«Hay una instancia superior a nuestra más baja miseria», entrevista a Mercedes Roffé

Reproducimos la entrevista a la poeta argentina Mercedes Roffé, publicada en e blog CAILEGDL recientemente.

 
 

«Hay una instancia superior a nuestra más baja miseria»,

entrevista a Mercedes Roffé

 
 

Por: Raúl Armenta Asencio

Crédito de la foto: http://casabello.gob.ve/eventos/

festival-mundial-de-poesia/poetas-internacionales-2007/

 

 

Con dos libros bajo el brazo, la escritora argentina, Mercedes Roffé, llega a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Por una parte, su más reciente selección de poemas, Carcaj: Vislumbres, y por otra su participación en la antología de poesía argentina, La doble sombra.

En Carcaj, el lector encontrará dos grandes poemas, divididos en 30 y 20 cantos respectivamente, en el que el tema principal es la naturaleza, el silencio (que después se hace sonido) y el movimiento. A lo largo de 73 hojas, que se leen rápido, pero dejan pensando durante días después, el lector encontrará una poesía movida que invita a la reflexión sobre nuestra manera de ver el mundo.

Por otra parte, en La doble sombra, Roffé participa con ocho poemas y tres cantos (estos últimos, incluidos en el libro Carcaj).

 

1.        Recientemente tu obra fue seleccionada para la antología de poesía argentina, La doble sombra, ¿cómo te sientes con esto?

Siempre es una alegría y una forma de reconocimiento ser invitada a participar en una antología de este tipo, junto a otros poetas de mi país y, en su mayoría, de mi generación. Todavía no he recibido mi ejemplar, de modo que no puedo manifestarme mucho en cuanto a la presentación que han elegido hacer los editores. Por lo que sé y se deduce de los nombres de los poetas reunidos, esta compilación se propone como un esfuerzo por centrar la atención en los poetas que han estado desde hace décadas fuera de Argentina y en aquellos que, por ser de las provincias, no disfrutan de la visibilidad de otros que hace tiempo se han radicado en Buenos Aires. Obviamente, sé que faltan algunos nombres insoslayables de la poesía argentina actual. Pero todo no se puede. De modo que es probable que esta antología cumpla una función muy importante, complementaria digamos, frente a otras compilaciones centradas en los poetas, igualmente reconocidos, que desde hace tiempo residen en Buenos Aires.

 

2.        Acabas de publicar el libro Carcaj: Vislumbres, ¿qué quiere decir “carcaj”, y por qué escogiste este título para el poemario?

“Carcaj” es sinónimo de “aljaba”, una hermosa palabra de origen árabe que designa el estuche o caja —por lo general de cuero— que se usaba en otros tiempos para portar flechas y otros instrumentos de caza. El carcaj es también uno de los atributos más conocidos de Cupido. En cuanto a la elección del título del libro, no escogí una palabra, sino un sintagma. Es decir, una sucesión de semas con un cierto ritmo y ciertas connotaciones. Lo importante es que cada lector/lectora se sienta con la confianza de interpretar por sí mismo/a la relación entre ese título y los poemas que conforman el libro.

 

3.        Resides en Nueva York desde 1995, ¿qué diferencias encuentras entre la poesía que se escribe en esa ciudad y la que se escribe, digamos, en tu ciudad natal, Buenos Aires?

Creo que los jóvenes que están escribiendo ahora mismo en Nueva York toman —para bien o para mal— al grupo de los Language Poets como sus antecedentes más distinguidos, aun cuando lo que escriben no tenga nada que ver con la propuesta de aquel grupo, que se dio a conocer en los Estados Unidos en los años 80. Por su parte, muchos de los jóvenes que están escribiendo ahora mismo en Buenos Aires parecerían buscar sus fuentes más en la narrativa —y en un tipo muy particular de narrativa— que en la poesía de las generaciones precedentes. En el mejor sentido, atribuyo esto al hecho de querer dar cuenta de ciertas preocupaciones que comparten con los novelistas más jóvenes. En el peor, creo que lo que les atrae —al menos a algunos de ellos— es la posibilidad de un éxito o una repercusión más o menos inmediata.

También hay otros jóvenes, curiosamente menos visibles, que se están abocando a otra cosa, a otras búsquedas, en las que las groserías, las malas palabras, el lunfardo y las situaciones delictivas no son la salida fácil y efectista de todo lo que escriben. Esos clichés son la triste herencia de cierto grupo de poetas muy halagados en la década de los noventa.

A partir del 2000 fueron saliendo algunas antologías que dan cuenta de una nueva generación de poetas más amplios en sus intereses, más matizados, y mucho más atentos al desarrollo de una estética más personal, más individualizable.

 

4.        Acaban de reeditar tu libro, La ópera fantasma, ¿qué tan importante es este libro para ti?

Considero que La ópera fantasma es un libro importante en mi trayectoria en tanto marca un cambio de dirección respecto de lo que había sido hasta entonces la base de mi poética. Es un libro que escribo después de varios años de estar radicada en los Estados Unidos y no puedo negar que da cuenta de un diálogo con culturas y tradiciones a las que no estoy segura de haber podido acceder desde otro lugar de residencia. Nueva York influyó en mi poesía a través de ciertas lecturas que no tienen tanto que ver con la poesía que actualmente se escribe en Nueva York, del mismo modo en que influyó en mi interés por las artes visuales a través de sus galerías y sus museos de un modo que me remitió a ciertos artistas argentinos o franceses tanto o más que a aquellos que están desarrollando hoy mismo su obra en los Estados Unidos.

 

La opera fantasma
Poemario «La ópera fantasma» (2012), de Mercedes Roffé
Crédito de la foto: http://www.libreriadelau.com/la-opera-fantasma-poesia-1.html#.VIcoVDHF9DA

 

5.        ¿Cuándo decides que ya son suficientes poemas como para ir a publicarlos?

No se trata de un número. No es cuestión de que “ya tenga suficientes poemas”. Tiene que ver más bien con el desarrollo de una voz, de una estética, de una investigación posible, de una pregunta guía. Cuando esa voz o esa poética ha dado todo lo que puede dar de sí, cuando la investigación ha agotado sus preguntas y ya empezaría a repetirse a sí misma, el libro terminó, no importa si se han escrito cinco o cien poemas. De ahí la importancia de las distintas secciones. En la medida en que esté dividido en cierto número de secciones, un mismo libro puede albergar diferentes preguntas, distintas investigaciones, varios rastreos. El libro se da por terminado cuando el hilo que une todas esas preguntas, todos esos rastreos, da cuenta de haberse consumido o consumado. Entonces es hora de dar el libro por hecho y de pasar a otra cosa —otras preguntas, otras voces, otras investigaciones.

 

6.        ¿Qué se puede, y debe, hacer para que los jóvenes lean más?

Creo que la escuela es el lugar donde se debería crear el interés por la lectura. El hogar también, pero los padres no pueden hacerlo todo, especialmente si ellos mismos no son grandes lectores. La educación a cargo de los padres debe pasar por otros ámbitos. Para la escuela, en cambio, no creo que la lectura pueda ser un área opcional. Es la educación sistemática la que debería introducir y familiarizar a los niños y a los jóvenes en el placer de la lectura y en la interpretación de lo leído, así como en la expresión oral y escrita del propio pensamiento. No sólo un programa de estudios bien meditado, sino también maestros y maestras con la voluntad de enseñar los textos fundamentales de la propia cultura y capacitados para hacerlo, son las bases necesarias para iniciar a los niños y los jóvenes en la lectura.

Pero pienso que es importante también que esos textos claves se enseñen con una perspectiva crítica. Es la única manera de no seguir transmitiendo tantos viejos prejuicios, odios y estereotipos —raciales, clasistas, misóginos, homofóbicos— como albergan la mayoría de los textos fundantes de nuestra cultura. También creo que es fundamental que cada escuela cuente con una biblioteca bien surtida de libros en la propia lengua y buenas traducciones de autores extranjeros. Y que los libros se conserven en buen estado, lo que es también una forma de respeto —al libro y a los chicos— y de invitación a ese momento tan especial que es el de la lectura.

 

7.        Si me perdonas la intromisión, vi que en tu facebook has expresado tu apoyo a los familiares de los 43 estudiantes desaparecidos y a toda la situación que está viviendo actualmente en México, en lo que se refiere a esta “insurreción” contra el mal gobierno y la impunidad, ¿qué te hace tan cercana a México como para expresar este apoyo?

Pienso que uno no puede estar reclamando justicia para los jóvenes desaparecidos en Argentina en los 70, y no mostrarse igualmente sensible a los 43 jóvenes desaparecidos en México el 26 de septiembre de este año, o a los 11 apresados en el D.F. en la marcha de ayer. Pienso que tampoco podría reclamar legítimamente por estos jóvenes sin reclamar a la vez por los estudiantes detenidos en Caracas el 12 de febrero de este año, así como los tantos más apresados o desaparecidos en los días subsiguientes. No entiendo una hermandad latinoamericana en la que los jóvenes de mi país nos duelan más que los de Venezuela o México o Colombia.

Aun así, te diría que mi preocupación va más allá de la desaparición de estos jóvenes.

Que estos 43 jóvenes son el ancla a la que se aferra el pueblo latinoamericano menos comprometido, menos alerta.

Mucho antes de la tortura y desaparición de estos 43 estudiantes —todos varones, de clase poco menos que indigente, con la voluntad y la posibilidad de acceder a la escuela normal— a mí me preocupaban los más de 100.000 desaparecidos de los dos últimos gobiernos mexicanos. Me preocupaban las 2,666 mujeres prostituidas y desaparecidas que consignó Bolaños. Pero las mujeres prostituidas y desaparecidas en Ciudad Juárez no son materia de interés para la opinión pública internacional. Te cuento que comentando hace unos años este grave problema, escuché a una colega —letrada, argentina, residente en Nueva York— plantear la pregunta: “¿Pero están matando mujeres, o están matando prostitutas?” Mal que nos pese, ese es el tipo de opinión pública que ignora todo crimen hasta que se produce la desaparición de los 43 normalistas. Yo no puedo sentirme cerca de esa gente. Los muertos de México me preocupan desde mucho antes del 26 de septiembre de 2014. Esa es la relación que tengo con México, como la tengo con Caracas, como la tengo con Argentina en la medida que sigan produciéndose, como está sucediendo, dos o tres feminicidios por semana, como me preocupan las mujeres y las niñas prostituidas en Brasil para darles un plus pseudofestivo a los varones asistentes al Mundial de Fútbol. Más allá de cierto límite, todo crimen común es responsabilidad del Estado. Por eso protesto contra los estudiantes detenidos en Caracas, por eso me hago eco de los 100,000 asesinatos perpetrados bajo los dos últimos gobiernos mexicanos, por eso me indigna el número de mujeres asesinadas por sus parejas y ex parejas en la Argentina de hoy día, por eso repudio un gobierno que ponga a miles de niñas al servicio del turismo sexual.

 

8.        ¿Por qué escribes poesía?

Porque sigo creyendo que hay una instancia superior a nuestra más baja miseria. En sus formas más cabales, la poesía, la música, el teatro, las artes visuales nos ponen en contacto con esa instancia.

 

9.        ¿Existe alguna diferencia real entre la actividad cultural que se vive en una dictadura y la que hay en un sistema democrático?

Existe una diferencia real y radical entre cualquier cosa que sucede bajo una dictadura y las que suceden en un sistema democrático. Lo que está en juego en una y otra es la integridad ética y física del ser humano. Algo de tal magnitud no puede sino tener consecuencias extremas en cualquier situación que se viva.

 

Roffé 2
«Carcaj: Vislumbres» (2014), por Mercedes Roffé
Crédito de la foto: http://regorique.blogspot.com/2014/06/un-anhelo-que-es-hambre-de-ser-sobre.html

 

10.    Tus poemas tienen una musicalidad muy característica, pero ¿qué música escuchas para inspirarte de esta manera?

Solo los poemas de la sección “el pájaro de fuego” de La ópera fantasma nacieron a partir de obras musicales, y en esos casos las obras se consignan en los títulos. Todos los demás poemas nacieron del silencio. De prestar atención al silencio. Su musicalidad nace de allí.

 

11.    ¿Estás trabajando en algún otro poemario actualmente?

Sí, por suerte. Estoy trabajando en otro libro de varias secciones, como lo fue La ópera. En cada sección exploro distintas poéticas o áreas de interés —desde algunos recursos de la poesía indígena norteamericana hasta alguna incursión en el absurdo. Cosas que de algún modo ya he rondado antes también.