Vallejo & Co. reproduce en homenaje a los 90 años de la publicación de Tempestad en los Andes (1927) de Luis E. Valcárcel, la reseña que publicó sobre la misma el reconocido Gamaliel Churata, y que originalmente fue publicada en Boletín Titikaka, N° 18, Puno, en enero de 1928. Y recogida en Gamaliel Churata. Textos esenciales (2017), de Wilmer Kutipa Luque, a quien agradecemos por la misma.
Por Gamaliel Churata*
Crédito de la foto (Izq.) Ed. Amauta – Archivo Mario Pera/
(Der.) www.wperezruiz.blogspot.pe
Gamaliel Churata sobre Tempestad en los Andes (1927),
de Luis E. Valcárcel
He aquí un libro sonoro por su vasta percusión y de combate por su actitud agresiva en él se habla de migraciones de cultura y de la reviviscencia del apu cultural –se examina la raíz intelectual del andinismo y se establece la existencia de un nuevo ciclo de humanidad –nada se dice en cambio de formas meramente inkaicas de esa cultura puesto que se refiere a fenómenos geológicos, lo que ya establece una aceptación previa del “imperio de la naturaleza” –este libro de Valcárcel viene tras de otros –tembloroso por su ambiente cíclico: “La vida inkaica”; rico, de original interpretación: “Del ayllu al imperio”, viene tras ellos y los concreta –la actividad rectilínea de un joven profesor enriquecida por el más pulcro esteticismo hace síntesis y se trueca en fórmula en esta Tempestad en los Andes; no encontramos ya al catedrático erudito ni al poeta teogónico que conocíamos, se fragua un nuevo tipo de hombre, acaso el poeta y el organizador se unen para darle forma de vaticinio y de compendio económico, una penetrante visualidad abarca el más estupendo teatro cuando extrae de sus observaciones la evidencia de una tempestad que fermenta en los andes, los documentos de su arquitectura son simples y están a la vista, los ha visto principalmente en Puno –el indio profesor, el karabotas, el indio apóstol, el revolucionario, el obrerista, etc.– y eso no es literatura ni producto de una imaginación fácilmente impresionable, esa tempestad puede constatarse a poco de seriedad en la atingencia; el indio evangelista o más propiamente el estado social evangelista de la indiada kolla no es literatura ni tampoco fruto de acción ajena al dinamismo indígena, el indio evangelista es obra de un indio –MANUEL CAMACHO–, obra de su perspicacia y de su tenacidad, Camacho, el indio apóstol sostuvo por largos años (1905-1910) con su peculio y esfuerzo una escuela de la que fue maestro y auxiliar preparando diez profesores indígenas que luego echó como semilla en las dilatadas pampas de kota y pallalla kollakachi y viluyo; y entonces, comprendiendo –¡comprendiendo!– que el sacerdote es un elemento negativo para el progreso del indio (en esta época y en aquella) invitó a los adventistas a llevar su obra a esa región, el milagro adventista de Chucuito es fruto de un indio apostólico, ¡Camacho!, la simiente ha fructificado y no son ya diez los profesores, acaso sean ya doscientos; el primer automóvil-correo que se conoce en la región no lo trae un gringo ni siquiera un misti, lo trae un indio, JANKO, veamos estos párrafos de una carta de Carlos Pacho –evangelista, desde luego– dirigida a su hermano laborista en Lima:
“Con orgullo hice saber a usted del progresivo hermano Eustaquio Chamba Sosa en Argentina (Chamba es estudiante de enfermería en una universidad de esa República) Según opiniones que tengo nuestro país surgerá más alto en la escala del progreso, como acabo indicar en el ejemplote un joven estudioso, intelectual, moralmente; a fin de que usted no deje estudiar sin necesidad de maestro es decir en unánime con su señora. Les recomiendo escribir diariamente sequiera un troso de las lecturas siempre haciendo análisis del texto y corrigiendo los errores que hay, así ustedes aprenderá de un modo práctico y agradable a escrebir el castellano lo digo por experiencia propia y para provecho de ustedes, ojalá sea seguido me indicación”.
Carlos Pacho está empeñado en optar título de normalista y en el empeño lucha con su deficiencia del castellano y con lo inadecuado de la enseñanza; que esa manera de expresarse no revele un estado de ánimo tempestuoso lo negará el necio o el gamonalista; Inocencio Mamani estrenará TUQUYPAJ MUNASQAN, linda comedia en keshwa, y ese acontecimiento por ser de un indio de donde procede y de un indio de 18 años parece sobradamente indicador, pero Tuquypaj munasqan es la segunda de sus obras teatrales –a los catorce años escribía la primera SAPAN CHURI– ¡Como estos casos mil! Cuando desde hace siglos se repite que el indio es un degradado incapaz que no soporta ni menos canaliza la civilización y se ve lo que muestra Valcárcel y lo poco que he mostrado ¿Qué deberá pensarse?
¡La competencia está declarada! Se encuentran frente a frente dos seculares poderes andinos –el gamonalismo y el indianismo–, el indianismo es plebeyo y distributivo, el gamonalismo latifundista y aristocrático, ambas literaturas pueden verificarse fácilmente, ambas economías son notoriamente disímiles –célula de una es la hacienda donde el indio es esclavo y se bestializa, la de la otra el ayllu donde es libre y parece hombre–, el gamonalismo es nubiano y conservador, el indigenismo indoamericano y libertario.
TEMPESTAD EN LOS ANDES es, pues, un libro indianista y está llamado a injertarse en la conciencia del pueblo, haría falta traducirlo al keshwa –Chukiwanka con el fervor que le es característico alguna vez me habló de tan bella y tentadora empresa–, en keshwa de tolvanera castellanista se trocará por virtud de sus párrafos tallantes y nutritivos en la tempestad irremediable –en alud–, en la justicia necesaria e imprescindible que nos libre de la burguesía ignorante y desmemoriada que tiene al Tawantinsuyo por las orejas.