La belleza de la derrota: «Oscuro vuelo» (2022), de César Rodríguez de Sepúlveda

 

Por Marina Casado*

Crédito de la foto (izq.) www.flickr.com/photos/casamerica

(der.) BajAmar Eds. 

 

 

La belleza de la derrota: Oscuro vuelo (2022),

 de César Rodríguez de Sepúlveda

 

 

Sigo la trayectoria literaria de César Rodríguez de Sepúlveda desde su primer poemario, Luz del instante (2020), al que le sucedió Noticia del asedio (2021). Ambos demuestran su madurez poética, un absoluto dominio del ritmo y la configuración de imágenes sorprendentes. En ellos, el autor enarbola orgullosamente la bandera de sus referentes en forma de citas que encajan con naturalidad en sus obras, porque son un reflejo auténtico del inmenso fondo de armario que posee César, en cuanto a cultura, en todas sus facetas: literatura, cine, música, pintura…

Este año ve la luz su tercer poemario en la editorial asturiana BajAmar: Oscuro vuelo. Una bellísima sorpresa que se coloca, en mi humilde opinión, a la cabeza de sus obras, y que abre con el poema que da título al libro, plagado de estorninos que vuelan en sombra: “negras constelaciones”, “contornos de imaginados monstruos”, “coreografía de músculos y alas”… Las metáforas iluminan toda la obra. Constituyen uno de los rasgos más definitorios del poeta y brillan en medio un panorama nacional que se caracteriza por la sobriedad. ¿Por qué tantos poetas contemporáneos temen las metáforas, las imágenes? César sigue su propio camino, sin dejarse llevar por modas o tendencias, cuidando de la lírica, mimando el ritmo y dibujando su propia melodía, que se sublima en los dos sonetos existentes en Oscuro vuelo.

 

 

En este nuevo libro encontramos una serie de poemas dedicados a obras pictóricas de Fernando Zóbel, Piet Mondrian, Jackson Pollock… También el séptimo arte tiene cabida en el poema “Vivir para ver”: “Aquel que, herido por la luz del cine,/ Curar su herida ha de intentar en vano”. En la poética de César Rodríguez de Sepúlveda, todas las facetas del arte se combinan, atraviesan, influyen. Se traspasan las murallas infranqueables de la literatura. Y temáticamente, bebe de la mitología; de varias mitologías: la griega —con Apolo y Marsias, Acteón, Paris, Ítaca…—, la bíblica —Luzbel, Yahvé, Lot…—; incluso la bretona, pues Excalibur y Arturo también pasean por estas páginas. De hecho, llega a identificarse con el mítico rey en el que, a mi parecer, es el mejor poema de la obra: “Soliloquio en la niebla”. Se identifica, precisamente, por la derrota, por la vulnerabilidad ante el olvido: “O acaso no son nada. Invención de juglares/ para acortar las noches larguísimas de invierno./ ¿Arturo fue? ¿Yo fui?/ ¿Fue Camelot?”, “Nadie recordará tan insensata/ retahíla/ de amores y batallas./ Fracasaste, Merlín./ Todo esto es olvido. Eres niebla. No existes”.

 

El poeta César Rodríguez de Sepúlveda

 

Pero hay belleza en la derrota. En ese hermoso Luzbel que desafió a Dios, en la Sherezade que se vendía cada noche para salvar la propia vida, en el “falso comienzo” de un poema truncado o en el solsticio, porque “El Sol, que no recuerda que ha muerto ya más veces,/ mortecino en noviembre se asoma entre la niebla”. Incluso en Lázaro cuando regresa de la muerte. La muerte, ese dentista que acaba llamando a todas las criaturas a su consulta, el monstruo que rapta a los niños. Sin embargo, el fantasma del niño poeta sigue vivo en la “Memoria de los ríos”, en el adolescente triste o en el Nautilus, que es símbolo de la aventura.

Sí, hay belleza en la derrota. Y una hermosa fragilidad con aura de cristal a punto de romperse. Criaturas muy vivas a causa de sus pasiones, elegancia azul de épocas pasadas, plasticidad, sueño y vigilia… Todo esto lo encontramos en Oscuro vuelo, el nuevo poemario de César Rodríguez de Sepúlveda. 

 

 

 

 

 

*(Madrid-España, 1989). Poeta y ensayista. Periodista por la Universidad Carlos III de Madrid (España) y doctora en Literatura Española. Profesora de Lengua castellana y Literatura en la Comunidad de Madrid y colaboradora habitual en El País con reportajes sobre el Madrid literario e histórico. Ha obtenido el Premio Carmen Conde, el I Premio del VII Certamen de Poesía Rafael Morales y el Primer Premio del Certamen de Relato por el XX Aniversario de la UC3M (Universidad Carlos III de Madrid), el Primer Premio del VI Certamen Literario Ser Madrid Sur y el del XV Certamen de Relato Corto Eugenio Carbajal, así como ha sido finalista del Premio Adonáis de Poesía en 2018, 2019 y 2020. Ha publicado en poesía Los Despertares (2014), Mi nombre de agua (2016), De las horas sin sol (2019) y Este mar al final de los espejos (2020); y en ensayo El barco de cristal. Referencias literarias en el pop-rock (2014) y La nostalgia inseparable de Rafael Alberti. oscuridad y exilio íntimo en su obra (2017).

 

 

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