El presente texto fue publicado por su autora a razón de la publicación del libro Ni pan ni circo (2005) del poeta Alejandro Romualdo y editado por el Instituto Nacional de Cultural del Perú. El mismo fue publicado, originalmente, en la revista Identidades, N° 101, en febrero de 2006.
Por Victoria Guerrero Peirano*
Crédito de la foto Archivo MP
El retorno del cometa Xanno
Alejandro Romualdo (Trujillo, 1926-Lima, 2008) es uno de los poetas más relevantes de la Generación del 50. En el homenaje que hace pocos días le tributó el Instituto nacional de Cultura, por la publicación de su más reciente poemario: Ni pan ni circo, quedó constancia de que la obra poética de Romualdo se halla fuertemente marcada por la historia del Perú y, en consecuencia, la impregna también un sentido ético irrenunciable
¿Qué se le puede pedir a un nuevo libro de poesía de un vate mayor? Tal vez la única poesía válida sea la que lleva consigo una cuestión ética, y la de Alejandro Romualdo apuesta por ello, sin dejar de lado el gran trabajo verbal ni la técnica adquirida con los años. Ni pan ni circo (2005) confirma la maestría de ambas en la trayectoria poética de Xanno, nombre cariñoso con el que le llaman sus amigos.
Ni pan ni circo es un poemario que reúne textos anteriormente publicados en revistas del Perú y el extranjero, así como los más recientes. El poemario apareció por primera vez en edición bilingüe (español-italiano) en Roma, en 2002. Ahora, el Instituto Nacional de Cultura (inc) publica la edición en castellano como parte de su serie Generación del 50.
El libro está dividido en cinco secciones (Fragmentos, Tres poemas con temas italianos, Tu quoque fili?, El retorno del cometa Halley y Otros poemas). De ellas, quizá las más sugerentes sean Fragmentos y El retorno del cometa Halley. En la primera, dividida en 21 poemas o, valga la redundancia, «fragmentos», hay referencias inmediatas a la violencia, los cuerpos muertos o mutilados, a esos cuerpos fragmentados que, como el nombre de la sección alude, se muestran como disecciones, como partes diseminadas, rotas: «El viento es una lápida ligera / sobre las fosas, y la lápida un muñón / que sangra: último fragmento o / suspiro / de una pasión sin razón ni sueño. / Tantas cosas han sucedido, tantas / cosas / han pasado como estaciones, de un / momento / a otro, en los recodos, en las calles, / en las plazas con estatuas mutiladas. / Ojos que no ven, corazones que ya / no sienten, / junto a los hijos muertos, a la intemperie.» (Fragmentos, XIX).
El sujeto poético de este texto no se sustrae a la realidad de los últimos años en nuestro país y alude a ella constantemente: «En el mundo de la limitación / y de la bondad estéril / cuando los perros / colgados en las plazas / y manchas de sangre / en el mar» («La dialéctica»).
MOTIVACIONES PRESENTES
En «Acumulaciones», poema que en un principio aparece con un corte lúdico y hasta vanguardista, reiterando una y otra vez al final de cada verso la palabra «oro» («un chispazo de oro / en un coño de oro / minuto fulminante de oro»), el poema se resuelve de manera inquietante: «Yo pregunto / dormido hablo y pregunto / jornalero de los campos andaluces / peón de los olivares / ¿son tus olivos de oro? / (…) / ¿qué lágrimas te tocó del gran tesoro / de Atahualpa? / ¿qué gota del gran botín / de Cajamarca?». Quizá estos versos finales nos puedan parecer en este momento un poco pasados de moda, hasta distantes. Sin embargo, esos sueños de justicia e igualdad fueron los temas que movilizaron a los artistas de generaciones pasadas. Obviamente, la historia se encargó de negárselos.
Ni pan ni circo trata de la caída de todas esas ilusiones (esos sueños políticos, ideológicos), con un gesto ciertamente nostálgico e irónico, doloroso sin llegar a ser lastimero, sino más bien lúcido. En este sentido, el poema «Bolsa de valores», en el que se enumera el precio de los metales al lado de la libertad, la igualdad y la fraternidad (cuyo valor es 000 000 000), debe ser leído como un gesto de notable frescura dentro del contexto mayor del libro.
No se trata, ciertamente, de una poesía fácil, sino de una poesía cargada de hondo lirismo, unido al compromiso social que desde siempre ha caracterizado a la obra de Romualdo. Desde sus primeros textos, el vate intentó abrirse paso con una personalidad poética propia y rescató de manera muy particular a Vallejo. En sus primeros libros, la influencia del autor de Poemas humanos es fundamental, tanto en su lenguaje como en su profundo sentimiento de la humanidad. Obviamente, el tono que rodea sus libros anteriores está marcado por la vivencia de la guerra fría y el mundo dividido en dos bloques. En aquella época donde aparece su famoso y controvertido «Canto coral a Túpac Amaru, que es la libertad» (Edición extraordinaria, 1958), donde el verso «y no podrán matarlo» repetido una y otra vez recuerda la reiteración y la esperanza del poema «Masa» de Vallejo.
Esta poética lo aleja de sus contemporáneos como Blanca Varela, Jorge Eduardo Eielson o Javier Sologuren. Felizmente, el debate sobre «poesía social» y «poesía pura» se ha diseminado a lo largo del tiempo, sobre todo el nefasto factor que considera que un tipo de poesía es mejor que el otro. Sin embargo, también consideramos que ésta no es la única vertiente en la poesía de Romualdo, ya que posee vetas de maravillosa exploración en libros como El movimiento y el sueño (1971) y En la extensión de la palabra (1974).
Ahora bien, Ni pan ni circo apunta a una visión desmitificadora de aquella época de sueños. Desde luego, se trata de una visión mucho más descarnada y, por tanto, más dolorosa para el sujeto poético de estos versos. En «Cuestiones de leninismo», la imagen de la tiranía es despiadada y no admite contemplaciones: «(Ay, camaradas, / los tiempos cambian / las estatuas de piedra gris / se desploman.» Es aquí que podemos observar la hondura ética de un poeta como Romualdo.
Ni pan ni circo es en sí mismo el alegato de alguien que no cede terreno a sus ideas y que, no obstante, entiende el cambio (para bien o para mal) que el mundo ha dado. Ello no implica que la injusticia haya sido eliminada. No: más bien, la genialidad de Romualdo radica en que, dándose cuenta de ello, su poesía ha dejado de ser ingenua para convertirse en una reflexión que no evade la denuncia ni menos se limita a la queja fácil. Es ciertamente una poesía sumamente elaborada y, sobre todo, sentida, como debe ser la buena poesía.
*(Lima-Perú, 1971). Escritora e investigadora, doctora en Literatura por la Universidad de Boston (EE.UU.) y máster en Estudios de género. Actualmente se desempeña como profesora en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Fue directora de la revista de cultura y política Intermezzo Tropical y de la editorial del mismo nombre. Ha publicado los poemarios De este reino (1993), El mar ese oscuro porvenir (2002), Ya nadie incendia el mundo (2005), Berlin (2011), Cuadernos de quimioterapia. Contra la poesía (2012), así como el libro compilatorio Documentos de Barbarie. Poesía 2002-2012 (2013) y En un mundo de abdicaciones (2016); y en narrativa la novela corta Un golpe de dados (novelita sentimental pequeño burguesa) (2014 y 2016).