Por Mario Pera
Crédito de la foto (izq.) Ed. Vallejo & Co. /
(der.) Archivo del autor
“Es importante que el arte sea fresco, cercano, atrevido”.
Entrevista a Rodolfo De la Riva
Mario Pera [MP]: Estudiaste Derecho, ¿cómo te vinculas al mundo literario, en específico al poético, en un ambiente educativo como el peruano en el que la poesía no suele estar tan presente? ¿Quizás algún familiar o amigo cercano motivó en ti el Interés?
Rodolfo De La Riva [RDLR]: Me considero suertudo la verdad. He conocido muchas personas que me influenciaron y motivaron de alguna u otra forma. Mis padres me compraban comics de chico cuando me sacaba buenas notas, recuerdo también que de niño iba a su cama los domingos y narrábamos los sueños que teníamos y los volvíamos historias; sin saberlo, comenzaba a darle importancia al storytelling de una buena anécdota o de una fantasía. Tuve un abuelo, también, que me llevaba a tertulias, a tomar café con viejos que hablaban de la Revolución cubana y Silvio Rodríguez, muy de avance todo, él fue el primero que conoció mis poemas. Luego llegué a estudiar en el colegio Trilce, allí me enseño literatura Óscar Limache, apreciado poeta y maestro, con quien de adolescente iba a comprar libros a Amazonas y Quilca, al teatro, a recitales y ferias.
En la Universidad de Lima entré al taller de narrativa que encabezaba Jorge Eslava, otra gran influencia para mí. Allí encontré, por fin, un grupo de gente que estaba en mi misma situación. Nos juntábamos dos veces por semana a leernos y recomendarnos textos y películas. Cuando terminé la universidad, conocí a otras personas que escribían. Armamos un grupo de Facebook que tuvo varios nombres distintos. Durante años nos juntamos cada quince días para también leer y comentar nuestros cuentos y poemas. Hoy me pone muy contento que amigos de este grupo como Pablo Chacón, Malena Newton, Luis Cruzalegui, Manuel Terrones, Gianni Biffi hayan insistido en este vicio de la escritura y hayan publicado sus primeros libros.
[MP]: Trabajas como abogado de Banco, algo en suposición diametralmente opuesto a lo que el público en general suele pensar de la figura del poeta… Bohemio, casi siempre sin trabajo fijo, una persona que sufre y hasta con adicciones… ¿Qué crees, si es así, que tu desempeño laboral te brinda y que se refleja en tu poesía? ¿El lenguaje casi jurídico, por ej., está muy presente…
[RDLR]: Pues sí. No puedo dejar de ser quien soy. De lunes a viernes me tratan de “doctor De La Riva”, pero no siento que eso me limite. Me costó un tiempo entender que cada uno trae a la mesa lo que tiene y que, en mi caso particular, es esa extrapolación lo que me puede distinguir. Sí, tengo poemas que escribí cuando practicaba en derecho corporativo en el estudio Payet, por ejemplo. Estoy convencido de que se puede escribir sobre lo que sea y eso es lo que trato de hacer. También, en mi libro, tengo poemas donde señalo a Ru Paul, Cowboy Bebop, Tego Calderón, todas cosas que a me atraen y que, a su vez, se vuelven parte de quien soy, tan igual que mi faceta de abogado/banquero.
[MP]: ¿Cómo fue el proceso de escritura de este libro? Te tomó algunos años entiendo. ¿Escribiste cada poema de modo independiente esperando que el tiempo o el contexto les dieran una unidad o coherencia, o fue un trabajo de estructuración preconcebido?
[RDLR]: Siempre pensé en agrupar los poemas, darles una identidad y lanzarlos a la calle, aunque no tuviese muy claro el método. En el pasado, he agrupado poemas y he ido cerrándolos de alguna forma. Por ejemplo, en pandemia, después de una ruptura amorosa, escribí un poemario que titulé Todos los niños van al cielo, sin embargo, nunca llegó a la luz, pese a que tuve un editor.
He publicado también un par de veces poemarios cortos en internet; sin embargo, este poemario, Transeúntes, ha sido un trabajo totalmente distinto. Ha sido concebido como el compilado de más de diez años de idas y vueltas por lugares y momentos que me han forjado. Creo que una vez que pones todos los poemas sobre la mesa, es más fácil darles forma. Me di cuenta, por ejemplo, que el libro funcionaba como un camino por el que se transita, mis poemas surgen de opiniones o ideas que he tenido, imágenes o referencias que me han cautivado, lugares o estaciones a los que he regresado. La coherencia se da en este momento posterior, cuando notas que ordenar los poemas que has escrito en la década de tus 20s, es lo mismo que ordenar todas las facetas que has tenido en la década de tus 20s, todas tus posturas y caprichos, todas tus vulnerabilidad y sarcasmos.
[MP]: Una característica muy visible de tu poemario, Transeúntes, es la ironía, un manejo del humor de manera fina y dosificada en cada poema para que sume y dé potencia, y no se caigan en lo ramplón… ¿cuán necesaria es la ironía en la poesía?
[RDLR]: Para mí, es importante que el arte sea fresco, cercano, atrevido. En lo personal, prefiero un poema jocoso que esté mal escrito, que un poema bien escrito que sea prudente. Puede ser que he crecido con la influencia de las letras de gente como Charly García o Ismael Rivera, me gusta también la propuesta de Nicanor Parra con los anti poemas, me gustaría escribir poemas así. Por el contrario, no siento que tenga mucha afinidad con los textos más intelectuales, considero que son encriptados y, por tanto, no sirven para acerca al lector.
Utilizo la ironía porque soy irónico, siento que el humor y los comentarios random son mi herramienta en el mundo para conectar con la gente. Al final del día, en la poesía, o en el arte en general, lo que se busca es trasmitir una emoción siendo lo más sincero que se pueda. Puedo explicarte con teoría, qué es una ruptura amorosa, por qué se da, cuáles son los capítulos de esa novela, pero eso no significa que cuando me leas, sientas el dolor que siento. Si no se traslada al lector ese vacío en el pecho, o esa cólera, o esa resignación, o esa sensación de tragicomedia, no encuentro conexión.
[MP]: Las referencias a la cultura pop son, asimismo, otra constante en tu libro. ¿Te alejas de lo tradicional o cultista adrede? Esas permanentes alusiones a íconos pop en diversas manifestaciones del arte como la música, las series, películas, etc. ¿cómo crees que nutren tu poesía?
[RDLR]: Creo que la vuelven más interesante. Todo lo que se mete a la olla, forma parte del guiso.
[MP]: Siento que Transeúntes es un libro en el que expresas un plano general de lo que ves a tu alrededor, pero que no por ello deja de ser introspectivo, también muerdes tu propio nervio. ¿Te ha resultado emocionalmente difícil despojarte de aquel pudor inicial que conlleva el hablar para el público de tus cosas más personales? En la poesía el sujeto literario casi siempre es el autor, y no todo lo que el autor escribe es lo que quiere que se conozca de él…
[RDLR]: No sé hasta qué punto los escritores que publican pueden decir que son pudorosos la verdad [risas]. El acto de escribir implica que te lean. Además, los poetas se dan a sí mismos ciertas licencias. Tengo un poema que se llama “El acumulador”, donde uso la primera persona. En ese poema, por ejemplo, siento que me pongo un sombrerito y adopto la voz de un personaje distinto a mí. Así, el libro termina siendo una suerte de bestiario, de muchos sujetos que toman una postura y narran algo. Ya, después, que los lectores tomen sus propias conclusiones, no me responsabilizo si ellos quieren identificarme dentro de esa voz poética en algún porcentaje.
[MP]: Por año de nacimiento eres casi un nativo digital. Varios jóvenes de tu edad, en Perú y fuera, han asimilado en su obra poética recursos que ofrece la nueva tecnología, sobre todo la del Internet. Incluyen en sus textos hipervínculos, neologismos, emoticones, etc. ¿Crees que ello aporta para encontrar una nueva manera de “escribir” o “hacer” poesía? Hasta qué punto estas inclusiones generan un quiebre verdadero en la creación poética, si crees que lo hace…
[RDLR]: El verdadero quiebre se da con el contenido, la forma puede ser parte sí, pero al final lo que manda para mí, es el carácter del poema. Estoy leyendo En la tierra somos fugazmente grandiosos del poeta Ocean Voung. Es una novela contada a través de cartas de un personaje a su mamá. En el libro, por ejemplo, hay partes donde usan el formato de diario, el formato de carta, incluso hay textos donde hay conversaciones de WhatsApp. El tema determinante, considero, es que estas maneras digamos “alternativas” de expresarse funcionen, que no se vea impuestas o forzadas, y eso responde a un plan mayor que, para mí, es la propuesta, lo que se quiere decir, la historia que se está contando. Voung lo logra, pero muchas veces he visto gente que escribe con neologismos o emoticones o cosas por el estilo solo para dar un matiz, para sorprender, y el problema que veo con eso, es que la sorpresa se agota y el texto queda chico.
[MP]: Este es tu primer poemario. No estudiaste literatura y creo que hasta ahora poco estuviste vinculado al mundo literario, poético. ¿Cómo ve una persona que inicia una obra poética el ambiente literario limeño? ¿Qué conoces ahora que pensabas que era distinto o qué sugerencia le darías a quienes quieren publicar un primer poemario?
[RDLR]: Una vez hace mucho tuve esta foto mental sobre el circuito literario limeño: es una orgia entre vampiros, me dije. Esa fue mi primera impresión. Así me sentía cuando comenzaba mis 20s e iba a recitales. Incluso usé ese verso en un poema del poemario. Hoy, años después, creo que fui un poco trágico y oscuro.
Definitivamente, la vida de escritor aquí, y en general, de artista, es de nicho. No hay mucho circuito la verdad. Alguna vez, José Antonio Mazzotti, de los mejores poetas peruanos que he leído, me dijo que el Perú no tiene el sistema digestivo para mantener artistas, intelectuales, poetas en particular; y esa es la razón por la que muchos migran. No sé hasta qué punto la decisión de migrar es premeditada, o si son las circunstancias que se van dando o si, incluso, es un mecanismo de supervivencia.
Mi circunstancia actual es que soy el “doctor De La Riva” de lunes a viernes en una entidad financiera. y también soy el autor de Transeúntes. Una suerte de Bruce Wayne y Batman. Al final, cada uno negocia consigo mismo y evalúa sus oportunidades. Siempre escribo.
Creo que las personas que tienen sensibilidad y que son creativas nunca deberían dejar de escribir o, en general, de plasmar lo que les atrae. Eso es importante. Juan Gonzalo Rosé decía que hay que guardar hasta los poemas que consideramos malos, porque puede ser que todavía no haya en el cuerpo esa única lámpara con la que podemos ver su misterio. Es importante escribir y guardar, le recomiendo a los escritores que escriban y guarden sus textos.
[MP]: ¿Vienes trabajando algún libro nuevo?
[RDLR]: La verdad que no. Por ahora me siento seco, chupado. Tengo varios cuadernos de notas, eso sí. Uno donde solo pongo títulos, otro donde dibujo o simulo versos, otro donde ensayo escenas o ideas de alguna cosa en particular que me atrae. Trato de imitar libros como Prosas apátridas de Ribeyro, o Contra el secreto profesional de Vallejo. Algún día me gustaría escribir un guion de una sitcom. Estoy indignado con que Al fondo hay sitio tenga nueve temporadas. A veces me la paso viendo novelas turcas, shonens como One Piece o Naruto, o series que funcionaron aquí como Pataclaun o Cinéfilos, para anotar qué es lo que funcionó, y qué es lo que podría replicarse en la actualidad. Pero no me apuro, ni siquiera tengo claro cuál es el plan con eso. Mi mamá siempre me dice que hay que esperar “los tiempos de dios”, y eso es lo que estoy haciendo [risas].
*(Lima-Perú, 1991). Poeta. Abogado de banco. Aspirante a presidente de la junta de vecinos de su edificio. Padre de dos gatas hermosas. A través de los años, ha publicado en varias revistas y sitios web. Transeúntes es su primer poemario.