5 poemas «Crónica de las aves de paso». Áccesit del Premio Adonais 2017, de Pablo Fidalgo

 

Por Pablo Fidalgo Lareo*

Crédito de la foto www.losritmos.es

 

 

 

5 poemas de Crónica de las aves de paso. 

Áccesit del Premio Adonais 2017,

de Pablo Fidalgo Lareo

 

 

Porto Palo di Capo Passero

 

Abubakar se sienta a nuestro lado en la playa.

Está con todos sus compañeros, pero él nos busca.

Miran, día tras día, el mar por el que llegaron a Sicilia.

Italia los aloja en un hotel del pueblo. Son trescientos.

Alguien les roba su paga de cada día

y el pueblo no quiere que estén aquí.

 

Abubakar tiene quince años.

Cada día llegan hombres y mujeres al hotel

y adoptan a los más pequeños.

Llegan, eligen, pagan y se van.

Pregunta si nosotros lo adoptaríamos.

Yo le digo que no es tan fácil, pero sería fácil.

Podría ser fácil.

Después caminamos hasta el puerto.

El barco en el que llegó está allí, partido en dos.

Quiere ir al norte de Italia, a Milán, allí no roban, dice.

Soy un refugiado político, dice.

Pienso, Abubakar, que tú eres quien menos necesita ser adoptado,

que tienes fuerza para sacar tu vida adelante

y lo digo para salvarme.

 

Después un hombre nos lleva a la isla.

En la isla, un huevo de gaviota.

Es el momento exacto del nacimiento.

Es la guerra por nacer de un ave.

Los sonidos, la pelea, la cabeza que golpea.

Es la guerra por nacer de Abubakar.

Es la guerra de nuestro amor por nacer.

Ellos vienen de la guerra. ¿De dónde vengo yo?

 

Yo no te adopto, pero te bendigo.

Yo no te llevo conmigo, pero te recuerdo.

La luz de este inverno es un milagro

como lo es haber nacido así.

 

 

 

Vittoria. Diario

 

En la Villa Comunale los chicos africanos jugaban vigilados por una mujer. Ellos, como yo, ya no pensaban en escapar. O fingían que no iban a escapar porque pensaban hacerlo aquella misma noche. Entonces me preguntaron, ¿te gusta la ciudad? Es decir, ¿Te gusta la ciudad que no le gusta a nadie? Sí, me gusta.

 

Descubrí el mercado en la plaza. Cajas de frutas, de fresas. Llegan de los campos en las furgonetas. El niño dice, signora, prego. Pronto viviré en este sur desolado, en el desierto y en el jardín. Todos los lunes a las seis de la tarde las mujeres rezan el rosario junto a la estación. Es una virgen pobre, nueva, exiliada fuera de la ciudad. Todos los lunes una hora en pie por amor. Sujetan el rosario ante ella como si ese gesto pudiera salvarlas. Dime tú, que conoces las leyes de la partida y la llegada, ¿quién soy? Los perros corren tras los trenes. Yo pregunto, ¿qué puede una oración? ¿Quién reza por mí?, y yo ¿rezo por quién? Donde no hay nada, hay la vitalidad, el intercambio, la ficción.

 

Escribo a mis amigos sobre esa oración. Si nosotros viviéramos juntos, ¿nos juntaríamos así para rezar? ¿Crees que este lugar, este viaje y esta nada, curarán mis pecados? Después en Módica, en el café, le cuento a Antonio cómo ha sido mi viaje. Se ríe porque viajo en tren. Le digo, vosotros deberíais amar vuestros trenes, amar vuestra infancia infinita, y sólo entonces vuelve a estar serio.

 

Dime, ¿te gusta la ciudad que no le gusta a nadie?

 

 

 

Capo Vaticano. Diario

 

Este mar es una tumba. En esta tumba hay un conflicto. De la tumba salen enfermedades. Unos huyen y otros nos quedamos porque queremos verlas crecer. Porque esa enfermedad somos nosotros. Miro a mi alrededor, en el tren todos los africanos viajan sin billete y son expulsados una y otra vez. El revisor dice: esto es Italia, no es África. ¿Qué hacéis todo el día, qué edad tenéis? Pero esto sí es África, estamos más cerca de África que del centro de Europa, que nunca piensa en una situación así. Nos pregunta: Vuoi que sei ragazzi, que dovevo fare?

 

En las afueras de Gioia Tauro hay mujeres desnudas junto a la estación. Cosa dovevo fare? Primero pedir perdón. Después pedirlo otra vez. Ya verás cómo luego el día es diferente. ¿Te cansa el dilema moral? ¿Te cansa pensar? Para eso nos pagaron. Estoy agotado de pedir a todos que se bajen de mi vida, que se hagan invisibles. ¿Qué hacéis todo el día? Uno de ellos, el más joven, no se baja, y como él no baja, sus amigos vuelven a subir. Pienso en Rosa Parks, y ese es el día que nos ha tocado vivir.

 

Capo vaticano. ¿Ustedes que son jóvenes, qué piensan de esto? Le cuento la historia de los ferroviarios en la guerra civil española y de cómo se jugaron la vida. Lo importante es estar a la altura de la historia. Para eso sirve un trabajo ¿Ustedes que son jóvenes qué piensan de este paisaje? ¿De los esclavos? ¿De los trenes del holocausto? ¿De los descuentos de grupo?

 

¿De verdad quieres saber qué pensamos de nuestra juventud que avanza al lado de la suya?

 

 

Lecciones de tinieblas

 

I

 

Cuando era niño debía hacer amigos.

A cada niño le entregaba

un diálogo sagrado posible.

Si uno solo hubiera contestado

yo no estaría escribiendo estas palabras.

 

Digo: adiós, comunidad de jóvenes;

hola, comunidad de árboles

que lleváis siglos dando frutos.

No estoy comparando.

Yo me acuesto bajo los árboles

y muestro a todos lo que queda

cuando las etapas se han acabado.

 

¿Por qué alguien que pasa cerca de la casa de su infancia

no quiere verla

o no quiere dormir en ella?

¿Por qué han venido a hablarme

cuando estaba a punto de hacer un amigo, un viaje

y no cualquier viaje?

¿Ahora nos tenemos que ir?

¿Ahora que tenía una posibilidad de salir de casa?

 

Sabes de lo que hablo:

ahora que iba a hacer un amigo,

y no de cualquier manera,

sino dedicándole años, días, palabras,

¿por qué te lo tendría que entregar?

 

 

II

 

Te recuerdo el tiempo en que te reías de mis viajes.

De tanta risa nació un lugar como este.

Cuando llegues a este mar

te daré una rama de árbol y te diré:

todo duele y aún no puedo salir de este silencio.

 

Tú llevarás la rama en la mano o en la boca,

tendrás que protegerla,

pasar las fronteras que vuelven

a ser más fronteras que nunca.

Te preguntarán, mientras la miran:

¿tienes una historia?

Saber que agarras lo que te ofrezco

será un inicio posible.

 

Sólo cuando pase algún tiempo,

cuando la rama ya no huela ni te recuerde nada,

alguien te dirá: ¿dónde crees que vas?

¿Por qué has hecho daño a un árbol?

 

 

 

Paolo Orsi

 

Paolo Orsi, ¿mereció la pena tanta muerte,

tantos fragmentos, que primero no encajaban y al final sí?

¿Mereció la pena Italia, Sicilia, Nápoles, Locri,

el sol, los años desgarrándonos la piel?

¿Mereció la pena excavar a mediodía

en las noches de amor de los otros,

a plena luz, donde nunca imaginaron encontrarse?

¿Mereció la pena mover tantos pueblos,

tantos muebles de lugar?

¿Mereció la pena apartar muros y montañas

para encontrarnos sólo unos días antes de lo previsto?

 

Paolo Orsi, ¿mereció la pena inventar tantos relojes

para saber que no podemos pasar más allá?

Hágame el honor de dormir en mi casa,

doctor, aquí no hay nada preparado

pero nosotros guardaremos silencio.

¿Mereció la pena encontrar los restos y preguntarles,

estáis haciendo una cura de sueño?

 

Paolo Orsi, ¿cómo llegamos después de años de silencio

y fuimos capaces de decir,

déjamelo a mí que tú no sabes?

¿Cómo fuimos capaces de vivir entre los gritos

de estas piedras y estos huesos

que fueron el país natal de alguien,

que fueron el país que otros miraron a los ojos?

 

Paolo Orsi, despierta,

¿no está todo enterrado muy profundamente?

¿Mereció la pena, Paolo Orsi, tanta Calabria, tanta Siracusa,

tanta sencillez franciscana?

¿Mereció la pena pasar la noche

en ciudades oscuras que han cambiado de nombre

y quieren volver a cambiar incluso hoy?

¿Mereció la pena preguntar tantas veces con quién tengo que hablar?

¿Mereció la pena guiar a tantos por tantos milagros,

posar como estatuas recién descubiertas, casi avergonzadas?

¿Mereció la pena al fin tanta isla y tanto aislamiento?

 

Paolo Orsi, ¿cómo decirte? Tú buscaste la luz dentro

y la isla fue sacando lo mejor.

Cuando aparezca la primera señal de distancia

o de odio por esta luz, por esta isla, me iré por donde vine.

Paolo Orsi, cada uno de nosotros es un coro

de voces que no entienden

cómo las otras voces fueron elegidas.

 

Dime, ¿mereció la pena finalmente conceder tantos honores,

dormir en casas de tantos desconocidos?

¿Mereció la pena reorganizar el pasado

como si fuera un ejército que quiere luchar contra nosotros?

Paolo Orsi, ¿mereció la pena, realmente,

demostrar quién manda aquí?

 

 

 

 

 

*(Vigo-España, 1984). Poeta, performer y dramaturgo. Vive y trabaja en Lisboa. Ha obtenido el Premio de poesía Injuve, 2012. Como dramaturgo ha escrito los textos para la escena Só há uma vida e nela quero ter tempo para construir-me e destruir-me (2015) y Allez mourir plus loin (2016). Sus últimos trabajos son producidos entre Portugal (Teatro María Matos y Rivoli), Francia (Theatre de la Ville) y España (CDG y Festival BAD). Ha comisariado ciclos de artes escénicas para el desaparecido MARCO (Vigo) y Alhóndiga Bilbao. Ha estrenado las performances O estado salvaxe. Espanha 1939 (2013), Habrás de ir a la guerra que empieza hoy (2015) y Daniel Faria (2017). En la actualidad, dirige el Festival Escenas do cambio en Cidade da Cultura en Santiago de Compostela (España). Ha publicado en poesía La educación física (2010), Mis padres: Romeo y Julieta (2013), La retirada (2014), Tres poemas dramáticos (2015) y Esto temía, esto deseaba (2017).