Por Siomara España Muñoz*
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El nervio al borde.
9 + 1 poemas de Siomara España Muñoz
PARQUE DEL BUEN RETIRO
En silencio y lunes recito tus poemas
tu poesía lenta y minuciosa como el ajonjolí repito
Leo poemas de una haijina desposada y después a la intemperie
caballos que huyen por senderos de violetas
libélulas que se deslizan por el agua
Chiyo-Ni esposa y viuda en un verano
Chiyo-Ni monja budista poeta
canta al pozo de agua
el abismo sella con su canto
En el Parque del retiro
la mañana se va llenando de palomas
coronados van quedando los faroles
La mañana es tropel de iracundos de oficina
me sosiegan unos ojos arrancados del poema
su redondez de aceituna en el encuentro
Cada pájaro es recuerdo de la patria
cada silaba vibración de bocas
cada nota fragilidad de ausencia
sol marchito en mitad de su equinoccio
HUERTA DE SAN VICENTE
He hablado de ti
de mí
de ella y del interminable proceso de la nieve
He hablado de un futuro promisorio
que no existe
igual que no existe ya tu sombra
ni los jazmines aromados de la casa
He venido hasta la casa del poeta
buscando no sé qué
He llorado en la casa del poeta
no sé cuántas razones
No sé cuántos caballos
aún siguen dormidos en la plaza con luna de tu frente
ni cuantas rocas bañadas por tu sangre florecieron
Pero he visto los mastines y los grillos
que aún te lloran en la Huerta
hay sollozos que aún recuerdan los destellos de la ráfaga
hay hombres que desde Viznar nunca más durmieron
pero callan
ORCASITAS
Camino por el cercano invierno de Madrid
Las hojas del otoño amarillean el paso
y un palomo advierte a las palomas
cútu cútu cú
cútu cútu cú
dice el palomo a la paloma en el parque de Almendrales
cútu cútu cú
cútu cútu cú
y le hace rueda coqueteando con su pequeña danza
en el mismo instante
caen a tierra verdísimos loros para robar las migas de pan
(cena sobrada de la gitana vieja del barrio de Orcasitas)
El impensado espectáculo cae ante mis ojos como una premonición:
el invierno está apurando a las hojas del otoño
y las migas para el corazón aún no se han guardado
ESQUINA
Una esquina no es un lugar
una esquina es solo la convergencia de dos ángulos con que rompe su monotonía la línea
es el cruce hacia otro mundo si el impacto se hace humano
(entre dos autos que se chocan)
Una esquina pueden ser cuatro
si se juega
si se dobla
si se ronda
o convierte en la manzana de disputa por el territorio en las pandillas
Es un radian recto obtuso agudo
o una arista de señales para transeúntes animales o viajeros
Es el letrero ansiado que muestra el camino a continuar
porque una esquina nunca es el final de un transito
Pero muestra el momento exacto para detenerse a olfatear el miedo
para tentar a la conciencia y acercarla a un torbellino de elucubraciones
de milésimas de imágenes aceleradas desde el ojo a la memoria
Es la cama del vagabundo diariamente recogida en los céntricos barrios
y la humanidad extendida en las aceras adyacentes
Una esquina es la perfecta excusa del maleante
del cuchillo o la pistola de los barrios más feroces
es el brillo de la hoja reluciente que invita hacia el despojo inclusive de la vida
Es atavió perfecto de quien se esconde a esperar la traición de la amada
sospechosa de otro encuentro
Una esquina es el borde de un parpado de larguísimas pestañas
Es un nervio al borde de la medula
Es el dolor palpitante de un omoplato en estrepitoso grito sobre el hombro
Una esquina es la ausencia de vagones al doblar la vía
La obsolescencia de letreros al final de los andenes de los trenes de Madrid
Es el lugar perfecto para expender o alquilar los más súbitos deseos
Una esquina es el tiro oblicuo de la cancha en el último segundo
cuando el milagro se ilumina en el estadio que un gol grita a voz en pecho
Es la magia dialogada de los años juveniles
cuando el abrazo o los ojos de un amigo remplazaban los me gusta de las redes
Una esquina es la comisura de una boca
que se abre lentamente
para esperar
un beso
(de De otros cielos y una luz al alba)
MUJERES
Si no saben volar
pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
Oliverio Girondo
Me gustan las mujeres… ¡y qué!
las que gritan se explayan vociferan
las que ahogan con su instinto,
aquellas perspicaces penetrantes y profundas
las que ríen y se ríen
que se arrancan hasta el alma
aquellas que subyugan,
me subyugan.
Me gustan las mujeres enjundiosas
las terribles, catastróficas
la que me enseñó el amor en la cama de su histeria
y me enseñó a amar el amor de indecisiones.
La que parió incesante en cada parto las nostalgias
y me dio seis compañeras como espadas.
Me gustan las mujeres,
las que acosan, que me acosan y sublevan
las que llaman
las que lloran
las que cogen sin descanso
que recogen
que seducen
que se elevan
las que parten y reparten con su aroma las señales
y me besan
y me estrujan
y se callan
y me callan con un beso.
Me gustan las mujeres cibernéticas
sin sonrisas de portadas
sin voces de miel o edulcorante
sin pestañas de gatita o silicona.
Me gustan las mujeres
no de arroz, de azucena o chocolate,
me gustan las neuróticas menopáusicas cinéticas
que me endulzan y envenenan
que me odian y acarician
que me abren sus alitas matinales
o me clavan en la noche más tremenda
su puñal
de amapola
y de cerezo
CONFESIÓN
Que no se diga jamás se lo intentó
que no rodé por el camino
que no tropecé y caí mientras dormía.
Que no se diga locura transitoria para decir amor
sexo para pasión, furia para celo y a la distancia olvido.
Que no se diga aquí no se fraguo el fuego
el delito consumado sabanas mojadas,
mentiras escabrosas lucidez y miedo.
Que no se diga de esta agua no bebí
en esta tierra no viví
en esta cama no soplaron huracanes y volaron como cartas los espejos.
Que no se superlativise el beso
y no se conjugue el verbo amar
y que se diga beso en la exacta dimensión de la palabra.
Que se fusione cada silaba en su acento
como un cuento interminable
como un desplegar de leves alas.
Que cada consonante caiga ante el deseo de las palabras
sea grave el sonido en los abrazos
y leves los fonemas con su luz difuminada
Que no se diga siempre equivocada estaba
que no se diga su cuerpo acurrucó contra su espalda
que no arrancó gemidos de su boca
que no luchó contra su pecho
que no mintió
que no digirió una a una sus palabras.
Que no se diga probó de mil venenos
que no se diga atroz para decir ternura
y no se diga jamás tormenta y fuego
y entre fuego besos y entre besos celo.
Porque fui nieve y serpiente mujer y viento
y después de viento arado
y después de arado tierra y su simiente.
Que no se diga nunca se fue sin intentarlo
porque caí mil veces
ante el hondo
transitar de las palabras.
ÉL Y YO
Éramos tan perfectamente inalterables
tan inevitablemente honestos uno a uno
tan humanamente inseparables
que era como si nos hubieran modelado con el mismo barro.
Éramos tan luminosamente estrictos
que amábamos los mismos gestos
los mismos iconos
y la absoluta perfección de la tallada piedra.
Éramos tan paradójicamente exactos
que se gastaban nuestras lenguas al filo de las madrugadas
hablando de los mismos dioses y discursos
que si Copérnico, Fidel, la metafísica
y nos amábamos sin señas
sin santos o blandones.
Éramos tan copiosamente imberbes
que gozábamos los mismos desatinos
y a la hora del encuentro
conocíamos el exacto rincón de las caricias
y el punto G
de lo que eleva ante el gozo del éxtasis humano.
Sabíamos de todo contra todos
y discutíamos espalda contra espalda
como endemoniados disidentes
ubicando la postura necesaria para ganar las guerras
siempre juntos
siempre uno
siempre aliados codo a codo
en la cubierta del hogar y sus marismas.
Éramos tan cercanos y perfectos
que abreviamos un detalle
amarnos
en las mismas diferencias.
(de De Cara al fuego)
EL REGRESO DE LOLITA
Yo soy Lolita
así los Lobos esteparios
me desenreden
las trenzas con sus dientes,
y me lancen
caramelos de cianuro y goma.
Intuí mi nombre aquel día del puerto
con los náufragos ¿recuerdas?
y aquel combate
con Vladimir, el imperecedero.
Sé que soy Lolita,
lo supe cuando me entregó
sus manos laceradas de escribirme.
Por eso cuando apareciste libidinoso y suplicante
a contarme tus temores,
te deje tocarme,
morder mis brazos y rodillas,
te deje mutilar entre mis piernas
los temores de Charlotte.
Sabía que tu vieja espada
cortaría una a una mis venas,
mis pupilas,
y me burlé cien veces
de tu estupidez de niño viejo
llorando entre mi vientre.
Y cuando todos los náufragos del mundo
volvieron a mi puerto
a entregarme dádivas
que yo pagaba, con calostro y carne
tú saltaste tras mi sombra,
mientras yo huía,
mientras yo bailaba.
Por eso soy Lolita,
la nínfula de moteles y anagramas
que vuelve con la maleta al hombro
a retomar tras años el pasado.
(de El Regreso de Lolita)
LA CASA VACÍA
No
invites a
nadie a nuestra casa
pues repararán en
puertas, paredes, escaleras
y ventanas, mirarán la polilla en los
rincones, los cerrojos oxidados, las lámparas
ciegas, arruinadas. No traigas a nadie
a nuestra casa pues no tendrán más
que angustia de tu mesa
de tu cama del mantel
del mobiliario se reirán de
pena por las tazas, fingirán
nostalgia
de mi nombre
y reirán también de nuestra hamaca.
No traigas más gente a nuestra casa
pues te escribirán canciones,
te entusiasmaran el alma,
te susurrarán traviesos,
sembraran una flor en tu ventana.
Por eso no debes, te lo ruego,
traer más gente a nuestra casa
pues se pondrán rosados,
verdosos, rojizos o azulados,
al descubrir paredes rotas
las plantas marchitadas.
No traigas más nadie a nuestra casa,
así descubrirán nuestros absurdos
te llevaran lejos a otras playas
te contaran historias de naufragios
te sacaran a rastras de esta casa.
(de Alivio Demente)
CONSTRUCCIÓN DE LOS SOMBREROS ENCARNADOS
-música para una muerte inversa- (FRAGMENTOS)
I
Vengo desde el principio
donde el fondo de este vaso
es la pupila del mundo
soy un hombre derrumbado
por el canto de otros hombres
II
No creo en la virtud
en la elocuencia
en la palabra
No creo en las cubiertas
ni en la malsana estolidez
de escaparates atestados
de preciosos artilugios
Soy un hombre ambiguo
ambiguo
como la música
como los acordes matemáticos del piano
III
La escritura es un bien irreversible
La escritura es un mito irreversible
Aunque también sea igual al abandono
De las noches que se suceden una a una
Sin embargo ninguna repetible.
IV
Vuelve y entreteje en la memoria los días más soleados
vuelve y sopla entre mis ojos la luz que ciega y nos aísla
Tengo las manos congeladas
crepitantes
como las mórbidas mandíbulas del ártico
que no mengua ni en las sombras del boreal de marzo
porque los lobos del poniente
ya no trisan sus nostalgias en los estrechos senderos
y ahora sus espíritus retumban como espadas
en el filo de la noche
V
Me abandono
me someto ante la furia del amor
y sus desgracias
porque postrarse salva
aún
en el último rincón de la memoria
(de Construcción de los sombreros encarnados
-música para una muerte inversa)