7 poemas de «Eternura del bodegón» (2018), de Eloy Jáuregui

 

Por Eloy Jáuregui*

Crédito de la foto el autor

 

 

7 poemas de Eternura del bodegón (inédito, 2018),

de Eloy Jáuregui

 

 

 

Rocío de rocotos y un ají limo

 

En la espesura de su talle

me pierdo enamorado

esculpiendo una efigie de memoria.

Su mirada es tan límpida

que observo el boscaje

más allá del cielo de sus ojos.

Sus muslos cual dunas sin sosiego

su vientre es cálido porque caliente es su celo

Cuando toco su botón y capullo

noto que en breve detonará mi juicio.

La vez que se recuesta y mira el cielo

es preferible un silencio de estruendos

y un salmo entre sus pliegues.

Como danza antes de ser poseída

escarchas de sudor platean su desnudez

y sometida gimotea conmovida

Apostado así entre sus piernas

intento hacerme eterno y

un ciclón de sus caderas me derrotan.

 

 

 

Estudio de la manzana a medianoche

 

De todas las frutas remordí hasta la más áspera

las de pieles esplendidas y carnes insípidas olvidables.

desdeñé pulpas insulsas mientras tejía que llegabas,

médulas sin historia, meollos sin escrúpulos sus texturas.

De todas atendía más, un extracto de demencia, un sollozo,

a las cetrinas con rezos, a las aleonadas agrias con ternura.

De todas las frutas ninguna me hizo feliz y adicto anhelando

ni en la mesa de mi niñez ni en el lecho de mis desayunos

y sobre el mantel solo el zumo de los olvidos ad portas.

Y eres pulpa reluciente, y llegas por la tarde, encarnada

fruta de luz, perpetuidad de mi agonía, navío del verbo.

Cada hombre besa la piel antes de su olvido glorioso

y el bodegón de geometría desaborida luce hoy tu destello

tez del apetito escudado, pepita trémula de mi estertor

manzana del resplandor si comprendieras como serlo.

 

 

 

Vellos de la cebolla yerma

 

A dentelladas olvidé tu tersura y ante

su entraña solo lamí su botón sin cáscaras

la esmaltada lágrima descorriendo tus fuelles

el rancio de su sabor, la sal de su arrechura.

Penetré en su semilla, horadando sus lomos

y ese dardo detenido desde hace un lustro

al fin toca la médula de sus leches destiladas.

De la jauría en sus dunas doy fe con mis dedos

de la matriz de tu gozo, los anillos rasgados

y un puñal de aromas desgarra la yema fúlgida.

Absoluta redondez húmeda y brillante

ahora muerdo su sol aromoso y lloro

hoy eterno atenazado a tus cielos.

 

 

 

Muslos de una tuna bermeja

 

Yo te ostento siempre con tu vacío mientras te saboreo

bebo del consumo de tu talle como una espina de vino

y no puedo ser tu posible en vano erguido vanidoso fatuo.

Y son esas bragas de bocado sustancioso que lacero

delirando mientras te leo y mastico ajado de olvidos

mi sustancia que trituro cual espejismo de tus aromas.

Miel de tu silueta que se pierde en la niebla de tus hebras

el artificio memorioso que guarda todos los líquidos

de tu médula y tus ancas resplandeciente de asfixias

eternizado tatuado a tu carne sangrante de espasmos

toco y refriego mi alabarda en tu entraña de abandonos.

 

 

 

Guaba en ayunas más el desierto

 

Resbalo mis anulares en tus colinas que son las perlas

que hallé debajo de tus ropas inundadas de escarcha

en los abismos de mi desvarío que cincela tus muslos

bañados del néctar dócil que expele la vigorosa

curvatura de tus grupas que relinchan vencidas

cuando ingreso a la oquedad de tu puro secreto

acuoso luego de travesear desde tu dorso en medio

de los más tiernos alborotos de la súplica en los

himnos celestiales de la polución gloriosa que tu

entraña traza imperecedera ese poema en mi

leño que perpetúa solo el puro ardor del desprecio.

 

 

 

Limón en un canasto de ahogos

 

Trajino el sendero entre la espesura de tus sofocos

lento cruzo las sombras de las viñas que cobijan el arrebato

de tus carnes, y me encallo en el vórtice de tus líquidos

capitán de tu delirio, abrazo tu lomo quieto y desbordo

la desembocadura de niña, esa gaviota que me sueña

dentro tuyo incontinente, íntimo de tu matriz, enamorado

siempre tu sombra, prendado del origen de la sustancia

que nos acopla, pausados ardientes de tus apariciones

solo dos cuerpos y la tinta escrita entre las sábanas.

 

 

 

Pallar húmedo del botón

 

Si te hubiera conocido después

Una gota de agua sería una lluvia

De estrellas en mi cuerpo filudo

Como la uva cuando está esmaltada

O como el olvido cuando es memoria.

 

 

 

 

 

*(Lima Perú. 1959). Escritor, poeta y periodista. Licenciado en Lingüística por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú). Es un reconocido cronista de culturas urbanas. Tiene una veinte de libros sobre historia y música. Fue profesor de la Universidad de Lima. Ha publicado en poesía Maestranza (1977), Profundo vello (2010), Crema carnal (2015) y Eternura del bodegón (2018)