Por Ágata Navalón*
Crédito de la foto (izq.) Clara Manzano –
www.lanzadigital.com /
(der.) Ed. El Petit Editor
5 poemas de Fragmentos de Vikingo (2022),
de Ágata Navalón
I.
LUZ
Antes no había luz.
Vivían sin luz,
amaban sin luz,
reían sin luz.
Y llego la radiación electromagnética brillante e iluminadora de rostros,
nacida del hombre primero,
bautizada por la máquina después.
Lúmenes en candela,
luces para dormir bebés con sonidos digitales de una nana inventada, que no
tejieron los
viejos,
luz morada que te despertará de tus sueños.
No hay filtros,
luz absorbente de ojos,
degeneración macular que abre la grieta en esta alma,
inacción imposible porque la luz te vigila,
ojos secos de lágrimas artificiales
gotas con conservantes multidosis,
lubricantes de horizontes para ordenadores biológicos,
albúmina, sal, viscosantes y emulsivos no demulcentes, geles mucílagos.
Queda el regreso
el regreso al túnel de la oscuridad,
al solo escuchar el ruido de la calle
porque ya nadie lee libros en voz alta.
Luz viva,
locura en tu lucidez, soles de litio y cobalto,
reiterados mensajes en cada luminaria, afables disculpas y perdones,
luces, la muerte de saber que nos cegarán.
Malditos, escribimos, amamos y te seguimos, luz naciente de cristal líquido,
y la anciana deja la carta en el buzón equivocado,
nadie ya es estudioso de la ciencia de los correos primitivos.
Hemos perdido algo en medio de esta guerra, en la búsqueda de un sentido al origen.
Cocinaban sin luz.
Antes de todo esto.
Antes de la luz casi blanca parpadeante en el techo de tu dormitorio.
Se escapa
se te escapa,
hablaban a oscuras
también morían,
sabían de la muerte y de la oscuridad antes de que sucediera.
II.
VINLAND
Hemos estado allí ¿lo recuerdas?
No dejamos rastros ni rostros,
solo tierra y silencio con pupilas plantadas,
cuyas raíces ruidosas aplastábamos al caminar.
La bautizaste Vinland pero nunca se materializaba ese nombre.
¿Qué es esto? ¿Cómo se llama? Dilo,
nómbralo, nómbranos, nombra el nombre
-gritabas-,
mientras te soñabas dueño,
tú vikingo dueño de la tierra, dueño de mí, dueño
de la hoja seca y el fruto licuado:
zumo caliente podrido
que se imagina divino; líquido
mágico ladrón de esferas,
las nuestras.
Regresaré, regresaremos -me decías-.
y después, luego, más allá del entonces,
más lejos de tu grito y tu nombre y tu mirada férrea sobre mi y esa tierra,
han escavado, nos han buscado,
ellos, aquellos que no son nuestros hijos,
sombras de los hijos muertos que me arrancaste,
tú y los otros.
Fue solo un colapso,
un asentamiento inconcluso,
un destello,
aquí,
han escrito ellos.
III.
LAVANDERÍA
Insolventes e intangibles para los imperios de las luces azules,
caminan empujando sus enseres los hijos de las calles.
No los mires, vikingo, esa es la norma.
Infranqueables se apoyan en los muros pintarrajeados,
en los que las mesnadas urbanas han perfilado un territorio.
Huele a hamburguesa de carne cultivada en los sótanos de los garajes alquilados.
El ascensor se ha vuelto a parar en el piso equivocado,
respira, vikingo, llegaremos a tiempo a izar las velas.
Los taburetes metálicos pintados de naranja son iluminados
por las bombillas recicladas de las casas abandonadas.
Son contaminantes, es el plomo.
Tú, no logras entenderlo.
La mujer de jersey lanudo y azulado de fibras tóxicas y orientales,
tocadas por manos pequeñas, devora carne.
No tiene esclavas.
No será enterrada con su barco.
No cultivará en el invierno.
No empuñará la espada.
No caerá su cuerpo sobre el enemigo casi rendido.
No lo arrastrará por la playa.
Ningún rizo le traerá una dicha,
ningún rizoma que enganche con su conocimiento sensible.
La trayectoria circular de las estrellas no sabe de todos estos movimientos terrestres.
Las miramos tras el cristal que complacientemente detergenado
nos esconde en este purgatorio,
lejos de la última batalla.
No ganamos,
estamos en tierra lavando escudos con líquido oxigenante.
IV
VALLE DE LÁGRIMAS
Un hombre salvaje y oscuro cruza un páramo absurdo habitado por coches sin dueños.
Algunos se agarran a sus cepos metálicos,
capturados, no organizan una vida ordenada.
El tiempo los destruye estáticamente.
La luz solar choca contra ellos, dispersándose,
descomponiendo colores sobre las chapas anaranjadas,
el óxido imita el color de la piel, del alma, del caminar del hombre que no nació en
este
valle.
El hombre araña la idea de su cuerpo sobre el agua desaparecida
porque los poetas inútiles no explicaron los hundimientos.
El agua está bajo tierra, pero nadie la espera.
El hombre no mira. Cruza.
El sol, estrella vieja, lo es todo.
Luz fracturada en siete colores, invisibles para un invidente capaz de medir las longitudes de onda,
el hombre tienta la perturbación invisible a sus ojos,
en este nuevo valle de lágrimas y astronautas movidos por los hilos de las máquinas teledirigidas
Nosotros no vemos tampoco dónde habitan los dueños.
Sobrevuelan sus máquinas. El hombre solo las oye
en esta tierra ignota, desencadenante de los hechos narrados.
Los recitarás, tú, con espadas náufragas del oro derretido de las conquistas,
espadas ciegas como ese hombre.
No me crees, no me creéis, lo sé. Lo veo. Aún veo.
V
Identidad
Me preguntáis por el supercúmulo filamentoso.
Queréis entender cuáles son las unidades de mi conciencia,
los procesos neurobiológicos que desencadenaron mi derrota frente a la planicie.
Soy testigo de vuestro reclamar de raíces
y de las cicatrices permanentes en forma de ombligo.
Os niego ese razonar buscando la comprensión de la infinitud de mi camino.
No, no creo en la medición cuántica del brillo del universo estático,
olvidáis los huecos y grito cada día porque no tengo miedo,
soy, quizás, la última.
Sobreviviré hasta el final de vuestros días, cuando entonces habléis con Dios,
Y ÉL os dirá:
ella no era nada, no pesaba, era aire invisible
a ella le negué descendencia,
ella es la última, no es mía.
Entonces, os daréis cuenta de que todo fue un sueño,
de que la tierra no estaba bajo vuestros pies,
que los hijos tampoco fueron vuestros.
Opuestos al sol, bajo la falsa tiniebla, no visteis la luz que cae de las estrellas distantes.
Es el origen que habéis olvidado y al que yo pertenezco.
*(España). Poeta. Ágata Navalón puede ser un nombre o muchos nombres. Es licenciada en Filología anglogermánica por la Universidad de Valencia (España). Se dedica a la enseñanza de Literatura a todos los niveles, con periodos en el extranjero, especialmente en Reino Unido y, en la actualidad, en España. Su vida ha estado ligada a la formación, a nivel universitario, en el Centro de Lenguas de la Universidad Politécnica de Valencia (España) y en la Universidad de Castilla -La Mancha (España), dentro de Máster de Educación, como en las aulas de secundaria, desarrollando en el centro mismo de la Mancha proyectos que aúnan poesía, vida, viajes, inclusión, Erasmus y formación del profesorado. Con sangre de poetas es slammer intermitente en la ciudad de Valencia (España) y ha participado en festivales urbanos como Vociferio, Cabanyal Intim, Benimaclet Confusion, entre otros; además de colaborar y organizar eventos que aúnan arte y literatura como Poemaeye y Loberso en Valencia (España). Ha publicado en poesía Fragmentos de vikingo (2022).