Selección y traducción por: Roberto Zeballos Rebaza
A Young Child And His Pregnant Mother
At four years Nature is mountainous,
Mysterious, and submarine. Even
A city child knows this, hearing the subway’s
Rumor underground. Between the grate,
Dropping his penny, he learned out all loss,
The irretrievable cent of fate,
And now this newest of the mysteries,
Confronts his honest and his studious eyes—-
His mother much too fat and absentminded,
Gazing past his face, careless of him,
His fume, his charm, his bedtime, and warm milk,
As soon the night will be too dark, the spring
Too late, desire strange, and time too fast,
This estrangement is a gradual thing
(His mother once so svelte, so often sick!
Towering father did this: what a trick!)
Explained to cautiously, containing fear,
Another being’s being, becoming dear:
All men are enemies: thus even brothers
Can separate each other from their mothers!
No better example than this unborn brother
Shall teach him of his exile from his mother,
Measured by his distance from the sky,
Spoken in two vowels,
I am I.
Un pequeño y su madre encinta
A los cuatro años, la naturaleza es montañosa,
Misteriosa y submarina. Aun
Un chico de ciudad lo sabe, al escuchar bajo sus pies,
El rumor del tren subterráneo. Al dejar, por entre la grada,
Caer su monedilla, termina por aprender lo que es pérdida,
El irrecuperable centavo del destino.
Y ahora este novísimo entre los misterios,
Confronta sus ojos limpios y aplicados…
Su madre demasiado gorda y distraída,
Mirando por sobre su cabeza, desatendiendo
Su enojo, su encanto, su hora de dormir y la leche tibia,
Pronto así será la noche demasiado oscura, la primavera
Tardía, el deseo extraño, el tiempo demasiado veloz,
Es este distanciamiento una cosa progresiva
(Alguna vez tan esbelta, su madre: ¡tan frecuentemente enferma!
El padre amenazante es quien esto provocó: ¡qué estratagema!)
Cautelosamente explicada, mientras ahoga el temor,
La existencia de otro ser, a quien ahora se debe amor:
Todos los hombres, enemigos: ¡aun los que son hermanos,
Se procuran, uno al otro, el distanciamiento de sus madres!
No otro ejemplo mejor que este nonato hermano
A él le enseñará lo que es el exilio de su madre,
Esta distancia, que es la misma que lo separa a él del cielo,
Expresada con dos sílabas,
Yo soy yo.
Dogs Are Shakespearean, Children Are Strangers
Dogs are Shakespearean, children are strangers.
Let Freud and Wordsworth discuss the child,
Angels and Platonists shall judge the dog,
The running dog, who paused, distending nostrils,
Then barked and wailed; the boy who pinched his sister,
The little girl who sang the song from Twelfth Night,
As if she understood the wind and rain,
The dog who moaned, hearing the violins in concert.
—O I am sad when I see dogs or children!
For they are strangers, they are Shakespearean.
Tell us, Freud, can it be that lovely children
Have merely ugly dreams of natural functions?
And you, too, Wordsworth, are children truly
Clouded with glory, learned in dark Nature?
The dog in humble inquiry along the ground,
The child who credits dreams and fears the dark,
Know more and less than you: they know full well
Nor dream nor childhood answer questions well:
You too are strangers, children are Shakespearean.
Regard the child, regard the animal,
Welcome strangers, but study daily things,
Knowing that heaven and hell surround us,
But this, this which we say before we’re sorry,
This which we live behind our unseen faces,
Is neither dream, nor childhood, neither
Myth, nor landscape, final, nor finished,
For we are incomplete and know no future,
And we are howling or dancing out our souls
In beating syllables before the curtain:
We are Shakespearean, we are strangers.
Los perros son shakespereanos, los niños son extraños
Los perros son shakespereanos, los niños son extraños.
Dejemos que Freud y Wordsworth diluciden al niño,
Los ángeles y los platónicos juzgarán del perro,
El perro que corre, se detiene, distiende sus ollares, que
Luego ladra y se queja; el niño que pellizca a su hermana,
La pequeña que canta la canción de Noche de Reyes,
Como si comprendiera al viento y a la lluvia,
El perro que gime escuchando concierto de violines.
¡…Oh, me pongo triste cuando veo perros o niños!
Pues ambos son extraños, son shakespereanos.
Dinos, Freud, ¿puede acaso ser que los lindos niños tengan
Simples y repulsivos sueños sobre sus funciones corporales?
Y tú, Wordsworth: ¿se encuentran ellos realmente cubiertos
Por nubes de gloria, están iniciados en la Naturaleza oscura?
El perro que rastrea humildemente en la tierra,
El niño que da crédito a los sueños y teme la oscuridad,
Saben más y menos que ustedes: saben ellos muy bien,
Que ni los sueños ni la infancia a todo responden bien:
Son también ustedes extraños; los niños, shakespereanos.
Contempla al niño, contempla al animal,
Extraños bienvenidos, pero estudia las cosas cotidianas,
Sabiendo que cielo e infierno están a nuestro alrededor,
Pero esto, esto que decimos antes de arrepentirnos,
Esto que vivimos por detrás de nuestros rostros ocultos
No es sueño, tampoco infancia, mito o paisaje,
Ni algo definitivo, o finalizado, puesto que
Inacabados somos y ningún futuro conocemos,
Y nuestras almas desgastamos al aullar y danzar,
En rítmicas sílabas delante del telón, pues,
Somos extraños, somos shakespereanos.
Calmly We Walk Through This April’s Day
Calmly we walk through this April’s day,
Metropolitan poetry here and there,
In the park sit pauper and rentier,
The screaming children, the motor-car
Fugitive about us, running away,
Between the worker and the millionaire
Number provides all distances,
It is Nineteen Thirty-Seven now,
Many great dears are taken away,
What will become of you and me
(This is the school in which we learn…)
Besides the photo and the memory?
(…that time is the fire in which we burn.)
(This is the school in which we learn…)
What is the self amid this blaze?
What am I now that I was then
Which I shall suffer and act again,
The theodicy I wrote in my high school days
Restored all life from infancy,
The children shouting are bright as they run
(This is the school in which they learn . . .)
Ravished entirely in their passing play!
(…that time is the fire in which they burn.)
Avid its rush, that reeling blaze!
Where is my father and Eleanor?
Not where are they now, dead seven years,
But what they were then?
No more? No more?
From Nineteen-Fourteen to the present day,
Bert Spira and Rhoda consume, consume
Not where they are now (where are they now?)
But what they were then, both beautiful;
Each minute bursts in the burning room,
The great globe reels in the solar fire,
Spinning the trivial and unique away.
(How all things flash! How all things flare!)
What am I now that I was then?
May memory restore again and again
The smallest color of the smallest day:
Time is the school in which we learn,
Time is the fire in which we burn.
Calmadamente atravesamos este día de abril
Calmadamente atravesamos este día de abril,
Poesía de la urbe, allá y aquí,
Sentados en el parque el pobre y el rentista,
Los niños revoltosos, el automóvil
Que se aleja, fugitivo, por nuestro lado,
Entre el obrero y el millonario,
El número es lo que proporciona la distancia,
Es ahora el año de mil novecientos treinta y siete,
Ausentes están muchos de nuestros grandes afectos,
¿Qué vendrá a ser de ti y de mí
(Esta es la escuela en que aprendemos…)
Más allá de la foto y la memoria?
(… que el tiempo es el fuego en que ardemos.)
(Esta es la escuela en que aprendemos…)
¿Qué es el yo en medio de este fulgor?
Lo que soy yo ahora era ya entonces,
Eso mismo que retomaré y otra vez soportaré,
La teodicea que escribí en mis días de colegio
Regeneraba toda vida a partir de la infancia,
¡Los niños bulliciosos rebrillan mientras corren
(Esta es la escuela en que aprendemos…)
Por completo enloquecidos en su juego pasajero!
(… que el tiempo es el fuego en que ardemos.)
¡Tan ávida su prisa, la de este alocado fulgor!
¿Dónde están mi padre y Eleanor?
No dónde están ahora, ha siete años muertos,
Sino, ¿qué es lo que eran entonces?
¿Nada más? ¿Nada más?
Desde mil novecientos catorce al presente,
Bert Spira y Rhoda se consumen, consumen
No el lugar donde ahora están (¿Dónde están ahora?)
Sino lo que eran entonces, hermosos los dos;
Cada minuto estalla en la ardiente habitación,
El gran globo gira alocado en el fuego solar,
Arrojando de sí lo trivial y lo único.
(¡Cómo relumbran todas las cosas! ¡Cómo refulgen!)
¿Qué soy yo ahora que era ya entonces?
Que la memoria restituya una y otra vez
El más pequeño color del día más breve:
El tiempo es la escuela en que aprendemos,
El tiempo es el fuego en el que ardemos.
In The Naked Bed, In Plato’s Cave
In the naked bed, in Plato’s cave,
Reflected headlights slowly slid the wall,
Carpenters hammered under the shaded window,
Wind troubled the window curtains all night long,
A fleet of trucks strained uphill, grinding,
Their freights covered, as usual.
The ceiling lightened again, the slanting diagram
Slid slowly forth.
Hearing the milkman’s clop,
his striving up the stair, the bottle’s chink,
I rose from bed, lit a cigarette,
And walked to the window. The stony street
Displayed the stillness in which buildings stand,
The street-lamp’s vigil and the horse’s patience.
The winter sky’s pure capital
Turned me back to bed with exhausted eyes.
Strangeness grew in the motionless air. The loose
Film grayed. Shaking wagons, hooves’ waterfalls,
Sounded far off, increasing, louder and nearer.
A car coughed, starting. Morning softly
Melting the air, lifted the half-covered chair
From underseas, kindled the looking-glass,
Distinguished the dresser and the white wall.
The bird called tentatively, whistled, called,
Bubbled and whistled, so! Perplexed, still wet
With sleep, affectionate, hungry and cold. So, so,
O son of man, the ignorant night, the travail
Of early morning, the mystery of the beginning
Again and again,
while history is unforgiven.
En la cama desnuda, en la caverna de Platón
En la cama desnuda, en la caverna de Platón,
Reflejos de faros se deslizaban lentamente sobre la pared,
Unos carpinteros martilleaban bajo la ventana en sombra,
El viento sacudió durante toda la noche sus cortinas corridas,
Una flota de camiones esforzadamente trepó por la colina,
Con su cargamento cubierto, como es usual.
El techo se iluminó otra vez, el diagrama inclinado se deslizó
Lento hacia delante.
Escuchando el claqueo del lechero,
Su penoso ascenso por la escalera, el golpear de la botella,
Me levanté de la cama, encendí un cigarrillo,
Y caminé hacia la ventana. La calle empedrada
Exponía la tranquilidad en que descansan los edificios,
La vigilia del farol callejero, la paciencia del caballo.
El limpio capitel del cielo invernal
Me hizo volver a la cama con los ojos extenuados.
La extrañeza crecía en el aire inmóvil. La floja membrana
Se hizo gris. Carros traqueteantes, cascadas de equinos cascos,
Resonaban a lo lejos, aumentando, más sonoros y cercanos.
Un automóvil tosió al arrancar. La mañana de forma suave
Disolvía el aire, levantaba la silla medio tapada
Desde debajo de las aguas, encendía el espejo,
Distinguía el tocador y la blanca pared.
El pájaro llamaba tentativamente, silbaba, llamaba,
Parloteaba y silbaba, ¡así! Perplejo, aún húmedo
De sueño, afectuoso, hambriento y frío. Así, así,
Oh hijo de hombre, la noche que no sabe, el ajetreo
De temprano por la mañana, el misterio de comenzar
Una vez y otra,
Mientras la historia queda sin perdonar.