años ambos promovieron y organizaron allí encuentros literarios, festivales de teatro y exposiciones. En el 2009 se mudaron a Marrakech (Marruecos) donde abrieron el Centro Cultural Córdoba. En la actualidad reside en Atenas (Grecia). Ha publicado en poesía El último del fin (1988) y en prosa Diario del asombro (2008).
**(Perú, 1952). Estudió Psicología Social en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y se inició en la poesía a finales de los años 60. Miembro histórico del Movimiento Hora Zero. Viajó a Europa en 1977. Colaboró con la Editorial Banda de Moebius durante su estancia en Madrid. Vive actualmente en Barcelona. Ejerció como lector de la Editorial Planeta y lo dejó por salud mental. Ha trabajado largo tiempo como bibliotecario del Instituto de Estudios Norteamericanos. Actualmente está abocado a tiempo completo en su labor poética y plástica, además colabora como crítico literario para diversos medios de información de España y Latinoamérica. Da clases de iniciación al arte culinario y tiene una exposición permanente en su Factoría√-1. Ha publicado en poesía El tratante (1995), Hebras de Malasaña (1998), Monasterio de palabras (2009), Fusión (2010), Tálamo y Escalpelo (2013), Sin ambages (2015).