«Cuando no tenía qué comer escribía un poema, cuando no tenía con quién hacer el amor escribía un poema». Entrevista a Jotamario Arbeláez

 

 

Un terrorista verbal que hace el amor. Un anarquista que eleva sus versos iniciados, según propia confesión, gracias a la influencia de César Vallejo y César Moro. Jotamario Arbeláez, quien junto a Gonzalo Arango fueran piedras quintaescenciales del Nadaísmo colombiano allá por los sesentas, estuvo en Lima para participar en el Festival Internacional de Poesía 2016. Un bardo con pluma y navaja con el que hablamos de poesía, religión, política y por supuesto, de los excesos de la alquimia y el deseo.

 

 

Por: José Carlos Picón

Crédito de la foto: el autor

 

 

«Cuando no tenía qué comer escribía un poema,

cuando no tenía con quién hacer el amor escribía un poema».

Entrevista a Jotamario Arbeláez

 

 

José Carlos Picón [JCP]: A más de 50 años de “des-fundado” —como alguna vez usted sostuvo—el Nadaísmo ¿cuánto de ese espíritu aún queda en Jotamario Arbeláez?

Jotamario Arbeláez [JA]: Nunca he sostenido que el nadaísmo fuera “des-fundado” sino desenfundado, como un revólver. Nos propusimos cambiar el mundo sin disparar un solo tiro y el mundo cambió sin permitirnos cantar victoria. Ya no es el mismo, a ciencia cierta, así la transformación haya sido para peor. Cincuenta años después, los muchachos de entonces fundamos la Fundación del Nadaísmo, para darle personería jurídica al esperpento. El Ministerio de Cultura se sumó con sus dádivas a la prosecución de nuestras prédicas negativas atemperadas, así siguieran atentando contra la misma nacionalidad. Hasta que nos cansamos de decir no ahora que todo el mundo lo dice. Ya no hago las mismas piruetas anarquistas de mi juventud pero continúo con el terrorismo verbal, ahora mejor expresado, para contarlas. Saliendo con las negras comencé mi partida de ajedrez contra el mundo a los 17, ahora tengo 75 y veo que vamos quedando en tablas. Y en esta interminable partida no he perdido ni siquiera una muela. Mantengo intactos los recuerdos desde la infancia. Y la próstata como una uva.

 

[JCP]: Además de poeta usted se desempeña como publicista. ¿Cómo se articula este ‘presente’ con la militancia en el nadaísmo —que se consideraba a sí mismo como una “antesala del fin del mundo”—, tomando en cuenta que trabajó en el diseño de campañas de los presidentes Belisario Betancur, Álvaro Gómez y Andrés Pastrana? Algunos podrían decir que hay contradicción.

[JA]: Me desempeñé, y lo hice pero solamente hasta pensionarme, porque no podía vivir de la poesía, y menos de las amigas. Casi todos mis contemporáneos revolucionarios se empeñaron en tumbar presidentes. Yo me propuse llevar la contraria conduciendo a Palacio a quienes me señalaba la Agencia. Era una orden. Por más que posara de genio no era más que un asalariado. Mientras menos me gustaran los candidatosmayor era el desafío de hacerlos llegar. Nunca gané ni recibí canonjías. Es más, una vez se posesionaban entraba en la oposición periodística. Porque además de poeta, de prosista y de publicista soy periodista. Me persiguen las p.

 

[JCP]: ¿Cómo conoce a Gonzalo Arango? ¿Qué rasgos de su personalidad recuerda y cuál es su legado en la actualidad?

[JA]: Medía un metro sesenta pero era un King Kong literario. Su mirada rajaba los espejos y a las mujeres que le oían se les precipitaba la regla. Los burgueses asistían en masa a escuchar cómo los vapuleaba, y a la salida de las conferencia se lo llevaban con sus discípulos a tomar de su whisky con el hielo de sus mujeres. Vestía la misma capa de Zaratustra y prendía sus cigarrillos con la antorcha de Eróstrato. De Kafka había heredado el hongo del sombrero y el estuche del cucarrón. Las señoras salían de sus beautyparlor con los secadores en la cabeza a verlo pasar como el Anticristo resucitado. Nos reclutó a sus seguidores a medida que íbamos perdiendo el bachillerato.Tenía que decirle que me hablara más lento para memorizar sus palabras. Que constituyen el Nadangelio que ahora estoy escribiendo. A partir de los Adangelios que el profeta dejó empezados.

 

[JCP]: ¿Cómo vivían su radicalidad, cómo asumían su vitalidad anti dogmática los nadaístas?

[JA]: Teníamos que andar dopados para superar la realidad exterminadora. Si el mundo era un veneno nos propusimos ser el antídoto. Muchos jóvenes que tenían preparada una bala, por nosotros se metieron de cabeza en la poesía. Algunos de los que iban para la guerrilla y se quedaron una noche fumándose un cacho de marihuana con nosotros y con Ionesco al otro día no siguieron y son de los pocos que salvaron su vida.

 

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[JCP]: En 1980 o 81 usted fue Premio Nacional de Poesía – Colombia (Oveja Negra-Golpe de dados) con “Mi reino por este mundo”. En él, el humor, el absurdo, la imaginación ilimitada conviven con la cotidianeidad, la indignación política, la espiritualidad, las preguntas por Dios y  la muerte. ¿Cuáles son las constantes en la poesía de Arbeláez?

[JA]: Cuando no tenía qué comer escribía un poema. Cuando no tenía con quién hacer el amor escribía un poema. Cuando no tenía dónde dormir escribía un poema. Cuando sentía que me estaba muriendo escribía un poema. Todos estos poemas los mandé a ese concurso y me lo gané. Y como me quedó gustando, la constante de mi poesía se convirtió en concursar. Así gané luego el premio de Colcultura. Luego el del Instituto Distrital. Luego el Chino Valera Mora de la Fundación Rómulo Gallegos de Venezuela. Y acabo de recibir el López Velarde de la Universidad de Zacatecas por toda una obra producto de mis carencias. No hay deuda que no pague la poesía. Y me he sentido bien pagado, vale decir.

 

[JCP]: Si le dan a elegir: ¿beats o surrealistas?

[JA]: Ginsberg leyendo La Unión libre en la Place Blanche. Breton leyendo Aullido en City LightsBooks. Y aplaudiendo con guantes de box Ferlinghetti y Éluard, mientras Kerouac y Leiris vomitan en el orinal de Duchamp.

 

[JCP]: ¿Cree en Dios? ¿Asume algún tipo de espiritualidad?

[JA]: No creo en Dios, pero creo en Jesucristo su único hijo. Seguimos sin creer en el Credo, ahora que creemos en todo.

 

[JCP]: ¿Tiene alguna predilección por ideología política?

[JA]: La acracia. El anarquismo, el nihilismo, la iconoclastia, el comunismo salvaje, el capitalismo descapitalizado, la teología de la liberación, el comportamiento de los antiguos goliardos, todo ello moderado por las buenas maneras adquiridas en nuestros viajes y en honor del obsceno hombre doméstico en que algunos nos convertimos. En todo caso, no votamos.

 

[JCP]: ¿Qué significó para los poetas de su generación la figura de, por ejemplo, José Asunción Silva, Porfirio Barba Jacob? ¿Fueron usted y sus coetáneos parricidas?

[JA]: Silva nos endulzó el paladar poético con sus Gotas amargas, y nos ofreció la esperanza de tener un amable refugio con la Casa de Poesía Silva, que regentó por muchos años la poeta también suicida María Mercedes Carranza. Lamentablemente la sucedió un perfecto idiota, que ha generado el repudio de la gran mayoría de los poetas nacionales expreso en un manifiesto. A sabiendas de ello tanto el Ministerio de Cultura, como el Instituto Distrital, se empeñan en mantenerlo en el puesto, en memoria de su papá, un intelectual prestigioso que fue ministro. Hasta en eso se manifiesta la impudicia oficial. El funcionario devengando y los poetas “mamando”. Con Porfirio siempre tuvimos respeto por su itinerario de vicios, errancias y transgresiones, que le dieron a su obra un soporte monumental. El parricidio lo perpetramos con los poetas de Piedra y cielo, que no eran unos padres sino unas madres.

 

[JCP]: ¿Y la “convivencia” con poetas de distinto lenguaje y actitud como Giovanni Quessep, Álvaro Mutis o Juan Manuel Roca?

[JA]: A Giovanni lo respeto por su trayectoria y la calidad de su obra aunque no tiene nada que ver con la nuestra. A Álvaro Mutis, quien retrata de la materia lo deleznable y del mundo lo coco a través de la visión de un aventurero con aire rocambolesco, lo consideramos un antecedente supremo. Con Juan Manuel Roca, luego de un pugilato de largos años entramos en una entente que puede ser ejemplo para tantas rivalidades intelectuales que desembocan en el odio y la zancadilla.

 

[JCP]: ¿Fue la bohemia impenitente de sus años mozos, el consumo de drogas en plena época de liberación sexual y experimentación psicotrópica, determinante para la experimentación poética, para su trabajo con la palabra? ¿O qué papel cumplieron estas experiencias?

[JA]: Todo lo que uno hace castigando cuerpo y espíritu, desde emborracharse, drogarse, darse contra el mundo y enamorarse, se paga con la experiencia manifiesta sobre las teclas. Hay que ver más allá del mundo para poder hablarle al mundo del más allá. Qué sería de mí sin mis defectos, decía Gonzalo. Ya no frecuento las drogas. Fumé marihuana hasta que me supo a cacho. Pero mantengo el gusto por el alcohol, única bebida que no considero impotable.

 

[JCP]: ¿Qué poetas peruanos —de todos los tiempos— le parecen interesantes?

[JA]: Para empezar, los que me metieron en el problema: César Vallejo y César Moro. Los que viven en mi admiración y sin conocerlos han empujado mi barca, Manuel Scorza, Javier Heraud, Watanabe, Sologuren, Salazar Bondy, Romualdo, Eguren, Carlos Germán Belli, Eielson, Mirko Lauer. Y los que constituyen la tierra prometida de la amistad entrañable y a la vez el deslumbramiento por su persistente trabajo: Blanca Varela, Antonio Cisneros, Arturo Corcuera, Rodolfo Hinostroza, Ricardo Silva Santisteban, Marcos Martos, Eduardo Chirinos, Miguel Ángel Zapata, Alberto Benavides, Luis La Hoz, Enrique Sánchez-Hernani, Renato Bacigalupo. Mientras más larga es la lista de la memoria, más vergonzoso será el olvido de algún amigo, que espero sabrá disculparme.

 

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[JCP]: ¿Y conoce el trabajo de los jóvenes poetas peruanos?

[JA]: De los muy jóvenes, lamentablemente no. Joven para mí era la poeta nadaísta peruana nacida en Chile Raquel Jodorowsky, que murió de casi 85 hace 5, el día que los amigos le rendían un homenaje al que no pudo asistir por razones obvias. Nunca olvido la dirección a la que desde el 62 le enviaba mis cartas apasionadas: Almirante Guisse 23-67, Lince, Lima, Perú. Por aquí debajo de mi colchón, que es mi caja fuerte, mantengo sus obras inéditas, por si algún día un editor se les mide. Puede ser peruano o chileno. O de cualquier otra parte.

 

[JCP]: ¿Qué le diría a un joven poeta que inicia a escribir sus versos en el 2016?

[JA]: Piénsalo bien muchacho, piénsalo bien. (Cantado en ritmo de tango) Pensalo bien, antes de dar ese paso, que tal vez mañana acaso, no puedas retroceder.

 

[JCP]: ¿Qué lugar ocupa un hecho como el Bogotazo en la memoria de los colombianos? ¿Cuál considera que es el papel de la memoria en la ciudadanía y qué rol juegan la poesía y la escritura en ese sentido?

[JA]: Escribía Gonzalo Arango que, de no haber sido asesinado Gaitán, él no habría fundado el nadaísmo, que tal vez se hubiera ido tras sus banderas. Nadie supo nunca quién lo mando a matar, y si lo supo no lo dijo. Peor aún, del personaje que fue linchado por la multitud y arrastrado a Palacio, Juan Roa Sierra, ahora se duda que haya sido el verdadero asesino.Según argumenta y documenta el novelista y poeta y dramaturgo Miguel Torres en su libroEl incendio de Abril.Castiga así la falta de curiosidad de sus compatriotas, o la ineficacia de su inteligencia, pues tampoco se tiene claridad acerca de los autores de los seis magnicidios siguientes.

 

[JCP]: ¿Está al tanto de la coyuntura política peruana actual? ¿Qué opinión le merece Alberto Fujimori, y que su hija, primera dama durante su gobierno, esté postulando en estas elecciones?

[JA]: Por ahí leí una frase ampulosa, que “el pueblo es superior a sus dirigentes”. Si así fuera, no elegiría los dirigentes que elige. Por cada gobernante que trasciende–con beneficio de una revisión futura–, hay centenas que salen hacia el descrédito y el repudio, cuando no directamente a la cárcel. Pero “el pueblo es soberano” –otra frase pomposa– y por eso se equivoca constantemente. En Colombia, en 1957, se tumbó a Rojas Pinilla gritándole “tirano!” en las calles. Trece años después ganó las elecciones presidenciales. La democracia estremecida se apresuró a birlarle su legítima victoria. El presidente que lo hizo es considerado el paladín de la democracia en nuestra historia y hoy figura en el ostentoso billete de cien mil pesos. Ningún político es bueno, y todos tienden a empeorar. Colombia lo que necesita es un Fujimori, decía el empresariado colombiano en vista de la postración y la corrupción nacional. Ahora muchos de esos empresarios están postrados en la cárcel por corrupción. En Colombia todos los presidentes han sido malos, con las dudosas excepciones de Bolívar y Santander.

 

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[JCP]: ¿Cómo percibe usted el estado de cosas en su país frente a la futura firma de acuerdos de paz entre el gobierno colombiano y las FARC?

[JA]: Hay que hacer la paz después de esa matazón continuada de 60 años. La paz, como el amor, no se hace sola, todos tenemos que poner lo propio. Los nadaístas ya lo estamos poniendo, y es el negociador en La Habana, Humberto De la Calle Lombana. Quién iba a pensar que un día Colombia le iba a deber la paz a un nadaísta. Lo correspondiente sería que Colombia lo llevara a la presidencia. A ver si al fin aparece un buen presidente.

 

[JCP]: ¿Cómo es un día en la vida de Jotamario en la actualidad?

[JA]: Despierto, practico un poco de magia sexual, tomo mis grageas, leo el periódico mientras pedaleo en la estática, me baño, me visto, desayuno, contesto la correspondencia, salgo de librerías, tomo un whisky en un bar ojeando las adquisiciones, saludo telefónico a los amigos, almuerzo con alguna fan o vuelvo a la casa, leo un poco de Bukowsky o de Sade o de Miller, hago el amor o en su defecto la siesta, me levanto a revisar y corregir lo que escribí anoche, voy a un bar a tomar un whisky con Beckett, Cioran o Bernhard bajo la axila, asisto a una obra de teatro del absurdo, un concierto de jazz o una película cómica. Regreso a casa y me empeño en continuar escribiendo con un dedo de whisky mis memorias en verso Las días contados hasta que cantan los gallos, tomo mis grageas, lavo mis dientes, entro en cama, me deshago en amor  y duermo como un bendito.