Por: Diego L. García
Crédito de la foto: www.catedradepoesia.blogspot.pe
Breve reseña crítica: Abril (2016),
de Daniel Freidemberg
En la serie Abril, que ha publicado recientemente la editorial Barnacle (Buenos Aires, 2016), Daniel Freidemberg reescribe esa zona aparecida anteriormente en En la resaca (2007, 2014).
Estos poemas breves –fragmentos, estancias de un solo gran poema interminable como la resaca que deja el mar del vocerío- reflexionan sobre la misma poesía, sobre la propia práctica de escritura como trayecto espiralado que no retorna a un mismo punto sino a su profundización.
Ciertos elementos opuestos constituyen un eje para esa espiral: el cuerpo y el alma, los perros y la lírica, la muerte y el canto, las palabras y la nada, la luz y la noche. La poesía de Freidemberg muestra un trabajo de tensiones agónicas: escribir es exponer(se) al reverso y anverso de la palabra (así lo evidencian las obsesivas huellas de intertextualidad). No de la palabra pulida industrialmente, sino de la palabra pura, cargada con su primigenio misterio y su epifánica resonancia. La posibilidad de exponerSE deviene en la indagación de un yo como sujeto del antipoder (en términos de John Holloway), es decir, la construcción del sujeto poético apunta a sostener un orden ajeno a la legislación capitalista:
Abril (XXV)
Sobre las ruinas
de las co-
rrespondencias, las
correspondencias
de las ruinas, escribo.
Por “capitalismo” Holloway refiere no sólo a un modelo económico, sino a toda una estructura psico-social (llámese también “cultural”). Estos poemas dejan expuesta esa distancia entre las capas de realidad que el discurso hegemónico no permite dilucidar (no le resulta conveniente un pensamiento despegado, aireado, des-enajenado) y que muchas veces hasta el propio discurso poético al asumir una retórica tan cómoda termina por reproducir; pero he aquí la poesía de Freidemberg, en este Abril con su etimología afrodítica, para despegar los estratos del murmullo y dejarnos ver la desnudez de esa distancia en la que somos verdaderamente:
Abril (XXVII)
Eso que ahí queda, al
irse el mundo, es el mundo.
Otro poema:
Abril (XVII)
Poesía para con-
mover? Hipó-
crita lector, lo
toma o lo
deja, el destino
ladra en
el horizonte
abandonado.
Eso que ardió en
la pira de
las palabras
no ardió, no
pasó nada,
pero ardió.
Ahora vengan
y digan lo que
corresponda,
ladra el destino en
el horizonte, las
horas y los años pasan
en ese o en
otro horizonte, y
se van, como
se van yendo
las palabras. Ardió.